Capitulo II: La Leyenda del Catrín del Bosque

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La leyenda de Micantetlan no tardó en extenderse por los pueblos cercanos al campamento. Muchos habían oído hablar de las misteriosas desapariciones y muertes que ocurrían en los bosques del norte, donde se decía que había un lugar donde se reunían personas extrañas y peligrosas. Algunos incluso habían visto a un espectro con forma de catrín, un hombre elegante y refinado, que se aparecía por las noches y les ofrecía cumplir sus deseos a cambio de un sacrificio. Era Micantetlan, que salía a cazar almas fuera de su territorio, buscando nuevas víctimas para su secta.

1900-1970
Algunos habitantes del pueblo de Okotepetl, que quedaba cerca del campamento, sospechaban que había una conexión entre el catrín del bosque y el lugar donde se hacían las excursiones. Habían notado que algunas personas que iban al campamento nunca volvían, o volvían cambiadas, como si hubieran perdido la razón. Habían intentado investigar, pero nunca encontraron evidencia que los vinculara al espectro. El campamento parecía ser solo un sitio de recreación y convivencia, donde no había nada raro ni malo.

El campamento recibió un nombre, Micantetlan, en honor a su dios,  tenía un símbolo,  una M con un punto arriba de esta y siendo enmarcada por un laurel, representando el poder y la gloria de Micantetlan

Y el campamento tenía un lema “donde todos renacerán”, refiriéndose a la promesa de Micantetlan de darles una nueva vida a sus seguidores.

El campamento era el lugar donde Micantetlan reinaba con absoluta autoridad, y donde sus seguidores le obedecían con ciega devoción. Era el lugar donde se cometían atrocidades sin remordimiento, y donde se celebraban fiestas sin límite. El lugar donde se cultivaban las flores de Cempasúchil las que a su amada más le gustaban,  y donde se esparcía el aroma de las almas quebrantadas. Era el lugar donde nadie entraba ni salía sin el permiso de Micantetlan. Era el lugar donde nadie sabía lo que pasaba realmente. Era el lugar donde nadie podía escapar.

Años 70’s Pasaron los años, y Micantetlan gozó de un sinfín de sacrificios hasta que empezó a sentir un vacío, algo que no sentía desde hacía mucho y cuyo sentir le generó mucho miedo

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Años 70’s
Pasaron los años, y Micantetlan gozó de un sinfín de sacrificios hasta que empezó a sentir un vacío, algo que no sentía desde hacía mucho y cuyo sentir le generó mucho miedo. En esos tiempos pensó en su amada, y en que no la había vuelto a ver en muchos años. Al sentir que su fin se acercaba y haber recuperado fuerzas suficientes, decidió utilizar una de sus tres almas restantes para poder acceder al Mictlan y buscar a Mictecacihuatl.

Micantetlan o el Catrín, como lo llamaban algunos humanos por su elegante vestimenta, se desapareció por un tiempo del campamento y bajó al Mictlan, pasando por todos sus niveles y llegando al rincón más oscuro

Micantetlan o el Catrín, como lo llamaban algunos humanos por su elegante vestimenta, se desapareció por un tiempo del campamento y bajó al Mictlan, pasando por todos sus niveles y llegando al rincón más oscuro

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