En Blanco

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Uno de los anhelos de Hanna era la escritura. Había oído y luego leído fábulas desde su niñez, y le habría encantado escribirlas, para que otros puedan sentir la alegría de su lectura de su parte. Tomar una hoja en blanco y darle sentido casi parecía un poder divino. Y probablemente por eso haya recordado con cariño ese hechizo.
Un hechizo que le explicó Tomi en aquel entonces y que Hanna recordó y conservó en su diario hasta aquel día, es el del Códice Consciente: este conjuro se recitaba en frente de un cuaderno, con material para escribir sobre este. Supuestamente, la magia cian te dejará compartir tu consciencia con el cuaderno, efectivamente haciéndole cobrar vida para que pueda escribirse solo.
La premisa fascinó a Hanna desde la primera vez que la oyó; poder compartir algo tan abstracto como la capacidad de pensar, y el potencial de alzar un escuadrón de cuadernos que escriban cuando ella relatase, también capaces de comentar ellos mismos para así tener algo de colaboración, algo de COMPAÑÍA. Cómo quería compañía.
Su progenitor le había dejado, entre muchas cosas, el cuaderno en blanco para que documentara su aprendizaje y práctica en la... Aj... Magia oscura.
En lugar de lo que él tenía pensado, lo que pensó ella es que ESE iba a ser su compañero de fábula. Un soldado raso que eventualmente subiría con ella en el campo de la escritura, ignorando con creces la vida que les fue dicha, a favor de una vida de fábula. Con cariño lo iba a llamar "Fábula Rasa".
Ella en su corazón tenía grabado el bendito conjuro, para que el cuaderno pudiera pensar, y escribir solo y vivo. Su corazón también rebosaba con el amor que tenía hacia Tomi, la amiga que le habría encantado tener allí. Igualmente se anegaba con el amor que tendría hacia su nuevo amigo de papel una vez le fuera dada una consciencia. Todo ello era la fuente que atraía a la magia cian hacia su hechicera.
Abrió en la primera página, posó una pluma encima con un tarro de tinta pisando la cubierta, recitó ese conjuro hacia la libreta, y después...

...no ocurrió absolutamente nada.
Le pareció extraño así que volvió a intentarlo. Nada. Se repitió el ciclo una y otra vez, hasta que en lugar de empaparse aquella página con tinta, Hanna no pudo evitar empapar su cara con lágrimas. Había guardado aquel hechizo y sus instrucciones en su corazón, envuelto en pura esperanza, para que luego no funcionase.
Mas aún tenía que seguir adelante. Intentar al menos seguir su deseo de escribir fábulas. Así que buscó inspiración. Saliendo para consolarse, miró al bosque a su alrededor para ver el paisaje, escribiendo en el cuaderno sobre los árboles que había y lo que pensaba de ellos. Vivían, mas no podía confirmar si ellos podrían pensar como ella. No había ningún animal a la vista, probablemente la hayan dejado en un lugar tan aislado para que ni siquiera un animal se haga su amigo. Terminó otra semana, y el único progreso fue que ahora Fábula Rasa tenía unas palabras escritas, haciendo que ya no esté en blanco. Pero no logró lo que más quería, que cobrase vida. Se sentía tan gris... Así que a pesar de que eso no haya funcionado, el toque con la naturaleza la había dejado recomponerse a ella misma. Se dispuso a abrir el cuaderno en la primera página en blanco que quedó; las páginas previas repletas de pensamientos e ideas de árboles y la vida misma. Con una nueva determinación, Hanna se dispuso a repetir el conjuro, y...

Fábula RasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora