MAMÁ CHŪYA

295 51 12
                                    

Dazai levantó al niño en brazos luego de quitarle esa carta de presentación, que al reverso contenía los datos del bebé, como su nombre, fecha de nacimiento y talla de pañales.

La enfermera, madre de Masaki, lo había acostumbrado a ver una fotografía de Dazai diciéndole que era su padre, y en verdad lo era. Su vida era bastante ocupada y con un bebé todo se le dificultó, pero tampoco tuvo el valor de abortar sabiendo que el padre era un hombre atractivo y que el niño o niña podría tener la suerte de parecerse a él.

—Papi, ¿Dónde va-mosh?

Preguntó soñoliento, recargando su cabecita en uno de los hombros del mayor, quien sonrió al sentir la cabellera del niño en una de sus mejillas.

—A un lugar. Sé paciente. Papi te comprará algo sólo para tí.

Respondió con voz tranquila.

—¡Shí!

Continuó su camino, dirigiéndose a un centro comercial donde compraría pañales, leche, y todo lo que iba a necesitar para cuidar de Masaki. Jamás cuidó de un niño, de un bebé, y se sentía incapaz de hacerlo, pero ver a su pequeña versión tan emocionado por estar con él, lo hacía motivarse, y tenía la esperanza de que Chūya no lo abandonaría y estaría dispuesto a apoyarlo.

Terminaron de hacer las compras al cabo de unos minutos, y fueron a casa, un lugar pequeño pero cómodo donde Masaki sería su nueva compañía.

Dazai sólo tenía un futón en el suelo, mismo donde dejó sentado al bebé castaño para poder ir a preparar la cena. Había comprado unas papillas para Masaki, unos ramen instantáneos y algunos ingredientes para cocinar más platillos básicos que sabía hacer, aunque no tenían el mejor sabor.

—Papi.

—Dime.

—¿Mi mami?

Esa pregunta dejó pensativo a Dazai, quien le daba pena decirle la verdad a un niño, y tampoco es como si un bebé pudiera entenderlo.

Fue en ese momento cuando Chūya entró a la casa. Por alguna razón, tenía la llave de la casa de Dazai. Se sintió conmovido al ver la tierna escena de padre e hijo y alcanzar a escuchar esa pregunta.

Verás, tu mami... Pues, tu mami es...

—Masaki-kun, yo seré tu mami de ahora en adelante—. Objetó Chūya. Soltó su coleta, dejando ver su cabello suelto y semi ondulado pelirrojo. —Me veo como una de ellas ¿No? Mi cabello es así de largo como el de las mamás.

Sin dudarlo, Masaki se abalanzó a él para abrazarlo de una de sus piernas, muy contento y emocionado.

Por otro lado, Dazai se mantenía estático, confundido y bastante serio por lo que acababa de escuchar: ¿Chūya quería ser como un padre/madre de su hijo? ¿Acaso estaba insinuando algo? Sin darse cuenta, sus mejillas se habían tornado de un color rojizo que Chūya pudo notar.

¿Por qué te sonrojas, idiota?

Luces bien con el cabello suelto. Definitivamente pasarías desapercibido como una chica.

—¡Oye, te estoy ayudando y te burlas de mí, bastardo!

Dazai rió.

Elige una de las dos opciones, Chūya. Número uno: Te quedas como la mamá de mi hijo, ya que yo cometeré suicidio muy pronto. O, número dos: te casas conmigo para poder cumplir tu rol, y no me suicidio.

—¿Me chantajeas? ¿Estás mal de la cabeza, Dazai? No me casaría ni muerto con alguien como tú, además eres un hombre, y...

—¿Y? ¿Tiene algo de malo?—. Una vez Masaki fue a jugar a otra área de la casa, Dazai sujetó el mentón de Chūya y lo miraba a los ojos coquetamente desafiante, le sonrió. —A veces es bueno experimentar cosas nuevas, y quién sabe terminen gustándonos.

Se alejó.

—¡Eres un maldito manipulador!

—¿Entonces ilusionaste a mi bebé Masaki-kun para al final abandonarlo como lo hizo la tipa esa?

Chūya gruñía con coraje, y volvía a atar su coleta de lado, para luego ponerse su sombrero.

Mami, ¿me lle-vash a con-bini?—. De nuevo, Masaki llegó al lugar y se refugió en Chūya, pues antes de entregarlo a Dazai, Chūya lo estuvo cuidando durante dos semanas.

El pelirrojo suspiró y sujetó su manita con delicadeza.

—¿Cuándo nos casaremos?

SUICIDIO DOBLE IMPOSIBLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora