En Lo Profundo

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SASUKE

Mi mente iba embotagandose con la hierba que consumía, impidiendome pensar con claridad. Era mediodía y me encontraba en cama sin siquiera haber desayunado. Mis párpados me pesaban, pero me obligué a dejar la cama.

Me entré a la ducha y tras apoyarme en la pared cerré mis ojos sintiendo cómo la tibia agua caía humedeciendo mi cuerpo. Necesitaba volver a pensar por mí mismo. Debía dejar de fumar esa maldita hierba que Deidara me daba. Creo que haber vuelto a él fue un error. Se lo haría saber en cuanto pueda moverme.

Me despabilé al completo y tras vestirme, directamente almorcé. Sentía en mi cuerpo la ardiente necesidad de fumarme un faso y sumergirme en la cama de Deidara.

Pero no hice ni una cosa ni la otra, no iba a ceder a semejante manipulación de su parte. Estaba comprobando que si bien era físicamente igual a Naruto, lo cierto era que no se le parecía en nada. Más bien podría decirse que se trataba de su opuesto.

Deidara era muchísimo más oscuro  que yo, su alma misma era tan negra como la noche. Sin embargo él si me comprendía, sabía escucharme y no me juzgaba jamás.

Necesitaba que Naruto fuese así. Pensar en mi dorado amor me colmaba de angustia intensa. Saber que pronto tendría un hijo y sin embargo jamás podría formar parte de su vida solo incentivaba en mí el deseo de querer suicidarme. Maldición.

¿Por qué éste mundo era tan ruín? ¿Qué culpa tengo de haber nacido en el otro lado del mundo? En el sitio de los pobres. Maldita sea con esas odiosas reglas.

Terminé de almorzar y me sumergí en la biblioteca a seguir escribiendo en mi diario personal, en el cual plasmaba todos mis dramas, mis errores y mis aciertos, mis deseos y anhelos.

Tomaba agua, mucha agua ya que no quería caer en el alcoholismo ni ser un drogadicto.

No deseaba esa clase de oscuridad en mi vida, ya que si iba a matarme lo haría de una sola vez y no de a poco y con intenso dolor.

El suicidio seguía formando parte de mis pensamientos y a decir verdad, no entendía aún por qué no lo había hecho. Al cabo de unos minutos, no pude más. La angustia amenazaba con asfixiarme, maldición.

La casa estaba demasiado vacía para mi gusto. Demasiado oscura, necesitaba de la luz de mi amado dorado con urgencia.

Pero era conciente de su rechazo, él ya no me aceptaría en su vida porque las reglas se lo impedían ya que yo solo soy un usurpador.

Sin embargo no quería volver con Deidara, ese rubio solo me traía desgracias. Cuando no pude soportarlo más salí de esa oscura e indignante mansión de mi difunto abuelo en busca de algún Boulevard aristócrata dónde Deidara no pueda encontrarme.

Afuera no solo hacía frío, además llovía. Me coloqué la capucha y salí. Elegí caminar bajo esa llovizna sin inconvenientes.

Necesitaba respirar aire fresco. No sé cuánto tiempo estuve vagando por las lujosas calles de este mundo que se deleitaba en aparentar cosas que no son, siendo más hipócrita que los pobres.

Sin querer encontré un Boulevard interesante, entré y entre lujos y pecados podía ver cómo los miembros de diferentes clanes aristócratas imvadían aquel lugar. Al parecer aquí no importaban los niveles a los que cada clan pertenecía. Eso era un punto a su favor.

Cuando me dispuse a ocupar la mesa más apartada de todas las miradas indiscretas, fue que lo ví. Ahí estaba él, tan hermoso como siempre. Naruto Uzumaki.

Cerré mis manos en forma de puños de la impotencia que sentía. En verdad odiaba las malditas reglas de la aristocracia en las que él se escudaba. Ellas me alejaban de él y de mi futuro hijo.

Nuestras miradas de cruzaron en esos momentos, su sonrisa se le heló en el rostro. Naruto no estaba solo, Neji Hyuuga se encontraba a su lado.

Un buen partido para él y de seguro un mejor padre para mi hijo del que podría ser yo. Así como llegué dí media vuelta y me fuí. El frío húmedo de afuera me golpeó con todo, con resignación pensé en Deidara. Maldición.

Al parecer no tenía más opciones que volver a él. Quizás me suicide está misma noche en su cama. Odiaba mi vida, desde que mis padres y mi hermano murieron en ese accidente solo dolor experimenté. Era hora de acabar con todo.

Pero no había dado dos pasos fuera, que su voz me detuvo. Naruto estaba detrás mío.
— Sasuke, aguarda.

Ahí estaba, más hermoso que nunca. Brillaba como el sol mismo. Nuestras miradas se fundieron en una sola.

— Naruto — murmuré con intensa angustia.
— Sasuke, no te vayas. Quédate conmigo.

— ¿Quedarme contigo? Con ustedes querrás decir. No Naruto, paso.
— Sasuke
— Odio los tríos — dí media vuelta y me alejé de él.

 — Sasuke— Odio los tríos — dí media vuelta y me alejé de él

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Boulevard (SasuNaru)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora