Capítulo 1

3.3K 222 23
                                    

『Varios años después』

"¡Finalmente llegamos a Orario!" Bell gritó con emoción y asombro, sus ojos brillaron al ver las imponentes murallas de la ciudad ante ellos.

La grandeza de la urbe parecía capturarlo, como si la promesa de aventuras y desafíos estuviera al alcance de su mano.

"Sí, sí, lo sé...", pensé con un leve suspiro, mirando a mi sobrino mientras observaba la ciudad con el entusiasmo que solo un joven podía tener. Orario, la misma ciudad aburrida y caótica que habíamos dejado atrás, ahora se alzaba nuevamente ante nosotros.

"Bell, eres demasiado enérgico, deberías calmarte un poco". Una voz suave pero firme resonó desde la esquina del carruaje, acompañada por una sonrisa tranquila.

Artemisa, siempre la voz de la razón, siempre ahí para equilibrar la energía desenfrenada de Bell.

Los tres nos encontrábamos en un hermoso carruaje, su interior decorado con finos detalles que contrastaban con el polvo del camino.

Yo, por mi parte, me mantuve en silencio, observando cómo el paisaje urbano se desplegaba ante nosotros, y cómo la torre de Babel, majestuosa y omnipresente, dominaba el horizonte.

"Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que vi esa torre", pensé mientras mi mirada se fijaba en la estructura, un monumento que representaba tanto el esplendor como la decadencia de esta ciudad. Con un gesto de aburrimiento, ondulé mi cabello plateado, dejando que cayera suavemente sobre mis hombros antes de volver mi atención a mi querido sobrino.

"Bell, déjame recordarte algo importante," dije, mientras mi voz tomaba un tono serio. "No te ayudaré en lo absoluto de ahora en adelante. Estás por tu cuenta, así que no esperes que intervenga en tus asuntos. Y nunca, pero nunca, menciones mi nombre delante de otras personas. ¿Lo entendiste?"

Bell me miró con esos ojos brillantes, llenos de determinación, asintiendo con fuerza. Sabía que entendía la seriedad de mis palabras, pero no pude evitar sentir un pequeño nudo en mi estómago. Era difícil no preocuparse por él, incluso aunque intentara mantenerme distante.

"Y tú, Artemisa," añadí, girando mi cabeza hacia la diosa que nos acompañaba. "Asegúrate de vigilar a Bell. No dejes que cualquier chica se lo devore. Necesitan obtener mi aprobación primero, ¿de acuerdo?"

Artemisa soltó una risa suave, sus ojos verdes brillaron con picardía. "Actúas como si fueras su madre, Alfia."

Sentí una punzada de enojo, aunque no pude evitar sonreír un poco. "Basta, Artemisa. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no soy su madre? ¡Soy su tía!"

"Sí, sí, tía Alfia," respondió ella, con una sonrisa burlona. "Lo que tú digas."

"Si no fueras una diosa, estarías muerta ahora mismo," murmuré, dejándome caer contra el respaldo del asiento con un suspiro.

Artemisa seguía riendo, su risa era una melodía que parecía resonar en el interior del carruaje.

Mientras tanto, Bell continuaba mirando por la ventana, fascinado por las calles llenas de vida y por los aventureros que caminaban con sus armaduras relucientes y espadas al cinto.

Podía ver el brillo de la emoción en sus ojos, una emoción que no se apagaba, sin importar cuántas veces había oído mis advertencias.

.

.

.

.

Danmachi If: El último suspiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora