𓆩0𓆪

3.3K 127 3
                                    



El idiota siempre va primero...

—————————————————

La mirada seguía fija, quizá de alguna manera u otra agradecía el haberse dejado crecer el cabello, así sus ojos eran camuflados cada que su vista estaba pegada en aquellos labios carmesí.
   Él hablaba, ella interpretaba las palabras que salían al aire de sus labios, flotando en compañía a sus ilusiones de estar sustituyendo a la castaña que estaba a su lado... tomado su mano.

Shoko sonreía ampliamente cada que su novio, Suguru Geto contaba aquella anécdota del día de playa donde su mejor amigo fue atacado por una medusa.

    Koemi estiró las mangas de su enrome sudadera, el frío congelaba sus huesos hasta la médula. Dejo salir un suspiro y levanto su maletín del suelo, dispuesta a volver a clases.
De lejos seguía dándole miradas al joven de cabello largo, de color negro como un zafiro y tomado delicadamente en un moño.
Ese día se atrevería a ir un poco más lejos.

Acomodo su maletín en su hombro, dispuesta; tomo aire y lo dejo salir tomándolo como un impulso, camino en dirección a la mesa donde el grupo de amigos se encontraba, pasado Justo a lado de él.
Ese día había decidió usar aquel perfume de vainilla y cacao, mismo que cumplió su función al pasar a unos dos metros  de distancia de donde estaba el joven prodigio en la materia de etimologías, percibió gustoso.
Su pulso se aceleró en cuanto observó cómo había quedado en estado neutro, moviendo con disimulo su nariz tratando de centrar su estímulo del olfato en encontrar aquella dulce fragancia que le encantaba; y ella lo sabía.

En cuanto capto su atención, agacho la mirada dispuesta ahora a correr lejos, capto su atención, su aroma capto su atención y ese había sido su dopamina para mantener una sonrisa de oreja a oreja en lo que restaba de la tarde.

Sonreía como mocosa de primaria al recibir una estrellita por  buena conducta.
Suguru por su parte, seguía extasiado de aquella fragancia, misma que había olido en una tienda departamental hace semanas atrás, ese día había dicho en voz alta lo mucho que amaba el aroma de aquel perfume, y lo bien que se sentiría estar con una chica que lo usará.
Había tenido dos dejavú ese día; el primero fue percibir el mismo perfume y la segunda, sentir aquella filosa mirada atravesando cada célula de su piel.
Y ahora podría añadir una sensación más, que no había percibido hasta esa tarde; se sentía acosado.

— ¡Suguru! — gritaron a su odio, aturdiéndolo — demonios estoy hablado sobre la fiesta de hoy... ¿si irán?

Mientras sacudía sus oídos,  ante el dolor causado por el albino, dejó de lado sus suposiciones  extrañas y lo remplazo por una sonrisa.

— Sólo si Shoko quiere ir. — sonrió mirado a su amigo — Satoru— quizá divagaría un poco, solo por curioso — ¿recuerdas cuando salimos al centro comercial a la tienda de perfumes? — al albino asintió — ¿no te sentiste extraño ese día?

El mencionado solo lo miro confuso, bajado sus gafas obscuras.

— Mierda... ¿también lo sentiste? — Suguru asintió, sus pulsaciones aumentaron al miedo de comprobar su hipótesis — te dije que aquella comida tailandesa era mala opción...

Ante la idiotez de su amigo, sólo golpeó su frente alejando de nuevo aquel pensamiento inherente, era una tontería y le estaba dando mucha importancia.

Debió hacer caso a sus instintos.


Luego de varias clases y tareas en exceso, la tarde de ese viernes había terminado.

𝙵𝚘𝚛 𝚖𝚎 (Suguru Geto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora