𝗩┃ ❛❛Ojos sedientos por ver sangre, mentes con un solo objetivo: acabar al enemigo.❜❜
━━━ Un misterioso asesino asaltó el distrito Lichtenberg de Berlín, Alemania. Sin motivo aparente y atacando al azar. O eso era lo que los ciudadanos aterrorizado...
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(Chico golpeado)
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Tiempo antes.
ACOMODÓ LOS PLATOS EN LA MESA y enumeró: tostadas con aguacate, huevos revueltos, café y...por supuesto. Faltaba que aquel simpático ancianito que tenía por abuelo estuviera sentado en su lugar. Este mismo, todos los días se dedicaba a admirar las hermosas vistas que le ofrecía las mañanas.
Por lo que, inmediatamente supo dónde podía encontrarlo.
Salió del comedor y caminó hasta llegar hasta el salón, donde rápidamente localizó al adulto mayor. La chica de cabellos negros sonrió levemente al verlo cerrar sus ojos por un momento y con una sonrisa relajada recibir el viento que había logrado colarse moviendo en el proceso las cortinas de la gran ventana que daba hacía la parte trasera de la casa.
Al adulto mayor le encantaba ver cómo las hojas de los árboles se movían; el como las mariposas y algunas abejas danzaba alrededor de las pocas pero bonitas flores que estaban en su patio. Decía que la naturaleza lo hacía sentir en paz y que lo ayudaba a alejarse del estrés que le provocaba el estar en una silla de ruedas.
── Buenos días, abuelo ── cuando estuvo lo suficientemente cerca puso las palmas de sus manos suavemente en los hombros del adulto mayor.
── Buenos días, Charli ── posó su mano encima de la de su nieta.
── Se que adoras la naturaleza abuelo, pero necesitas ir a desayunar ── antes de que su abuelo tuviera la oportunidad de quejarse habló nuevamente. ── Mira que tu hora de desayunar paso hace...── miró a su derecha, hacía la pared donde un reloj mediano y redondo le daba la hora. ──...dieciocho minutos, ya nos pasamos ── comenzó a moverlo del lugar.
── Ni es mucho...── iba renegando mientras Charlize empujaba la silla hasta la mesa del comedor.
── Oh, claro que lo es. Katerina puede venir en cualquier momento y te encontrará con el estómago vacío. Ya sabes cómo se pondrá.
── Ni me lo recuerdes, por favor. A esa mujer le encanta engordarme, quiere que parezca un oso ── refunfuñó, y con ternura Charlize acomodó el blanco y corto cabello de su abuelo para luego sentarse a su lado.
── Serías el oso más tierno del mundo, abuelo Garo.
── Otra con el mismo cuento, yo tengo que ser el anciano amargado de la esquina, ese que da miedo y por el que temes entrar a su patio por tu pelota perdida.
── Ay abuelo, es imposible lo que pides. Con tanta ternura que te rodea atraes hasta a las mariposas ── señaló su hombro derecho donde una bonita mariposa amarilla reposaba tranquilamente.
