Calaris

Reencuentro

Un viaje de cinco semanas puede ser más aburrido de lo que se piensa, en un continente tan pacifico como en el que se encontraba por lo general no habían grandes peligros, no era secreto para nadie que el continente que fue mayormente colonizado por humanos y elfos estaba bastante limpio, por caminos comunes apenas si podías encontrar algunas tribus de goblins bastante débiles, si tenías un poco de mala suerte podías encontrar un orco en solitario aunque para esto deberías estar en la región de Westton o en sus alrededores, y si tienes muchas ganas de morir, tienes muy mala suerte o simplemente eres lo suficientemente estúpido como para no prestar atención a las señales de las montañas podías encontrar un Guiverno, así que, ¿Si prestas atención qué era lo peor que podía ocurrir?, Phimys se mantuvo bastante tranquila durante todo el viaje, durante las noches le daba tiempo de practicar su magia y tratar de mejorar su almacenamiento de mana, su inseparable bastón cada vez iba teniendo más y más uso, algo que le alegraba pues usar a Windcaller era algo bastante cómodo, debía admitir que tener un viaje así de calmado era algo que siempre le gustaba el simple hecho de estar en silencio apreciando lo que la rodeaba mientras se sumergía en sus pensamientos era algo magnifico, aunque a su vez se sentía algo solitario en algunas ocasiones, sentía que si no llegaba rápido a Magemill y hablaba con alguien iba a enloquecer, a estas alturas del viaje se arrepentía ligeramente el no haberse detenido en la ciudad de Westmoor, un suspiro salió de entre sus labios y cerro sus ojos mientras agachaba la cabeza pensando en las decisiones que tomo y las cosas que pudo haber probado (hablando de comida más que nada, se encontraba hambrienta y tan solo podía pensar en una buena comida)

- «Esto de viajar siempre me abre el apetito, me gustaría probar una buena sopa, desde hace días me alimento de pequeños animales los cuales cocino, si estuviera en una posada podría preparar algo en mi habitación, o podría ir a un restaurante... Cielos, extraño el restaurante de Dellmount, tenía una sopa de conejo magnifica» -Sacudió la cabeza de derecha a izquierda repetidas veces y abrió los ojos mientras fruncia el ceño, pensar en comida tan solo le traería más hambre y quería evitar eso por el momento

El camino a Magemill era cada vez más corto, ya podía ver su destino desde donde se encontraba, la emoción por hablar con personas y comer algo bueno fue tal que una pequeña cantidad de mana recorrido todo su cuerpo haciendo que sus ojos brillaran por apenas unos segundos, lo que antes era una caminata se fue convirtiendo poco a poco en un trote, y al poco tiempo paso de estar trotando a corriendo con emoción por llegar lo antes posible a su destino

-Vamos, vamos, vamos, ya casi puedo saborear esa comida, ¿Qué pediré, una sopa, un conejo asado, cerdo ahumado? No lo sé, pero quiero hacerlo ya mismo

Pasaron los minutos y entre cansancio y hambre llego finalmente hasta la ciudad de Magemill, las enormes puertas que la recibían abierta la hicieron sorprenderse mientras se apoyaba en una pared para recuperar el aliento tras correr de manera tan basta, si un pueblo como Dellmount ya le parecía grande, una ciudad como Magemill era gigante, la diferencia entre regiones era notable, no solo en el clima, la arquitectura era completamente diferente, cosas que de verdad se diferenciaban de un pueblo a una ciudad, mientras Phimys caminaba estando encantada con todo lo que veía no podía evitar el ir dando vueltas en alguna que otra ocasión, cosa que provocaba que atrajera las miradas, tras pasar unos agradables quince minutos de caminata el estómago de Phimys rugió, exigiendo alimento de manera inmediata, esto sumado al dolor en los pies y el cansancio en sus piernas provoco que la semi-elfa saliera disparada al primer restaurante que pudo ver, un pequeño lugar bastante acogedor, parecía que la suerte estaba de su lado, el local estaba casi vacío por lo que justo después de sentarse una camarera se le acerco, era una chica que estaba en sus veintidós años, rubia y vestida con un traje de dos piezas que cubría desde la parte del pecho hasta un poco más debajo de las rodillas, la combinación de colores blanco y negro la hacía lucir como una sirvienta