I. Alas de Sal.

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La decisión de Zeus había dejado a todos perplejos: La humanidad vivirá por mil años más. Algunos dioses que admiraron la valentía y coraje de los humanos en combate, decidieron volver a guiar a sus propios mortales y ayudarlos en su nueva oportunidad, así como la humanidad volvió a tenerles respeto a ellos.

Eran buenas noticias en tan poco tiempo y así como las buenas noticias corrían por todos los países, también corrían los rumores por las tierras divinas y hasta en los Inframundos. Tal parece que había algunos dioses que mostraban interés en los humanos y viceversa. Zeus nunca protesto, ¿quién era el para impedir relaciones entre la raza humana y los mismísimos dioses? sería un discurso lleno de hipocresía donde seguramente terminaría perdiendo.

Pero aún así y lejos de ciertas inconformidades, todo parecía ir perfecto. 

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Un nuevo día se emprendía, y la luz del sol empañaba los rincones del nuevo mundo. Hércules despertó en su recámara completamente solo, aquello no le molestaba, pues muy lejos de todo, había una pequeña sonrisa en su rostro por la emoción de una nueva oportunidad de ver al mortal que más amaba, y más después de compartir la noche a su lado.


Se vistió y recogió un poco antes de salir en búsqueda del humano que tenía la costumbre de desaparecerse por las mañanas. A veces lo encontraba divagando en los salones divinos, u otras veces en alguna habitación que no era la suya, pues tenía la costumbre de mirar a los demás dioses y humanos.

Así era Jack, y él lo amaba.

Comenzó a silbar una canción en alto mientras recorría los múltiples pasillos en su búsqueda. Se encontró con algunos conocidos, pero al preguntarles por el londinense ninguno supo contestar, estaba comenzando a preocuparse, jamás solía perderse por tanto tiempo. Siguió su camino, preguntando a cuánta persona viera si sabían del paradero de su pareja.

El Amor NO lastima. | HerJack. [Editando] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora