3 - Hornymoon

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Tsukuyo fue la primera en abrir los ojos al día siguiente, y a pesar de haber dormido, tenía una sensación de pesadez en el cuerpo tal que no le molestaba la idea de no levantarse del futón en varias horas más, el cansancio del día anterior seguía presente. Se encontraba cómodamente abrazada por Gintoki, de espaldas a él, quien seguía profundamente dormido. El primer pensamiento que le vino a la mente a la rubia, fue que ese era el primer amanecer como mujer casada. Sakata Tsukuyo. Tenía un apellido, un esposo, un bebé en camino... Una nueva familia.

Una sonrisa floreció en su rostro, y deslizó sus manos cariñosamente por encima de los antebrazos de Gintoki, que la rodeaban por debajo de los pechos y la cintura. Su esposo se acurrucó más contra ella, se había despertado con aquello, y una bonita sonrisa adormilada adornó sus labios, mientras frotaba su nariz y mejilla contra el cabello de ella, como un gato mimoso.

- Buen día, honey –Saludó con la voz ronca de la mañana, y mientras se estiraba entrelazó sus dedos con los de ella– Primera mañana juntos como esposos, ¿qué tal?

- Buen día, darling. Fue lo mismo que pensé ni bien me desperté. Se siente muy bien.

- ¿Dormiste bien?

- Sí, lo hice, aunque creo que necesitaría medio día más de dormir para recuperar mis energías.

- Ayer fue un día largo y especial, pero últimamente estás bastante dormilona, es tan raro viniendo de ti. ¿Te sientes bien?

- Hinowa me anticipó que es algo normal en las mujeres embarazadas, y no me siento extenuada, solamente me atrae mucho la idea de seguir durmiendo.

- Tenemos la excusa, somos recién casados y tenemos desde hoy dos semanas enteras para nosotros. Si quieres pasarte el día acostada, te acompañaré con gusto.

- Tampoco creo que pudiera estar quieta tanto tiempo, pero tomo el ofrecimiento. ¿Qué hora de la mañana es?

Gintoki miró el despertador que tenía cerca del futón, y alzó las cejas con sorpresa.

- Ya no es la mañana.

- ¿Qué?

- Es casi mediodía. Son pasadas las once y media.

- ¿Es broma? No me lo creo... –Musitó, boquiabierta.

- No lo es. Al parecer nuestros cuerpos decidieron tomarse el descanso de todo lo de ayer.

- Sí, lo necesitábamos.

- Aunque no me importaría volver a cansarme si repitiéramos lo de anoche, honey –Ronroneó Gintoki, pegándose a ella.

- A mí tampoco, pero guardémoslo para ocasiones especiales –Sonrió la rubia.

- No tendremos que esperar mucho, la luna de miel cuenta como ocasión especial, y para eso existe, ¿verdad? Para que los recién casados disfruten unos días de hacer el amor a todas horas, viajar a algún lugar nuevo...

- Todavía no hablamos nada de eso, no hubo tiempo con lo pronto que fue la boda.

- Tengo ya algo pensado, pero no sé si es precisamente un destino romántico para una luna de miel.

- ¿Dónde quieres ir?

- A dónde te quiero llevar, mejor dicho, yo ya he ido un par de veces, pero creo que tú no lo conociste hasta ahora.

- Gintoki, excepto los cortos viajes cercanos que he hecho contigo, yo no conozco más allá de Edo, así que puedes ser un poco más preciso.

- Quiero llevarte a lo más alto que pueda aspirar.

Que el amanecer nos encuentre juntos por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora