Sombras

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Usagi estaba emocionado, soltando uno que otro brinco mientras caminaba hacia la guarida de los Hamatos.

Había terminado con sus trabajos encargados como yojimbo, vaya que había una gran cantidad de yokais que ocupaban protección en la Ciudad Escondida.

Por fin podía descansar al lado de su familia y su pareja, ya sentía la cama confortable, escuchaba la música relajante, saboreaba el té, olía la comida y lo más importante ya sentía los besos de Leonardo en su rostro. 

Eso último hizo que apresurara el paso, tendría el descanso perfecto en unos minutos más. 

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Llegando a la entrada de la guarida escuchó claramente los movimientos y charlas de la familia, había una película de Lou Jitsu de fondo con música combinada. 

Un caos acogedor

El conejo suspiró, como había extrañado ese ambiente.

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Llegó a la sala, recibiendo saludos de la familia, sin dudar regresó los mismos, pero faltaba alguien, Leo, su novio, juraba haber escuchado su voz y ver su silueta antes de entrar.

-¿Leonardo? - preguntó sencillamente el samurai 

Los demás se miraron entre ellos para luego mirar a un cierto lugar, uno dónde estaba sentado Leo hace unos segundos para luego desaparecer.

-Qué raro… juraría haberlo visto hace unos segundos... - Usagi dejó las palabras al aire porque sintió un leve beso en la nuca junto a una pequeña risa (que escuchó claramente gracias a sus largas orejas) que le dió escalofríos y lo hizo sonrojarse.

Reconocía fácilmente al dueño de esos labios.

Usagi se dio la vuelta para encarar a la tortuga, para solo ver las colas de una máscara azul escondiéndose en una de las sombras de su hogar

-Leo! - no pudo evitar chillar su nombre, su sonrojo aumentando, preguntándose como Leonardo había logrado sorprenderlo y ocultarse tan rápido

-No puede ser, Leo para esto usas nuestro entrenamiento? - se quejó Raph con resignación

Con ese comentario Usagi lo recordó, su novio era un ninja, que idiota fue al olvidar ese detalle.

Qué día le esperaba con los trucos de Leo?

✪ ✪ ✪ 

La respuesta a su duda había sido aclarada, su día había sido agonizante.

En vez de relajarse como tenía planeado, solo había logrado estar en alerta (y sonrojado) todo el tiempo que estuvo en el hogar de su novio. Leo lo había sorprendido en cada uno de los rincones posibles de la guarida, ocultado en las sombras, con besos robados en diferentes partes de su cuerpo.

Raph le había explicado de las técnicas del arte ninja que les había enseñado su padre, utilizar las sombras era uno de esos.

Varios besos fueron en sus mejillas, en su frente, barbilla, en sus orejas, unos cuantos también en su nariz con un pequeño “boop!”, uno que otro fue dirigido en su cuello, espalda y pecho (estos haciendo que su pelaje se esponjara, aún más sonrojado), después de cada uno de los besos dados escuchaba claramente la risa de Leo.

Usagi estaba decidido a cobrarse cada uno de esos besos en un solo movimiento, solo ocupaba una de las sombras que Leo no había utilizado aún.

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Leo estaba disfrutando del espectáculo, viendo que su familia intentaba ignorar y/o parar con sus travesuras con Usagi estando sonrojado con cada uno de los besos, no podía dejar de admirar sus sonrojos y su pelaje esponjoso, ¡se veía tan tierno!

Al principio fue divertido, había logrado encontrar buenos puntos para esconderse en la guarida que les sería útil en el futuro, además estaba mejorando el truco de esconderse en las sombras, pero empezaba a volverse aburrido, ya no se le ocurrían más lugares para besar a Usagi (otra de las cosas que utilizará pronto, muy pronto), todo ese tiempo evitó darle uno en los labios, quería ser creativo.

Pero extrañaba los labios de su novio, quizás era hora de terminar con la broma y disfrutar el resto del día con Usagi.

Salió de su actual escondite, una de las esquinas del comedor, decidiendo sentarse en una de las sillas para esperar a Usagi, al que vio por última vez en la cocina -donde solo había una entrada y salida- solo era cuestión de esperar a que saliera.

Pasaron unos minutos, aún no salía Usagi de la cocina, quizás estaba preparando comida para ambos, decidió ser paciente… pero 30 minutos después el conejo no salía. ¿Se había equivocado de lugar?, juraba haber visto a su novio en la cocina, se levantó dispuesto a encontrarlo.

✪ ✪ ✪

Entró a la cocina y ¡sorpresa! estaba vacía, sin rastro del conejo.

Leo bufó, dispuesto a buscar a su novio cuando escuchó un ruido, dirigiendo su mirada al piso, donde estaban unas cazuelas tiradas.

-Pero qué… - esas cazuelas hace unos segundos atrás estaban en su lugar, era imposible que se cayeran solas, rápido lo dedujo: alguien las había tirado, sacó una de sus katanas sin dudar, ese “alguien” seguía en la cocina, oculto en las sombras.

La tortuga no creía en los fantasmas, quién fuera el culpable era real -no eran sus hermanos ni su padre porque aún no habían descubierto los escondites de la cocina- y definitivamente era rápido.

Escuchó otro ruido, detrás suyo, solo tuvo tiempo de voltear hacia la dirección del ruido, cuando fue emboscado por alguien blanco y esponjoso que en un solo movimiento lo sostuvo de uno de sus brazos y cintura, inclinando su cuerpo hacia el piso en un beso profundo.

Leo ni siquiera tuvo tiempo de sorprenderse, reciprocando y disfrutando el beso, uno que otro pequeño gemido escapando de su labios con un sonrojo cubriendo completamente su rostro.

Usagi también disfrutaba el beso y su victoria ante la broma de Leo.

La victoria era dulce como los labios de Leo

Bonus:

-Apoyo el romance entre ustedes… ¡¿pero tenía que ser en mi cocina?!, Usagi esperaba más de ti pero le faltaste el respeto a mis cazuelas, ¡no esperen ni una comida de mi parte por una semana!

Mikey regañaba a la pareja, con Usagi siendo el único que lo escuchaba y haciendo reverencias en disculpa.

Leo lo ignoraba, desorientado por el beso apasionado con su rostro aún sonrojado, sus pupilas formando corazones que veían a Usagi esperando otro beso

Love and SwordsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora