𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 1: 𝖤𝗅 𝗉𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝗉𝗂𝗈 𝖽𝖾𝗅 𝖿𝗂𝗇

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El aire soplaba suavemente, moviendo el pasto al compás de la naturaleza proporcionada, entre el pasto verde y tan puro. De imprevisto, un resplandor iluminó toda la tierra, cegando a cualquiera que viera esa distintiva luz brillante en su aparición.

A causa de esa misteriosa luz, aparece un cuerpo tirado en el suave pasto, los párpados de la fémina estaban completamente cerrados, estando en un sueño profundo; aspira y espira paulatinamente, subiendo y bajando su pecho de forma relajada. Pareciera que nadie la despertaría hasta que abrió los ojos en un santiamén.

Al sentarse rápidamente, se nota su cabello todo despeinado, sus lentes estaban fuera de su lugar, por suerte tenía su vestimenta desde que murió...

Recordando haber sido balaceada sin piedad alguna, un escalofrío le recorrió por todo su cuerpo, tentó con miedo su hombro y sus piernas, al notar que no estaba herida y sin rastros de sangre en su piel, soltó un suspiro aliviada, relajando sin querer sus hombros.

—E-Estoy bien. Pero... ¿dónde es–?

—Estás en un prado, querida.— Susan se asustó al escuchar una voz masculina, especialmente porque se escuchaba algo gastada pero imponente.

El rostro de la mencionada giró por todo su entorno, sin hallar la silueta del posible dueño de esa voz tan paternal.

Claro que se sobresaltó cuando lo vió estando parado en frente suyo. Aquél hombre de edad avanzada le sonríe abiertamente a la ojimarrón.

—Tranquila, Susan Jenkins, ya estás a salvo.— Aquél hombre, que por alguna extraña razón no se vizualizaba su rostro, ofrece su mano a la única mujer que estaba en su presencia. —Ven, levántate.

—E-Eh, gracias, señor.— Cohibida ante la ayuda del desconocido, acepta, luego de ser levantada sin ningún problema, la ojimarrón se sacude el pasto que se quedó pegado en su ropa. Pero al hacerlo, se queda estupefacta al saber que está con otra vestimenta. —¿Pero qué rayos...?

—¿Te gusta? Lo hice porque una vez deseaste tener un vestido de la época victoriana.— Comenta despreocupado, observando fijamente a la de menor estatura contemplar su vestimenta. —El azul cielo te queda bien.

—E-Esto no es un sueño, ¿verdad?

El señor se confundió por la pregunta vacilante de Susan, ésta había dejado de ver su elegante vestido azul que inevitablemente había empezado a llorar, sus lágrimas se intensificaron en un auge de tristeza profundo.

La pelimarrón sintió que alguien la abrazó por los hombros, relajó su cuerpo sin darse cuenta, y de su boca sólo salía sollozo tras sollozo.

Bien sabía que aquella mujer no merecía estar llena de soledad y de lamentos, si no hubiera estado ocupado en todo ese tiempo para ver a las personas convertirse en alguien, quizás Susan no estaría pasando por aquella situación.

𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐚 𝐬𝐞𝐚 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 ▎𝖱𝖾𝖼𝗈𝗋𝖽 𝖮𝖿 𝖱𝖺𝗀𝗇𝖺𝗋𝗈𝗄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora