𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒; 𝑼𝒏𝒃𝒆𝒌𝒂𝒏𝒏𝒕

74 53 9
                                    




Nunca hubiera imaginado, qué yo... iba a presenciar o ver algo así.

Noche tras noche, las pesadillas no abandonaban mis sueños. Pesadillas en donde podía ver cómo esas chicas eran asesinadas, y yo no podía hacer nada.

Me sentía paranoica por momentos, mí mente me daba malas jugadas, haciéndome pensar que el asesino me seguía o estaba muy cerca de mí, a punto de matarme y ahorcarme como a las demás chicas.

Cosa que era solo mí imaginación.

Y qué gracias a Dios, no eran una realidad.
O eso quiero creer.

Habían pasado tres días desde que hablé por última vez con Gael, esa noche dijo que vendría a buscarnos, pero él nunca llegó, al día siguiente le preguntamos a las hermanas del lugar si lo habían visto en alguna parte.

Pero siempre nos decían que él estaba ocupado en cosas del convento, nosotras no podíamos ir allí, así que no lo habíamos podido ver durante estos últimos días.

Pero con o sin él, iríamos igual a investigar esas habitaciones, no podíamos dejar que sigan pasando los días. En cualquier momento iban desalojar el lugar, y cualquier cosa que estuviese ahí, podría ser de ayuda.

Esta noche, iría con Elina, ella se veía muy interesada con esto, cosa que se me hace raro, de verdad creí que ella tendría miedo de todo esto.

Pero por un lado era mejor, me sentía con más seguridad, ¿yo? tengo miedo, pero si al descubrir la verdad tengo que arriesgar mí vida, no me opondría. No puedo permitir que chicas inocentes sigan muriendo.

Lo que me dejó pensando, fue lo que me dijo Gael;

"Sí, sí lo hay. Todavía no sabemos con certeza si es femenino o masculino, pero muchas pistas nos trajeron aquí."

Yo ví a un hombre esas dos noches, aunque posiblemente podría ser una mujer.

Pero estoy segura que quién lo hizo fue un hombre, quizás no tenga pruebas, pero mí instinto nunca me falla.

Estaba caminando hacia la sala de visitas, hoy era el día en que mis padres vendrían, ojalá que mí madre no haya venido con mí padre.

Me adentré a la habitación, dónde habían mesitas y sofas en diferentes partes de la sala.

Busqué con la mirada por todas partes al hombre a quién yo lo llamaba padre, pero solo podía ver a otras familias, esperando la llegada de la persona a quién vinieron a visitar.

Fui caminando en medio de las mesas hasta que ví el cabello negro mezclado con blanco de mí padre, y justo a su lado, una mujer rubia de ojos claros.

En ese momento maldecí dentro de mí. desgraciadamente mí padre había venido acompañado por la mujer que se hacía llamar mamá.

—Hola. —dije al llegar junto a ellos en la mesita, y luego sentarme frente a ellos.

—Hola cariño, ¿Cómo has estado? —contestó mí padre amablemente.

—¿Es en serio? ¿Ahora soy tu cariño? —dije en un tono irónico, cómo si lo que él dijera, fuese una tremenda tontería.

—Ay Sashi, tú siempre lo has sido para ambos —prosiguió mí madre, con una sonrisa cálida, que yo sabía que era más falsa que la promesa de un político queriéndose ganar a la gente con puras mentiras.

Qué apodo más horrible.

—Ya basta, dejen la hipocresía por un momento —dije asqueada con su teatro de "padres amorosos".

© 𝑆𝑎𝑠ℎ𝑎 𝑀𝑒𝑦𝑒𝑟 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora