; cap - 21

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—Dios, Ruby

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—Dios, Ruby... —Chelsea pegó más su cabeza contra el pecho de Ruby mientras sentía que las manos de ésta separaban sus piernas, obligándola a no cerrarlas.

Su barbilla temblaba, sus manos se elevaban hasta la nuca de la otra para aferrarse, y dio un pequeño salto para que su rostro esté a la altura del de la azulina.

Una mano separando su pierna y la otra su mano, un beso más fuerte, la mayor sintió cómo su centró comenzó a contraerse mientras sentía la acelerada velocidad del juguete.

Un pequeño vibrador, cual Ruby medía la velocidad y bajaba y subía con un pequeño aparato en su mano derecha, pero que desde que subió hasta el último nivel, dejó ahí.

Chelsea jamás pensó que Ruby fuera la que hubiera comprado eso.

Ese día Ruby no había dormido en su departamento por una estricta norma que tenía, donde si no veía que la estudiante no estaba en su habitación, por lo menos, dos días, iba a ser terriblemente amonestada por la sección departamental y la escuela.

Así que cuando recibió una llamada, la azulina diciendo que la extrañaba y que apenas llegó Ruby la besó, sí, Chelsea también la había extrañado.

Sonrió mientras la besaba, pero una cosa llevó a otra, la mayor había terminado haciéndole un oral a la menor y ésta había terminado mostrándole un vibrador que había comprado hace tiempo.

Vibrador que estaban usando en ese momento, y vibrador que la pelirroja realmente estaba amando.

Por su pequeño tamaño y gran velocidad que podía ser ajustada sentía cómo se movía de forma violenta dentro de ella, cómo acariciaba sus paredes y cómo la hacía sentir apretada por sólo esas dos pulgadas.

Comenzó a sudar más cuando sintió el dedo de Ruby en su clítoris, masajeando, acariciando de forma suave, pero brusca.

Despegó sus labios de la otra cuando sintió que su orgasmo había llegado, gimió de forma brusca, fuerte y repetidas veces gimió el nombre de la azulina, que estaba controlando su juguete, que poco a poco bajó de velocidad a estar completamente apagado una vez que Chelsea se recuperó.

Pegó más su cabeza contra el pecho de la otra, su barbilla seguía temblando, y volvió a gemir al sentir que ahora eran los dedos de la menor los que estaban en su apretado y ahora mojado coño, acariciando los labios, el clítoris, y sus muslos.

Se acercó a ella, gimiendo un poco, pero Ruby le mostró sus dedos llenos de fluidos. Rió.

No era por cómo estaba viendo que la azulina veía el vibrador dentro de ella lleno de fluidos, sino, lo tierna que se veía. Lo veía asombrada, sonrojada, porque no estaba creyendo que ella con su ayuda le cedió un orgasmo, y Chelsea quería saltar a besarla, diciendo lo hermosa y lo mucho que le gustaba.

Porque por fin lo admitió y admitió que lo que tenían eras citas, que esos besos que ya se daban frente a Clark sin pena eran besos románticos, y que todas esas veces que compartieron algo en cama era de... amantes.

Chelsea se para, se estira y siente cómo sus piernas casi no funcionan, pero eso no le importa. Está desnuda frente a Ruby, que su vista dejó de ver el vibrador a sólo verla a ella, a los ojos, y sonríe.

—Eres la mujer más hermosa que conozco.

—Ruby, me tienes frente a ti desnuda, dime algo más sucio—sujeta un pantalón de pijama y se lo pone, y ahora, ve cómo la menor examina su pecho desnudo. Se para, los sigue viendo, y los toma con sus manos, haciendo a Chelsea alzar su ceja derecha—. ¿Qué-

—Me gustan tus pechos y me gusta mordisquearlos, si te soy honesta, me gusta dejarlos un poco hinchados y rojizos porque... porque siento que se ven lindos, mira, bop bop—estaba siendo una fusión de romántica, sexy y tierna, hasta que comenzó a jugar con ellos.

—Ya vi que piensas que son botones, ya déjalos.

—¡Son muy tiernos! Mira.

—Ruby, amor, son mis pezones, los veo todos los días.

—No tengo hambre, ¿tú?—Ruby niega, y le presta una camisa, ahora tapando sus ojos con su mano derecha—. Por el amor de Dios, mi amor, literal acabas de chuparme uno, no te hagas la tímida.

—¡Lo soy, y no digas cosas así!

Bueno, sí, a Chelsea le seguía gustando eso. Y puede que le gustaba mucho esa faceta tímida que la faceta sexual... pero a quién engañaba.

Se acostó frente a ella mientras sus dedos trazaban figuras sin sentido en el rostro de la azulina al mismo tiempo que ésta le contaba sobre un nuevo robot que estaba construyendo que podía hacer backflips. Suspiró.

—¿Me lo puedes enseñar?

—Sí, pero luego, ahora sólo quiero estar así cómo estamos, me gusta—toca su nariz con su índice, hace un 'bop' con sus labios, y la hace reír, y luego la besa.

—A mi también me gusta cómo estamos—palabras que hicieron sonreír a la menor, que tomó una de las manos de la otra, la besó, y carcajeó.

—Me gustas.

—Y tú a mi, Ruby.

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─ 𝐈𝐂𝐄 𝐂𝐑𝐄𝐀𝐌 | Chelby AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora