Poemario

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"Este poemario no es influyente directo a la historia. Se explica qué nuestro protagonista hizo un poemario de sus sucesos diarios más como no ha de recordar todo, las situaciones que hayan Sido plasmadas, pueden ser a libre interpretación ya que no es una afirmación con respecto al libro"

No podía estar más satisfecho con todos los versos que tenía de mis seres queridos. Logré plasmar cada fragmento de mi alma, el cuál expresaba gramaticalmente el sentimiento que florecía en el invernadero de mi alma.

Lo leo y vuelvo a leerlo, me atrapa y me deja enredado entre los hilos poéticos que tenía, como una telaraña hecha a medida, con paciencia y pulcritud.

Aunque era un cuento en prosa de poema, tomaba el tiempo para cada individuo.

Allí, en ese sitio en el que me tocó nacer, viví mis días al lado de mis progenitores. Mi madre una mujer valiente, impresionante, nada era equiparable, ni se acercaba en lo más mínimo al hecho de su existencia. Para mí un refugio, que me cubría del rocío tóxico de la sociedad, un camino en medio del claro que me daba calma, paz... Aunque a veces la tormenta levantaba hojarascas de miedo, recor e incluso odio, ella era el néctar de felicidad que me acompañó por mis días de niñez y juventud.

Y con respeto hablaré de aquél hombre, ese director de orquesta que decidió dejar de dirigir la música del recital de nuestras vida. Fue un libro para mi aprendizaje, el cuál leía al estar muy necesitado de un alba en medio de la noche. Me hice tan independiente a él, pero ese pequeño libro lo guardé en lo profundo del armario que moraba en mi ser latente. Corría por los pasillos de esa mansión oscura y asquerosa, pero la luz de su ser funcionaba como linterna, siendo así una persona que tenía en los caminos de mi avance. A pesar de los golpes que demolían mi orgullo, el me enseñó a reparar esas áreas grises, dejando así en claro de qué ya había dejado de dirigir la sinfonía, me había dado el suficiente conocimiento para que yo tomara batuta del ordenamiento musical.

Con el fruto del amor nace la luz de la vida, y en el candelabro de nuestra familia hubo una nueva vela que aclaró más la llama del hogar. Antes de verla con amor, sentía envidio de su brillo joven y la atención por el calor que emanaba esa pequeña pero potente flama. Al paso de los días, meses y años, notaba que quería apagarse esa mecha, pero mi unidad creada con el tiempo me hacía prestar de mi chispa, para que una vez más siguiera siendo un faro de luz en el hogar. Mi amor por esa flama creció, ya no era pequeña ahora era enorme que hasta tenía forma de una joven dama a la cuál quería con aprecio, y en las ocasiones que mi cuerpo se tornaba gélido era esa bella llama quien hacía lo posible por volver a encender el carbón de la esperanza.

Mi edad avanzó, mi tiempo choco con las agujas del reloj quiénes drenaban de a poco mi juventud física, pero mi alma se mantenía intacta antes lo intentos de requisa que el mundo buscaba en mí. Así los años volaron al son de golondrinas que cantaban las notas del tiempo, como si de una ocarina se tratase. En mis viajes por ese mundo desconocido el tiempo se terminaba, causando estragos en mi entorno, los cuáles debía afrontar para remendar con mi hilo la tela del universo individual de mi perspectiva.

Tanto hice por recuperar el camino que fui feliz, dejando el grillete del ayer, comenzando a abrir el regalo de la actualidad. Probé diferentes sabores de mieles, que eran igual en textura y color, más no eran iguales en el paladar. Y un día en búsqueda del mejor dulce, conseguí ese panal dónde la miel rebosaba, pero su sabor era incomprendido, hasta que decidí ser el catador culinario y dar la mejor crítica de su amor. Sus olores, formas de glucosa entraba en mis papilas gustativas que sumado al infinito de sus compuestos, creaban en mi boca la sensación de vida, placer, muerte, calor y diferentes términos para expresar el sentir de un cálido dulce.

Compartidos tiempos de riego a una flor que marchita estaba, fue transplantada a mejor tierra para que sus nutrientes recuperaran el brillo de cada pétalo. Tristemente para mí vida no podía amarla tanto, sabiendo que en cualquier momento su efímera vida acabaría dejando un vacío en el jardín de los recuerdos, por eso preferí dejar su crecimiento al aire libre y que sus semillas fueran transportada por el viento helado de la realidad, el cuál vivía de la polinización de la crudeza.

Mi corazón dejo de latir, dejó de sentir, dejó de amar, simplemente murió con el recuerdo del pasado. Todo esto fue causado por lo exótico y fugaz del enamoramiento instantáneo, no es homogéneo, solo es un líquido cayendo por lo dedos el cuál deja su frescura, solo para acabar sintiendo frío para morir en un silencio de insensibilidad.

Escale la montaña para ver la cima una vez más, ya que disfrute del cielo cuando volé por sus besos. Arriba solo veía la aurora boreal que delimitaba el espacio entre tú y yo, un universo de posibilidades que darían Miles de respuesta que jamás sabremos porque nadie sabe la función del universo.

Desde el átomo más pequeño de mi ser supe cambiar, para poder crear nueva materia que sería mi maqueta a presentar en el proyecto de vida. Un vago amor que no recuerdo el por qué,no supe su rostro ni su habla, pero mi alma le dió cabida a su amor para tener un espacio en mi fragmentado del corazón.

Y así probé el nuevo sabor del amor, un nuevo frasco con una esencia de pureza e inocencia. La portadora de la luz divina hija de la gran deidad, nombre de reina, amor único nacido de un ángel el cuál crié en la tierra. Fuí mi primer encuentro del historia, dónde la vida y la muerte estuvieron de la mano, llegado el ángel del cielo a mis brazos el alma de la mujer se fue con su voz para recitar cantos en el cielo.

Amé luche por el bienestar de mi pequeña reina, quién cuidé con todas las fuerzas, como una carpa recibiendo los golpes demoledores de las olas que maltrataban cada escama que se haría más fuerte con el tiempo. Y ví como ella a mi lado nadó hasta crecer y buscar nuevas corrientes para crear nuevas experiencias en lo profundo de las aguas de la existencia misma.

Corrí solo por un tiempo hasta que volví a ver el nacimiento de la luz en medio de la sombra, cuando escudriñaba las cavernas de la esperanza para ver más amor hacia mis allegados. Ella la luz de mis ojos la niña de mi alma y vida quién sacó toda impureza contaminante arraigada a las paredes.

Ví crecer esa flor una vez más, más no la misma flor. Eran la misma especie la misma fisionomía y esa flor hermosa había vuelto a renacer en mi jardín por sí sola, la amé y la cuidé una vez más hasta que el pasado tomo factura de mis deudas, dejándome vacío y con sed, solo saciándome con lagunas mentales que me ensimismaban en un nuevo rubro donde solo veía la flor crecer en primavera, una primavera que cada vez tardaba más en llegar, haciendo los años meses, meses semanas y semanas días.

Creí no volver a tener ese amor de la flor, hasta que un joven me dió la llave para salir del falso Edén en que vivía. Ya tenía el camino abierto y volvía a ver todas las veces en que floreció la luz de mis ojos en medio de la penumbra, por ello volví a sentir el calor que emanaba su pequeño gran cuerpo, que apretaba mi garganta al poder sentir y gesticular su nombre después de poder amar con el alma a quién antes había Sido olvidado.

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