Pasaron los dias, la rutina era protagonista, pero añadiendo el consumo de estos caramelos.
Me sentia extrañamente feliz, sin motivo. Empezaban a gustarme, sentia que estaria bien solo con meterme uno en la boca, como cada mañana desde la audiencia con la hechicera.
Los amaba, los notaba tan maravillos que queria compartirlos, queria que todos fuesen felices y como soy una despistada algunos dias olvidaba tomarlos. Por miedo a madre escondi los sobrantes y se los di a aquellos que estaban pasando un mal momento.
A mi querida repostera por problemas con el monstruo aullador que la tenia cautiva y no la dejaba seguir sus sentimientos.
Y al duende fichas, cautivado por una adoratrix que rondaba por esos parajes la cual no correspondia el gran amor de este.Como iva a saber yo, que aquello que amaba, que me hacia sentir bien seria el causante de otros males.
Males que pronto serian peores que los cuales por los que pedi
ayuda a la hechicera.