𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝚄𝚗𝚘

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Narrador Omnisciente:

La iglesia estaba llena de gente que cantaba con fervor. El órgano resonaba en las altas bóvedas, creando una atmósfera de solemnidad. Entre la multitud, un joven miraba con curiosidad hacía el altar, donde un sacerdote oficiaba la misa. Él se sentía fascinado por todo los movimientos y miradas que el sacerdote le lanzaba. ¿Qué significaban esas miradas? ¿Qué pensarán las personas si se enteran que él desea tanto a ese sacerdote? Ese sacerdote que todo el mundo adora. Pero ahora se preguntaba, si había o existía una pequeña posibilidad de que ellos dos estuvieran cerca, si había una razón para estar allí, si había una llamada que debía escuchar, El llamado de la tentación.

Seonghwa:

Yo, un joven de 23 años impuro penitente, que rogaba al cielo por un perdón que no es sincero, que deseaba que se cumpliera un deseo, ese deseo de estar de rodillas, y no precisamente para aclamar perdón, sino para aclamar que aquel sacerdote que se encontraba dando la misa, lo hiciera suyo.

- Si tan solo pudiera acercarme a él, sentir su aroma, sentir sus manos sobre mi cuerpo - Dije para mi mismo, sin dejar de seguir la mirada de aquel sacerdote.

- Estas raro últimamente, Seonghwa - Dijo mi madre a la cual escuchaba a lo lejos, por lo perdido que me encontraba en aquella mirada, esa mirada que le dedicaba mis noches de autoplacer.

- Si quieres le digo al padre Hongjoong que te quieres confesar, a ver si dejas de estar tan raro y quizás él te ayude - Al escuchar a mi madre decir eso, mi rostro se iluminó. No sé si sea Dios o el diablo, pero a alguien hay que agradecerle.

Justo como lo dijo mi madre, antes de irnos de aquella iglesia, oficialmente tendría una cita mañana con aquella tentación hecha persona. Nos despedimos de aquel sacerdote, sin antes conectar nuestras miradas. Nunca hemos estado solos, pero la tensión sexual que siento al mirarlo es más grande que nosotros dos juntos. Espero pronto poder ser suyo, sacerdote Hongjoong.

Hongjoong:

¿Hace calor aquí o solo soy yo? Ver a Seonghwa hace que mis sentidos estén a flor de piel. Dios perdóname por lo que en mi mente está a punto de desear, pero anhelo tanto hacerlo mío, sentir nuestros cuerpos y escuchar sus gemidos es lo que más estoy deseando en estos momentos.

- Mañana lo espero a primera hora, joven Seonghwa - Dije finalmente y despidiéndome de ellos.

Narrador omnisciente:

Había caído la noche, ahí se encontraba aquel sacerdote masturbandose, deseando que sus manos sean las de aquel chico, cada paja la hacía pensando en él.

- Sé que me deseas como yo a ti - exclamó aquel hombre entre medio de jadeos. - Cuanto deseo tenerte, y que me pidas que no pare.

Aquel hombre que había finalizado su autocomplacencia, quedo un poco pensativo, quizás el tener estos pensamientos impuros vaya en contra de todo lo que cree y "respeta". Hay que ser sinceros, él también es un ser humano que siente y también se puede enamorar, pero sabemos que el verdadero problema aquí no es el amor, es la sociedad y más que él siendo un hombre respetado, un discípulo de Dios.

- Ay, si la gente supiera de todo lo sucio que quiero hacerle a ese joven. - Dijo mirando fijamente por la ventana, mientras que la luz de la luna entraba por dicha ventana e iluminaba su habitación.

- Solo te pido que me des una señal para seguir o no - Exclamó aquel hombres semi desnudo recostado en su cama.

Desde que el joven supo que mañana estaría a solas con aquel sacerdote, pensaba si querer confesar lo que de verdad deseaba o simplemente mentir, ya que él pensaba que desear a un hombre que es más de Dios que de la tierra, sería cargar con una condena sin necesidad de estar en prisión, pero a su vez le causaba cierta intriga al saber si esos deseos serían correspondidos o no.

- Creo que sólo estoy imaginándome cosas, quizás él no me desea como yo lo hago .- suspiró - O quizás sienta estas mismas ganas que se apoderan de mi cada vez nuestras miradas se cruzan - finalizó el joven cayendo en un profundo sueño.

Según los fanáticos religiosos, los deseos carnales son los peores enemigos de los sacerdotes, pero todos en algún momento llegamos a tenerlos, deseamos aquello que quizás no podemos tocar, anhelar cosas que a veces duelen físicamente, pero sé que el deseo carnal que existe entre estas dos almas va más allá. El deseo es un fuego que quema, se transforma en un hambre que quizás no se puede saciar. Es una necesidad que no se puede negar. Estas dos almas se volverán prisioneros dispuestos.

Seonghwa:

El día del encuentro llegó, pero sentía un inmenso nudo en la garganta, no sabría que decir o hacer. Esta prohibido mentir en las confesiones y si en el infierno me espera un lugar, pues lo aceptaré con gusto.

Camino hacía la iglesia pensaba mucho en si decir la verdad o no, pero créanme, esto nudo que siento parece que quiere ahorcarme. Llegué a donde el se encontraba, me llevo al confesionario en el empezaría mi tortura.

- Ave maría purísima - dijo el sacerdote

- Sin pecado concebida - respondí

- Y cuéntame, has pecado mucho? - traté de ver la expresión que este tenia, pero no soy capaz de mirarle a los ojos.

- Lo he hecho, he dejado que deseos impuros se apoderen de mi. - dije un poco avergonzado - me gusta otro hombre, pero sé que ese hombre es prohibido para mi.

- Puedo saber quién es? - dijo un tanto curioso

Guardé un poco de silencio - Creo que es alguien que usted conoce muy bien - suspiré pesadamente - Sé que esta mal fijarme en un hombre que esta entregado a Dios en cuerpo y alma.

Hongjoong:

Por un momento quedé atónito, quizás este alucinando y este chico no esta refiriéndose a mi. Quería decir algo más, pero lo que el chico dijo me dejó sin palabras.

- Es a usted a quien me refiero, lo deseo tanto en cuerpo y alma, no hay noche en la que usted no este en mi mente. - guardó silencio

Dios, sentí un calor subir por mis piernas y llegar a mi pene, le pedí al chico que continuara diciendo cuanto me deseaba, mientras que yo me masturbaba. - Seonghwa, sal de ahí y ven de este lado, quiero mostrarte algo. - El chico no lo dudó y enseguida se dirigió hacía donde me encontraba. - Creíste que eras el único con deseos aquí, todas las noches mis pajas son pensando en ti. Si deseas, este pene es todo tuyo - Dicho esto, aquel chico se arrodillo y puso mi pene en su boca. - Dios, no sabía que tenías una boquita tan increíble, cariño.

- Si así se limpian mis pecados, deseo pecar más seguido - comentó el chico sacando mi pene de su boca.

- Ni todas las noches que me masturbo pensando en ti, se sienten tan increíbles como ahora - mire su tierno rostro. - Todos tus pecados han sido perdonados.

Quiero dejar huella de cómo se acoplaron nuestras almas; en un momento cuando mi carne te llamaba...

𝕯𝖆𝖗𝖐 𝕮𝖔𝖓𝖋𝖊𝖘𝖘𝖎𝖔𝖓𝖘 (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora