Soobin le había agarrado la mano, Soobin-le-había-agarrado-la-mano
Kai casi se descompone y casi entra en proceso de mitosis al sentir la grande mano envolver la suya, que era pequeñita. Siempre odió sus manos pequeñitas, y sus deditos cortitos y algo rechonchos. Pero ahora mismo, con el peso de la pesada mano de Soobin, la calidez de esta que calentaba su fría piel, la textura suave, la diferencia de tamaño que era bastante pero para él perfecta, ahora mismo se sentía tan bien, tan correcto, tan suyo.
Kai definitívamente no quería soltar su mano. Y con un asentimiento torpe y un balbuceo, se levantó y reafirmó su agarre contra la mano de Soobin, evitando por todos los medios de que se resbalara de las suyas y colocándo como excusa el guiarlo a la sala de empleados.
Al entrar a esta, dejó caer aquella pesada y perfecta mano con amargura para ir a colocarse su abrigo y colgar su bolso con sus pertenencias. Se quitó el mandil suavemente y en silencio, sintiendo a Soobin detrás suyo contemplarle en la misma condición, guardó aquella bonita tela dentro de su bolso al igual que su teléfono y se colocó la ancha chaqueta de mezclilla. Cuando estaba por tomar su bolso, sintió aquellas manos asentarse en la curva de su cintura y caderas, temblando al sentir un apretón de parte de estas con algo que pudo notar como posesividad.
—¿S-Soobin hyung? —preguntó en un susurro, el chico detrás suyo emitió una especie de gemido grave que erizó la piel de Hueningkai.
Soobin le giró con lentitud, Hueningkai dejándose hacer como una masita de pan sin cocer y conectando sus ojos con los del castaño. La brecha entre ellos no sobrepasaba cinco milimetros al tocarse las puntas de sus narices. Y Kai prontamente se vió fundido y embelesado por aquellas maravillosas cuencas castañas que le miraba los labios. Hueningkai le dió una pequeña caricia en la nariz a Soobin, entrecerrando los ojos y posando sus manos en los hombros del otro para apretar la tela de su bomber jacket, él sentía ese momento tan íntimo, las manos de Soobin tan calientes incluso por encima de su ropa que llegaba a quemarle satisfactoriamente. Soobin tenía tanto poder sobre él que entraba en un estado de satisfacción, tensión y embriaguez al sostenerle de esa forma.
Entrecerró sus ojos perezosamente y arqueó la espalda al sentir los dedos de Soobin cosquillear y serpentear por el centro de su espalda baja, erizándole la piel y soltando un pequeño suspiro tembloroso.
Escuchó a Soobin balbucear algo que no se tomó el tiempo en procesar, antes de que esos pequeños besos esquimales llevaran paso a que los labios de Soobin se aventuren a encontrarse con los de Hueningkai.
Kai cerró los ojos, cruzando sus brazos por detrás de la cabeza de Soobin y ladeando la suya propia, buscando un mayor contacto. Jadeó suavemente cuando sus labios se acoplaron con los del castaño con suavidad pero aún así, con hambre. Sus belfos chasquearon al separarse un segundo, antes de volver a besarse un poco más duro y fuerte que la primera vez. Los brazos de Soobin descansaron en los huesos de la cadera de Kai, mientras lo acercaba a su cuerpo al máximo posible, con el mayor contacto de piel que se le permitiera.
El castaño delineó el belfo inferior del rubio con su lengua, logrando hacerse paso entre esos jugosos labios mordisqueados y chocar su lengua con la de un anonadado y derretido Kai. Cuando logró centrarse un poco -lo suficiente para no distraerse con aquella lengua recorriendo su boca como un manjar-, enterró sus dedos entre las hebras castañas de Soobin y empujó hacia si mismo y abajo, endureciendo el beso y desordenándolo completamente, inhaló por la nariz al notar que estaba de puntitas, comiéndose la boca de Soobin con toda esa hambre que guardo desde la primera vez que lo vió hace tres semanas.
Kai se estaba quedando sin aire en ese momento, Soobin le agarraba firmemente y movía sus labios sobre los suyos de una forma tan brusca y deliciosa que no le dejaba descansar. Arrugó la frente y jadeó por última vez antes de separarse un poco para respirar, dándose cuenta de que Soobin igualmente lo necesitaba.
Hueningkai se sentía tan satisfecho y contento. Sentía una euforia recorrerle el cuerpo y no quería soltar a Soobin, en ese momento que era suyo.
Pero su rostro se desfiguró al darse cuenta.
Yuna.
—Dios, yo... tú... nosotros. —susurró, separándose del agarre de Soobin quien le miró extrañado, ladeando la cabeza. —Yuna... tu-tu...
Kai se mordió el labio y se pasó una mano por la frente, ¿como mierda se le había ocurrido hacer algo así? Se sentia pésimo. Sin demora, sus ojos se llenaron de lágrimas y apartó la mirada hacia sus cosas. Las tomó con la mayor rapidez posible e intentó correr hacia la puerta de salida sin importarle que Soobin se quedase allí, y que él tuviese que cerrar.
—Espera, Hueningkai. —todos sus planes se fueron a la basura cuando Soobin le detuvo cuando ni si quiera pudo alcanzar la manija. Le giró de un tirón, y Kai solamente bajó la cabeza y sujetó con más firmeza su bolso en su hombro, apretando los labios para no ponerse a llorar por la impotencia que sentía en ese momento. —Por favor no te vayas, solo dame... solo dame 5 días más, por favor. Solo te pido 5 días más. —Soobin le había tomado de las manos y su tono de súplica hizo que Kai levantara un poco la vista, encontrándose con los anhelantes ojos de Soobin mirarle con una mueca.
—¿5 días para qué? ¿para utilizarme? —Soobin enseguida cambió su expresión a una de horror, negándo completamente y preparándose para hablar de nuevo. —¿O para dejar a Yuna, tu novia?
Soobin suspiró y cerró sus ojos con fuerza, pasándose una mano por el rostro.
—No la llames mi- nada. —se interrumpió, —Dios, esto es demasiado difícil de explicar. —Soobin se cubrió los ojos con una de sus manos y exhaló, pareciendo cansado. —Yuna no... mi... ella no-dios. —sacudió la cabeza y rodó los ojos, dándose por vencido, volvió a jalar a Kia más cerca de sí, acariciando su tersa mejilla. —Solo espérame 5 días más, y te explicaré todo, ¿si?
—¿Explicarme qué? —Hueningkai enarcó una ceja, comenzando a molestarse porque no entendía nada de lo que Soobin le decía.
Le besó.
Soobin le acababa de besar, de nuevo.
Abrió sus ojos con sorpresa, el pequeño choque de labios le había cerrado la garganta y dejado en un pequeño shock.
—Por favor, solo 5 días. —rogó Soobin, susurrando en el pequeño espacio de tensión que nuevamente se había formado. Kai sentía la calmada respiración caliente del castaño, y el fuerte perfume masculino. Kai pronto se vió envuelto en el deseo de querer enterrar su rostro en el cuello de Soobin.
Conectó miradas con el mayor, viendo aquellos ojos honestos que le miraban. Y de unos segundos de pensárselo, finalmente se resignó y aceptó. Sin si quiera saber si es que Soobin terminaría con Yuna, si correspondería sus sentimientos -que aún se estaban desarrollando- o si lo rechazaría.
Kai no pudo seguir pensando con claridad al sentir el cálido calor corporal del cuerpo de Soobin, quien lo apretaba delicadamente entre sus brazos contra su pecho y enterraba su nariz en sus cabellos rubios.
Sin duda, ese se podría convertir en su lugar favorito.
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