💌 Prólogo de Sasuke 💘

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14 años antes de la actualidad

Metí el sándwich de pavo dentro de la mochila y me dirigí hacia la salida del establecimiento con paso ligero pero relajado. Como alguien que se veía obligado a robar para sobrevivir, sabía muy bien qué debía hacer para pasar inadvertido. Era importante tener un aspecto pulcro, mostrarse tranquilo y no hacer movimientos bruscos al salir por la puerta.

Hacía seis meses que me había quedado huérfano, tras la muerte repentina de mi abuelo por un infarto fulminante, y llevaba prácticamente todo ese tiempo viviendo en las calles.

Mi abuelo y yo vivíamos en un piso de alquiler de renta antigua en Fillmore Street, San Francisco, asociado a su nombre, así que, cuando el propietario se enteró de su muerte, me echó de allí sin contemplaciones. Yo acababa de cumplir la mayoría de edad, por lo que, a ojos del gobierno, era autosuficiente para cuidar de mí mismo. Sin embargo, como estudiante de último curso de secundaria y sin ahorros, mi situación era precaria.

Fue así como de la noche a la mañana me quedé sin familia, sin hogar y sin medios para subsistir. El abuelo era el único pariente vivo que me quedaba.

Mi única esperanza por aquel entonces radicaba en la beca completa que había conseguido para estudiar en la universidad de Standford. Solo debía aguantar unos meses más hasta ingresar en la residencia de estudiantes de la facultad donde tendría un techo bajo el que dormir y un plato caliente en la mesa todos los días.

Terminé la secundaria como pude y deseé con fuerza que el verano pasara rápido para empezar mi nueva vida.

Durante aquellos meses sobreviví como pude. A veces conseguía algún trabajo temporal que me permitía pagar un hostal de mala muerte durante unos días, pero en otras ocasiones, robaba para comer y dormía entre cajas de cartón en algún portal con la esperanza de que la noche pasara rápido.

Robar no me parecía bien. Había sido educado bajo los valores de la integridad y la honradez, por lo que vivía en una contradicción emocional constante.

Aquella noche en cuestión, la noche en la que se remonta esta historia, elegí una tienda de comestibles de barrio, una de esas que abren las 24 horas del día. Era de noche, había poca gente por la calle y los coches apenas circulaban ya. El dueño del local se encontraba entretenido hablando con un cliente, así que estaba convencido de que podría escapar de allí sin ser descubierto.

No fue así.

En el instante en el que aparecí dentro de su campo de visión, los ojos del hombre sentado tras el mostrador se fijaron en mí y leí la desconfianza en ellos.

—Eh, tú —masculló el vendedor volteando el mostrador para acercarse a mí—. ¿Qué llevas ahí?

Señaló la mochila que colgaba de mi hombro y yo sentí el pánico invadir mi sistema nervioso.

—Nada que sea de su incumbencia, se-se-señor —tartamudeé, poniéndome en evidencia.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en los labios del tendero.

—Entonces no te importará que le eche un vistazo. —Sus ojos centellearon bajo la luz artificial de los fluorescentes y yo hice amago de salir corriendo, pero me retuvo agarrándome por el brazo.

Sin darme tiempo a reaccionar, descolgó la mochila de mi hombro, la abrió, la puso del revés y vertió todo su contenido sobre el suelo, sándwich de pavo incluido.

—Ajá, así que mi intuición no me mentía, maldito bastardo. —Me cogió de la pechera con rabia, señalando lo que había intentado robar—. Los ladronzuelos como tú lo que necesitan es que les den un buen merecido para que se lo piensen dos veces la próxima vez.

💌 Un novio para Sakura 💘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora