Capítulo 2

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—¿Echar....de casa?

Pronuncia las palabras con lentitud, como si no acabara de creérselas. Mientras tanto, yo sigo concentrada en el jueguito nervioso con mis anillos.

—Exacto.

Silencio.

Incómodo, incómodo silencio.

Subo la vista del enredillo de mis manos directo a la sombra de Cade, quien está arrecostado contra la barandilla de cristal mientras parece ordenar sus pensamientos. Puede que mi inicio haya sido más brusco de lo que podría haber sido.

—¿Segura de que quieres hablar de esto?

No soy capaz de mantener la cabeza arriba.

No estoy muy segura de si su pregunta se debe a que ha visto algún tipo de vacilación en mi expresión, o porque simplemente le parece que es un tema demasiado sensible. Independientemente de la razón, se muestra igual de curioso que antes, solo que ahora está levemente inclinado hacia delante, cauteloso por mi respuesta.

Tampoco tengo ni idea de qué es lo que espera escuchar. No es una gran historia, de echo, está completamente derrumbada. No solo por Sean y yo, sino por todo lo que lleva detrás, los pequeños escombros que lleva arrastrando. No puedo contárselos, siquiera soy capaz de mirar la foto que tengo en casa sin flaquear.

Debería haberme quedado en casa.

Estaría a salvo.

Estaría tranquila y protegida.

Pero sería Harper Slater otra vez, la niña vacía y sin sueños.

No puedo evitar que todos esas ideas se arremolinen en mi mente.

Alejo todo pensamiento inútil y dejo solo espacio para una cosa: Sean. Mi historia con Sean. Es todo lo que necesito soltar por el momento. Ni más, ni menos.

—Dijiste que tienes tiempo para aguantar a una borracha —un suspiro tembloroso se escapa entre mis labios—. Pues será mejor que te pongas cómodo.

Por fin soy capaz de levantar la vista directa hacia Cade desde mi asiento.

En medio de la noche, pensé que apenas sería capaz de dibujar su silueta y separarla del espesor de la oscuridad pero, por el contrario, incluso puedo fundirme con el verde de sus ojos. Tiene un color precioso, no son verdes por completo, pero tampoco marrón claro. ¿Acaso cambiarán de color según el clima? Sea como sea, eso no es lo que me deja enganchada. Su mirada conecta con la mía en medio de los ruidos de la noche, la música de la fiesta de fondo y la poca iluminación del balcón. Me recordaban a un bosque inmenso, con árboles tan frondosos que cualquiera pudiera perderse en él. Quisiera haberlo hecho, perderme en ellos para siempre, dejar de ser yo.

Pero ese bosque inmenso, comprimido en un par de orbes, solo transmitía comprensión. Nada de apuro, nada de hastío. Solo podía ver eso, a un chico paciente que estaba dispuesto a escuchar.

Eso me dió un poco de fuerzas.

—Harper.

Susurra mi nombre, bajo, casi inaudible, pero lo suficientemente alto como para dejarme sin aliento. Vuelvo a tener la misma sensación de antes, como si se dedicara a pronunciar cada letra con sumo cuidado, tratando de recordar. Me recuerda a cuando te obsesionas con una canción, pero luego pasa el tiempo y la olvidas. Aunque siga allí, aunque recuerdes parte de la letra, el nombre siempre se te escapa.

Eso era, mi nombre sonaba como esa canción perdida que te esmeras en recordar.

Quisiera preguntarle por eso, pero en cambio respiré hondo, lo más que pude, y cuando por fin solté el aire, comencé a hablar, ignorando el revoloteo en el estómago.

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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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