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Día 3: Dolor (Widowmaker)

Secreto no es que antes de volverse la viuda negra de Talón, en su vida anterior Amélie Guillard Lacroix, fue una amorosa esposa y una mujer excepcional a la hora deñ ballet, muchas podrían envidiar su estilo de vida, casada con Gérard Lacroix, agente de Overwatch que dirigía operaciones contra Talon y hombre consentidor.

Su mundo parecía ser el de una cajita musical, todo era perfecto y estaba como debía estar, un héroe siempre tiene un punto débil y en este caso... la bailarina era lo que buscaban, pues cada intento de acabar con el hombre resultaban en fracasos estrepitosos.

Agente Moira, genetista y laboratorista de Talon no tuvo la menor piedad o humanidad cuando asumió la tarea de llevar a cabo el proceso de reacondicionamiento neuronal de Amélie. Utilizando avanzadas técnicas genéticas y neuropsicológicas, Moira comenzó por someter a Amélie a un exhaustivo análisis de su perfil genético y psicológico.

El primer paso del proceso consistió en el aislamiento de Amélie en una instalación altamente segura y aislada, allí, Moira y su equipo le aplicaron una serie de drogas diseñadas para debilitar su resistencia mental y emocional, dejándola vulnerable a la reprogramación.

Cada día, Amélie luchaba por mantener un hilo de su identidad original,las noches eran las peores. Amélie se despertaba en medio de terribles pesadillas, gritando en vano por la libertad que una vez tuvo. Moira, siempre presente, observaba con satisfacción mientras Amélie luchaba por recuperar un atisbo de su antiguo yo.

-No.... Gérard... ¡No!-

Despertó asustada la muchacha, mientras frente a la puerta, aquella genetista estaba sentada, sonriendo mientras anotaba sus resultados

-Ah, ¿Otra pesadilla Lacroix? Llevas ya tres en lo que va de la noche... fantástico-

Bebía una taza de café, no parece preocuparse por el como afecte todo esto a la mujer, la sala donde está es fría, blanca y solo tiene una cama, le han regulado su dieta, apenas puede comer, el dormir es ahora un privilegio, uno de que ya no puede gozar en absoluto.

El dolor era constante, tanto físico como emocional. Amélie anhelaba escapar de este tormento, pero las garras de Moira eran inquebrantables, la agonía que sentía a manos de su captora era una cicatriz que nunca sanaría, un recordatorio constante de la crueldad de Talon y la despiadada manipulación de Moira.

Cada día que pasaba en cautiverio era una agonía insoportables, las sesiones de tortura psicológica y física que Moira le infligía eran despiadadas, el vínculo que alguna vez compartió con su esposo, Gérard, parecía desvanecerse cada vez más en su mente.

La soledad era su única compañía en aquel lugar oscuro y frío, las palabras amables y los recuerdos felices se habían desvanecido, reemplazados por una programación cruel que la convertía en un títere sin voluntad propia. Amélie anhelaba desesperadamente escapar de las garras de Talon y de la influencia devastadora de Moira, pero parecía una batalla imposible de ganar.

A medida que el tiempo avanzaba, Amélie luchaba contra las pesadillas que la atormentaban y las voces que le ordenaban obedecer sin cuestionar, su dolor se manifestaba en cada gesto, cada mirada vacía que dirigía al mundo exterior, la pérdida de su identidad, su libertad y su humanidad la sumía en una agonía constante, una tortura psicológica que la consumía día tras día.

Aunque el dolor de Amélie era indescriptible, su espíritu aún guardaba una pequeña llama de esperanza, una chispa de resistencia que esperaba encontrar una oportunidad para liberarse de aquel terrible sufrimiento.

Para reforzar la lealtad de Amélie, Moira aplicó terapia psicológica intensiva, utilizando métodos de manipulación emocional y cognitiva. A través de sesiones de hipnosis y sugestión, se aseguró de que Amélie considerara a Talon como su única causa y propósito.

Finalmente, cuando Moira consideró que el proceso estaba completo, sometió a Amélie a una serie de pruebas exhaustivas para verificar, se convirtió en una marioneta sin control sobre su propia existencia, atrapada en una pesadilla de la que no podía despertar.

Fue encontrada por Overwatch sospechosamente intacta, regresada a casa con su esposo, durante dos semanas el agente fue sumamente atento y cariñoso con ella, llenándola de mimos y regalos, pero ya no existía la dulce esposa con la que se casó...

La habitación estaba a oscuras, solo iluminada por una tenue luz de la luna que se colaba por las rendijas de las persianas, el silencio en la casa era abrumador, roto solo por el suave murmullo del viento nocturno, Amélie con los ojos en blanco y un rictus inexpresivo en el rostro, sostenía en sus manos temblorosas un cuchillo ensangrentado.

El cuerpo de su esposo yacía sin vida en el suelo, múltiples heridas en su pecho eran la evidencia de su violenta muerte, con la mirada perdida, comenzó a temblar incontrolablemente mientras las imágenes de lo que había hecho comenzaban a inundar su mente.

Sus ojos, que antes habían estado vacíos y sin vida, ahora se llenaron de lágrimas, un grito ahogado escapó de sus labios mientras sus manos temblorosas dejaban caer el cuchillo al suelo, la realidad de sus acciones la golpeó con una fuerza abrumadora.

Las palabras de su esposo, las sonrisas compartidas, los momentos felices juntos, todo eso se desplegó ante ella como un torbellino de recuerdos, se tambaleó hacia atrás, sus manos aferrándose a su cabeza mientras luchaba por contener el pánico que se apoderaba de ella.

-"¿Qué he hecho?"-

Susurró entre sollozos, mientras la cordura que había perdido momentáneamente regresaba con una crueldad desgarradora, su mundo se había derrumbado en un abismo de oscuridad y desesperación, y ahora debía enfrentar las terribles consecuencias de sus acciones, corrió para sujetar el cuerpo de su difunto esposo, llorando y manchandose el rostro y las manos de sangre, mientras aquella organización llegaba a su casa, dispuestos a llevarsela y finalizar el proceso, Gérard fue eliminado, Amélie fue asesinada y entonces... Widowmaker comenzó su nueva vida.