Hoy era un día especial y a pesar de que no me gustaba levantarme tan temprano, me toco hacer una excepción para poder arreglarme. Me levante, bañe y vestí, lo que más me costaba en realidad era peinarme y no es que tuviera cabellos problemáticos, ni rizados simplemente no sabía cómo manejar mi cabello lacio con complejo de ondulado. Es decir, seguía tutoriales, pero terminaba con el cabello enredado, así que pedí ayuda a mi tía, sí, mi tía porque lo de no saber peinarme lo heredé de mi madre. Le agradecí y de una vez me despedí de ella porque no la volvería a ver hasta después de las vacaciones, una vez listos mis padres y yo partimos a la ceremonia.
Ya había pasado como media hora, entre protocolos de entrada y espera, lo bueno era que había aire acondicionado, luego comenzaron con el itinerario y los discursos. Por otro lado, estaba yo viendo como el sol brillaba más en el cielo, así se podía apreciar desde la ventana del auditorio, me preguntaba si este sol nos fatigaría tanto después de salir de aquí.
El discurso del rector parecía extenderse cada vez más y más pero solo era mi impaciencia saliendo a la vista, gire a ver a mis amigos más cercanos y luego a todos mis compañeros. Todos nos graduábamos hoy, por fin libres, ¡al fin! después de tantos años juntos. Rodeados de un mar de togas y birretes que llenaban el campo de graduación, la mayoría de mis compañeros se habían arreglado muy bien que parecían modelos, la emoción se hacía presente en todos mezclado con la sensación de nostalgia por los años pasados.
Este último año al menos para mi grupo de amigos había sido una montaña rusa de emociones. Habíamos enfrentado desafíos académicos y personales, pero también habíamos forjado una fuerte amistad entre nosotros, de esas amistades sólidas que perdurarían a través de los años. Mi mirada otra vez se desvío a mi grupo de amigos, ellos estaban riendo y celebrando el final de esta etapa importante en sus vidas, se notaba su emoción.
Como era costumbre mis ojos no pudieron evitar desviarse a un ser en específico. Los ojos no aprenden, por más que uno disimule y actúe mejor que otros, los ojos gritan la verdad que siente el alma y mi alma gritaba su nombre. Jackson, aquel muchacho que me ha acompañado desde que tengo uso de razón, su sonrisa me iluminaba el día, incluso hoy que era el mejor día de nuestras vidas él hacía que mejorara aún más. Pero mejor aleje mi vista y mire al frente, dirigiendo mis pensamientos a otra cosa que no me delatara, comencé a pensar en el plan que teníamos para el fin de curso, lo habíamos planeado durante meses para que este sea perfecto.
Habíamos decidido hacer un viaje juntos como una forma de despedirnos ya que cada uno iría a lugares diferente por trabajo o por sus familias, así que esta fue la mejor forma de despedirnos y dar la bienvenida a un nuevo capítulo en nuestras vidas. Dentro de tantos destinos como: Costa Azul que es un pueblo costero que tiene mucha luz y sol, o Freiles que tiene un gran faro, entre otros lugares más, terminamos eligiendo Rocamar, un encantador pueblo costero que está rodeado de rocas y acantilados, con paisajes espectaculares y salvajes, todos coincidimos en que este lugar prometía una escapada mágica llena de misterio y romance.
Mientras el rector continuaba hablando en el escenario, sonreí al recordar cómo habíamos tomado la decisión. Todos sentados en la cafetería del centro, el lugar donde siempre nos reuníamos, ese día hasta mapas llevamos y discutimos las opciones, mientras Mike y Hada tomaban sus malteadas, Jack su café helado y yo mi té. Ese día perdimos la noción del tiempo y del número de dulces y bebidas que tomamos. Entrada unas tres horas, no recuerdo quien menciono Costamar, pero todos asentimos con entusiasmo y aprobación después de ver varias reseñas e imágenes, este lugar cumplía con los caprichos de cada uno. Las historias que rodeaban al pueblo sobre casas antiguas, un faro misterioso y leyendas de amores perdidos eran demasiado tentadoras para resistirse.
Entre tantos pensamientos, el sonido de los aplausos me trajo de vuelta a la celebración. El rector por fin había terminado su discurso y la que tomaba su lugar ahora era la secretaria, quien iría llamando uno por uno para entregar nuestros diplomas finalmente. En primer lugar, llamaron los de mejor calificación y junto al certificado de graduados nos daban el de honores. Cuando mi nombre resonó a través del micrófono, cruce al escenario teniendo cuidado de no tropezar para aceptar el pergamino, al estar ahí frente a todos sentí una mezcla de emoción. La alegría de graduarme se mezclaba con el temor de un futuro incierto y la anticipación del viaje por venir. En ese momento mientras tomaban la foto, Jackson levantaba un pequeño cartel que me lleno de emoción, mis demás amigos gritaban como locos apoyándome. Luego fue el turno de mis amigos de subir y desde luego les hacía algarabía como las que ellos me hicieron a mí. A mi pensar fuimos el grupo de amigos más ruidoso en medio de la ceremonia.
Al finalizar, todos nos reunimos en el patio de la institución, donde la celebración estaba en pleno apogeo. Familiares y amigos se acercaron para felicitar a los recién graduados, y los abrazos y risas llenaron el aire. Nuestros padres estaban reunidos entre ellos, resultó que ellos también se llevaron bien desde los primeros días, y poco a poco formaron una amistad, eso era ventajoso para nosotros, nos dejaban hacer pijamadas. Todos ellos vinieron a nuestro grupo, dando felicitaciones a cada uno, luego mis padres se acercaron con orgullo y me abrazaron con fuerza.
- "Stell, estamos muy orgullosos de ti, cariño!", dijo mi madre, con las lágrimas que le resbalaban por las mejillas.
Yo solo podía sonreír y agradecer a mis padres por todo el apoyo que me habían brindado a lo largo de los años. Luego mis amigos me halaron a un círculo que hicieron para darnos un abrazo grupal y tomarnos un montón de fotos, así que en medio de tanto cariño anuncié: "¡Es hora de comenzar nuestra aventura en Costamar!"
Todos reímos y los ánimos se elevaron aún más. Cada uno tenía guardado en el carro de sus padres sus maletas para el viaje. Así que en medio de la celebración fuimos a los baños a cambiarnos de ropa para viajar, una vez salimos nuestros padres reían juntos y dejaron de brindar acercándose para despedirnos. Nos subimos a la camioneta, donde ya estaba el chofer que contratamos listo para salir, subiendo todas las maletas y luego de muchos abrazos, advertencias de nuestras madres y despedidas. Al fin el auto estaba a punto de partir hacia el emocionante destino. Desde luego sería inolvidable, lleno de risas, amistad y, quién sabe, tal vez un poco de romance.
Y así empezó la emocionante travesía junto con mis amigos en Costamar, donde lo desconocido nos aguardaba y donde descubriríamos secretos que cambiarían nuestras vidas para siempre.
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El amor y los caprichos del tiempo
RomanceStella, una recién graduada del colegio, ansía un viaje de fin de curso inolvidable con sus amigos en el pintoresco pueblo costero de Rocamar. Sin embargo, lo que comienza como una escapada llena de diversión, romántica y llena de misterio se convie...