Daddy issues

Impulso de idiotes

La noche había llegado en la casa de mi amiga, no podía describir la emoción que sentí cuando la vi arreglarse para ir a su cita.

-no le avise a mi papá que te vas a quedar, así que no agas ruido o podría enojarse

-claro

Asentí con la cabeza.

-toma una pijama mía si quieres

-si ¿puede ser cualquiera?

Ella asintió con la cabeza y se terminó de colocar los tacones punta de aguja.

-ya me voy, vuelvo más tarde no estes triste, cualquier cosa me mandas mensaje

-si, adiós

Ella beso mi frente y salió del cuarto apresurada, me asome a la ventana y la vi subirse a un carro negro. Cuando se fue me llene de nervios ¿ahora que hacía?. Decidí avisarle a mi mamá por que la verdad se me había olvidado y ella accedió sin trabas, después de todo ya era mayor de edad. Me tire en la cama y la verdad se me quitaron las ganas de hacer todo lo que tenía planeado. Antes de darme cuenta me había quedado profundamente dormida.

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Desperté al sonido de un golpe y me incorpore de inmediato, todo estaba silencioso pero luego volvieron a escucharse los mismos golpes solo que de forma constante. Pegue mi oreja a la pared de a lado donde estaba la habitación de Edwin pero no. Nada, mire al techo y recordé que arriba estaba su oficina, pase saliva y me pare sobre la cama. Al ser alta pude pegar mi oreja al techo y ahora si que lo escuche, me cubrí la boca pues eran gemidos. O más bien gritos, la curiosidad me gano así que me baje de la cama y salí del cuarto de mi amiga para ir a las escaleras. La casa era de tres pisos y conforme subía pude ver sosten y bragas en el suelo. Me acerque temblando a la oficina y la puerta estaba entre abierta dejándome oír los gemidos más claramente, sabía que estaba mal pero aún así me incline por la rendija y asome mi ojos quedándome sorprendida por la escena ¿no se supone que el señor Edwin no tenía interés en otras mujeres?. Tenía a una mujer en 4 en su escritorio precionando su cabeza contra la madera y dándole tan duro que el escritorio temblaba, la nalguéeo y la mujer gimió más duro.

-¡Ho! ¡Si! ¡Edwin!

Sentí mis bragas humedecerse ante las escenas que estaba viendo y casi por instinto lleve mi mano a mi entre pierna tocando mi propia humedad pero volví a mi realidad cuando sus ojos y los míos se encontraron.

Me aleje de la puerta y corrí de vuelta al cuarto de mi amiga sintiendo mi corazón querer salir de la caja torácica.

#EDWIN#

Ho Denis, quería Denis. Desde que la conocí no dejo de sentir su ariosa mirada, actuando tímida conmigo o eso pensé asta hoy. Fue totalmente distinta a lo que estaba acostumbrado de ella y debo decir que me sorprendido ¿a qué se debe el cambio? La duda vaga por mi mente y las ganas que le he tenido a lo largo de este año de repente empezaron a pesarme, esta tentándome jugando con fuego sin darse cuenta que voy a hacerla Arder, todo esto estuvo manipulado para que ella me viera follarme a la mujer embrocada en mi escritorio, note que no se había ido ya que siempre estoy pendiente de eso y no la vi salir. Ver su ojo asomado en la puerta me confirmo que estaba aquí pero huyó como una cobarde. Tome a la mujer del cabello y la aventé a un lado.

-vístete y lárgate

-p-pero aún no acabamos

-se me quitaron las ganas, vete

La mujer se paró con evidente enojo y salió desnuda pues su ropa estaba tirada en las escaleras ya que fue el anzuelo, me acomode el pantalón más no me puse la camisa. baje cuando la mujer ya se había ido y me pare frente a la habitación de mi hija,  tome la manija. giré la perilla pero tenía seguro. Que curioso teniendo en cuenta que las ganas que me tenia eran evidentes en su cara.

-Denis ¿podemos hablar?

Hubo silencio

-Denis

Al segundo llamado la escuche quitar el seguro y abrió la puerta. Llevaba una pijama de satén. Pantalones cortos y blusa de tirantes. Mire sus pechos y los piquitos erectos resaltaban en la tela confirmando lo que ya sabía y poniéndome como una roca al instante.

-lo viste verdad

Se tensó apretando su mano que aún estaba en la manija. Interesante reacción...muy interesante.

-N-no se de que habla

Su voz tembló. cuando di un paso en frente ella retrocedió, Ya no estaba tan coqueta como en la mañana, era la amiga de mi hija pero no podía negar que me atraía.

-no mientas

Dije con una voz firme y áspera

-no miento

Avance nuevamente y ella volvió a retroceder pero yo seguí avanzando asta que solita tropezó con la cama y callo al colchón, sus mejillas se pusieron rojas y su respiración se descontrolo cuando me puse sobre ella metiendo mi cintura entre sus piernas y apisonándola con los brazos a los costados de su cabeza.

-Denis, no me gusta que me mientan

Dije inclinándome sobre su boca, mojé mis labios y ella los miro. Los 2 sabíamos lo que queríamos pero fingíamos que no, Paso saliva y vi un atisbo de duda en sus ojos antes de hacer algo que no esperaba. Me jalo de los hombros y cedí ante ella dándome un beso que esperaba fuera inocente teniendo en cuenta su personalidad pero para mi sorpresa sabía besar increíblemente bien, me aferre a ella y correspondí de inmediato aprisionando su nuca con una mano para profundizarme en su boca. Esta chica era tan contradictoria y eso lograba ponerme más, mi lengua invadió su boca con avidez y gruñí contra sus labios cuando con descaro acarició mi pecho y toco mi miembro sobre el pantalón. Deje sus labios agitado y la mire a los ojos, esos ojos que estaban volviéndome un poco inmoral.

-qué quieres de mi Denis

Quise ser directo, no me gustaba tener rodeos y era mejor tener todo claro antes de seguir. Era un hombre maduro y no me interesaba andar jugando con colegialas a esta edad.

-Sexo

Era la única mujer que me costaba predecir y ese echo me gustaba.

-¿estás segura?

Acaricie su mentón pasando el pulgar por sus labios inchados debido al reciente beso.

-más que segura

Ella lamió y chupo mi pulgar con perversion. mi sangre se concentró en un solo punto de mi cuerpo ante ese acto.

-yo no sé ser amable, y si sigues provocándome voy a ser aún más bestia

Ella me dedicó una sonrisa cargada de lujuria y tomo mi mano metiéndose mi dedo de en medio asta el fondo de su garganta. Ese era un "no me importa que me cojas duro", fue suficiente para desatar el deseo que había luchado por ocultar.