T r e s.

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Sus besos sabían a estrellas fugaces.

Sus lágrimas eran tan amargas como el café sin azúcar.

No verle reír un día lograba hacerte sentir como que habías perdido algo.

Y su mayor deseo estaba tan cerca que era palpable con la punta de los dedos.

Pero no lo consiguió. Y fue mi culpa.

Perdóname.

Ilusiones Perdidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora