𝟎𝟑

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La luna estaba en su punto más alto alumbrando toda superficie que tocaba mientras que en el balcón de la mansión Kido; la joven Saori Kido se encontraba llena de tristeza y confusión pues todo lo que creía que era su vida se había ido por la borda ante la revelación de que ella era la reencarnación de Athena.

— ¿Athena? ¿En serio? —se dijo a si misma en un inaudible susurro mientras los copia de nieve caían en su morado cabello.

— Creo que nos sobrepasamos un poco está tarde discúlpanos —hablo la voz de Seiya a sus espaldas—. No pretendíamos asustarte solo fue para protegerte —aclaro recargandosé en el barandal del balcón.

Luego de unas palabras el castaño fue interrumpido por la voz del caballero de Andrómeda quién se encontraba sentado en el barandal.

— Esos eran asesinos del santuario, el patriarca te quiere muerta por alguna razón —dijo Shun llevándose una mano a su pecho diciéndolo como si fuera la cosa más normal del mundo.

Seiya estuvo de acuerdo y nuevamente fue interrumpido por la llegada de Shiryu. Mientras que Hyoga se encontraba a unos metros de ahí detrás de una pared escuchando la conversación.

— Esté lugar ya no es seguro, tranquilizate. No permitiremos que te pase algo —hablo Seiya seguro de sus palabras.

— No te preocupes hemos entrenado mucho, tú lo viste hoy en aquél puente —Shun se bajó del barandal poniendo ambas manos detrás de su espalda.

Saori jugó con sus dedos algo nerviosa antes de hablar: —No es eso.

— ¿No? —interrogo Shun un tanto confundido.

— Se los agradezco es sólo que aún no entiendo. Todo fue tan repentino —suspiro para ver a Seiya—. Es que todavía no lo asimiló, es que de repente vienen y ¿me llaman Athena?

Desvío la mirada llena de tristeza mientras que los caballeros de bronce la vieron con lastima.

De repente todos se pusieron alerta al sentir dos poderosos cosmos que se aproximaban. En el cielo un remolino se formó permitiendo ver una enorme esfera de luz dorada que iba en dirección a la joven Kido.

Seiya tomo rápidamente a Saori para saltar del balcón que fue destruido por el impacto de la esfera. Los caballeros de bronce se posicionaron a la defensiva.

Entre el polvo y el fuego de la destrucción se dejaron ver dos imponentes figuras.

— Son unos caballeros dorados —dijo el castaño eufórico.

— Queremos la armadura dorada de Sagitario —hablo la voz de la chica alado del león dorado—. Hemos venido aquí por dos razones.

— La primera: recuperar la armadura dorada de Sagitario. Y mi segunda razón entregar justicia al santuario y matar a diosa impostora, Saori Kido. —termino de hablar Aioria.

— No lo harás primero tendrán que matarme caballeros dorados —hablo Shiryu entrando en posición de combate.

Se lanzó para atacar al hombre dorado pero fue embestido por el golpe de Ilena que lo envío a varios metros fuera de alcance.

El dragón fue auxiliado por Seiya y Shun. En ese momento Aioria lanzó un ataque congelando el tiempo para caminar con toda tranquilidad hacía Saori Kido.

Ilena iba detrás de él al mismo paso pero se detuvo al ver a un chico de cabellos verdosos. Abrió los ojos sorprendida al ver que se trataba del chico con el que soñaba cada noche.

— Tú.. —susurro atónita.

El ataque del león dorado se desvaneció mandando a volar a los caballeros de bronce, mientras que Ilena seguía sin reaccionar.

Aioria logró cortarle un poco de cabello a la asustada joven de no ser por Pegaso y Andrómeda; la hubiera matado.

Los otros dos caballeros bronce se lanzaron atacarlo pero recibieron lo mismo que los otros dos fueron lanzados con brutalidad.

Ilena a una velocidad inhumana se movió para atrapar el cuerpo herido de Shun, cargándolo estilo nupcial. Para después colocarlo con cuidado en el suelo está acción no paso desapercibida para los otros bronce.

— Ilena —la voz imponente del caballero dorado hizo que la joven se alejará de Andrómeda.

— Lo siento —murmuro para ir trás Aioria.

Pero un pequeño pico que sobresalía de su armadura fue tomado por el débil dedo de Seiya.

— Parece que logré detenerte —susurro con una sonrisa cansada.

— Y por eso perderás la mano, ¡Caballero!  —exclamo preparando su ataque.

— ¡Detenganse! —intervino un poderoso cosmos que hizo que ambos dorados se voltearan sorprendidos.

Al ver el cosmos puro de la joven, quién gritaba entre lágrimas que no les hicieran daño a sus protectores.

Ilena la miro perpleja.

— ¡Oigan! ¡No es ésto lo que buscan! —grito Tatsumi apareciendo con la armadura dorada de Sagitario.

— Aioros.. —murmuro la pelirroja para caminar en dirección a la armadura.

— Llevensela ¡Pero les advierto que si la tocan! ¡Van a arrepentirse el resto de sus días! ¡Les quedó claro! —exclamo valiente el mayordomo ante la penetrante mirada de ambos caballeros.

Ilena sonrió burlona trás su máscara para tomar la armadura con facilidad haciendo que Tatsumi retrocediera asustado.

— No se si tú eres la verdadera Athena —dijo Aioria mientras se daba la vuelta para irse: —Pero si lo eres ven al santuario y demuestraselo al patriarca demuestra que eres la diosa que Aioros protegió hasta la muerte. —miro a Saori por arriba de su hombro—. Si no vienes prepárate para morir.

Advirtió lo último antes de teletransportarse al santuario.

La menor fue la última en irse mirando con lastima a los chicos en el suelo quienes comenzaban a levantarse.

Se quedaron perplejos al verla aún ahí, el corazón de Shun se aceleró al reconocer aquellos ojos lilas.

— ¡Espera! ¡¿Cuál es tu nombre?! —grito intentando llegar a ella.

— Ilena un placer conocerte Shun de Andrómeda. Lamentó que nos tuviéramos que conocer en estás circunstancias pero tengo que llevar a Aioros a casa —sonrió trás su máscara antes desparecer como lo hizo Aioria.

Dejando a Shun perplejo.

𝐈𝐍𝐄𝐕𝐈𝐓𝐀𝐁𝐋𝐄; Shun de Andrómeda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora