Para la población de Konoha ese día era maldito y se encargaban de dejárselo bien claro cuando era niño, pero hubo unas cuantas veces que unas flores y cierta persona arreglaban todo.
«Tsk. Feliz cumpleaños, Usuratonkachi...»
«Feliz cumpleaños.»
«Si...
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Este cap va para joonclouds, gracias por todo, personita de Wattpad !! ☆
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Por estar en las nubes, casi tropieza con las raíces secas del suelo. ¿Él, un excriminal de rango S, casi estampándose la cara contra la tierra por fantasear con un hombre? Qué bajo ha caído.
«¿Itachi se estará riendo de mí ahora mismo?»
Miró al cielo con decepción, y se sacudió la ropa un par de veces.
Siguió su camino en línea recta por unas horas más, junto con una pequeña pausa para comer el primer bocado del día, aunque fuera considerablemente tarde.
Pronto el Sol, su única compañía, empezó a descender y dejó el cielo teñido de un llamativo y pacífico naranja; solo con ver ese tono, esa personita revoloteaba en su subconsciente.
Sus pisadas se mantenían constantes, cada una ligeramente más ansiosa que la anterior, hasta que el piso se volvió más uniforme y a lo lejos divisaba las enormes puertas y murallas de la aldea; eso era normal, había pasado muchas veces por ahí, pero lo que llamó su atención fue que estuvieran alborotadas de lo que suponía eran turistas y otras figuras importantes de los pueblos vecinos que solo conocía porque en su adolescencia los había intentado asesinar... Una fila enorme de shinobis y aldeanos de todas las edades y colores esperando por pasar, volviendo locos a Kotetsu e Izumo.
Sabía que gracias a la reputación que se había ganado Naruto después de la guerra ya no sería difícil saber de su información personal, y que en agradecimiento por literalmente salvar el mundo, muchos se tomarían el tiempo de celebrarle en su día especial, ¿pero a tal grado? Incluso sin estar dentro, parecía que la aldea iba a explotar por tantas personas circulando en ella, incluso su percepción le hacía marearse por captar tantos chakras diferentes.
«A este ritmo no voy a entrar hasta mañana...»
Frunció el ceño y se decidió por no atravesar el bullicio de gente, en cambio tomó algo de impulso corriendo y escaló la pared sin problemas, procurando no ser visto ni oído por nadie, como solía hacer antes. Con facilidad burló la seguridad y saltó para aterrizar sobre un poste de luz, en cierta calle específica. Después de identificar su primer destino con la mirada, bajó de un brinco de regreso al piso, y avanzó un par de cuadras para entrar al colorido local.
-¡Florería Yamanaka! Para servirle-. Gritó un joven empleado, que pasaba por la entrada llevando unos floreros.