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El suave zumbido de las luces fluorescentes llenaba la pequeña habitación de la clínica mientras Freen esperaba pacientemente a que comenzara su cita. En sus manos agitadas, sostenía un libro un poco desgastado, aunque sus ojos apenas rozaban las palabras. Su mente se encontraba inmersa en pensamientos oscuros y temores que había aprendido a enfrentar, pero que nunca había dejado ir del todo.

El sonido de la puerta se abrió y Freen levantó la vista para encontrarse con la doctora Becky Armstrong, una mujer alta y de cabello castaño, que caminaba con confianza. Sus brillantes ojos verdes reflejaban una mezcla de empatía y determinación.

―¡Buenos días, Freen!― Saludó la doctora con una cálida sonrisa, provocando un pequeño estremecimiento en el corazón de la joven Freen.

―¿Cómo te has sentido desde nuestra última cita?

Freen luchó por encontrar las palabras adecuadas mientras su mirada se fijaba en los ojos de la doctora, incapaz de apartarse de ellos. ―He tenido mis altibajos. ― Admitió, su voz temblorosa. ―Pero no puedo negar que cada vez que estoy contigo, siento que todo va a mejorar.― La doctora sonrió ante las palabras de su paciente.

La doctora se acercó y colocó una mano sobre el hombro de Freen. ―Eres una luchadora, Freen.

Sus palabras resonaron en el corazón de Freen, quien sintió una oleada de emoción. Sin embargo, también era consciente de que tenía que ser honesta con ella.

―Bien, Freen. Te haré un pequeño chequeo, será rápido. Solo es para ver cómo es que tú cuerpo está reaccionando ante el tratamiento. ¿Sí?― Freen un poco nerviosa, asintió ante la pregunta de su doctora.

Ambas chocaron miradas y se sonrieron mutuamente, el corazón de Freen latía aceleradamente. Estaba enamorada tan profundamente de su doctora, ella sabía que tal vez su doctora nunca corresponda sus sentimientos. Al final de cuentas ella solo era su paciente. Eso hizo bajar la mirada de Freen.

―¿Te encuentras bien?― Pregunto la doctora Armstrong, al ver cómo Freen dejaba de sonreír y bajaba lentamente su mirada.

―Estoy aquí para ayudarte. Cualquier cosa, me puedes decir. ¿Bien?― Freen asintió y le regaló una sonrisa a su doctora.

La doctora Becky sabía que había algo más detrás de esa sonrisa de Freen. Había notado pequeños gestos y miradas que indicaban un sentimiento más profundo, pero también sabía que no era apropiado abordar ese tema en ese momento.

―Gracias, doctora.― Respondió Freen, sintiendo un vacío en el pecho. Quería abrir su corazón y contarle a Becky lo que realmente sentía, pero tenía miedo de arruinar su relación médico-paciente. Se repetía a sí misma que debía centrarse en su salud mental y no complicar las cosas.

La doctora Becky se dio cuenta de que había algo más en las palabras de Freen, pero decidió respetar su espacio y no decir nada al respecto. Sabía que cada paciente era único y que algunos necesitaban más tiempo y confianza para abrirse por completo.

―Entiendo, Freen. Recuerda que siempre estoy aquí para escucharte y apoyarte en lo que necesites.― Le recordó la doctora. ―Ahora, vamos a comenzar con el chequeo, ¿está bien?

Freen asintió, agradecida por el apoyo de su doctora, y se dispuso a seguir adelante con la cita. A medida que la doctora revisaba su estado de salud, Freen pensaba en lo afortunada que era de tener a alguien como Becky a su lado. Aunque no pudiera expresar sus sentimientos románticos, sabía que podía confiar en ella y ella valoraba eso.

El tiempo pasó y la cita llegó a su fin. Freen se despidió de la doctora Becky. Sabía que tenía que aceptar su situación y centrarse en su propia sanación.

Camino hacia la salida de la clínica, sintiendo una ligera brisa acariciar su rostro. A pesar de los desafíos que enfrentaba en su camino hacia la recuperación, Freen se sentía más fuerte.

A medida que el sol iluminaba su camino, Freen decidió que no dejaría que su amor no correspondido la derrotara.

Con una sonrisa en los labios, Freen siguió caminando hacia el futuro, confiando en que, no importa cómo terminara su historia con la doctora Becky, ella sería su propia heroína y encontraría la felicidad que tanto anhelaba.

Y Becky, sabía que Freen era la paciente con la que conectaba más. Cada que estaba con ella, era algo mágico, tan especial. Amaba ver a sus pacientes sonreír, pero cuando se trataba de Freen. No solo era Freen la que sonreía, ambas sonreían como nunca. Eran la una para la otra.

With you - Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora