parte única

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Su vida no había hecho más que mejorar desde que ella lo encontró en esa fábrica abandonada.

Por fin pudo olvidarse de la deuda que su padre le dejo, había comido cosas deliciosas y vivió muchas cosas divertidas, el le debía todo lo que ahora tenía.

Cuando creía estar viviendo en un sueño, como siempre la vida se encargó de demostrarle que nunca podría bajar la guardia, el jodido demonio pistola había poseido a Aki.

Ninguna de sus heridas había dolido tanto como la idea de terminar con la vida de su mejor amigo pero no tuvo otra opción, hizo todo lo que pudo pero si seguía así Aki iba a terminar con todo Tokyo.

Lo que más le había roto el corazón fue que Aki puso la mitad de todos sus bienes a su nombre cuando el no había sido más que un idiota inmaduro y le causaba problemas a cada instante.

Ahora mismo se encontraba en una banca pública bajo el frio de la noche, acababa de comprar un helado de una máquina expendedora cerca de su casa, cuando abrió el envoltorio termino su paleta pudo ver un grabado en el palo.

"Premio"

¿Premio? El había ganado pero ahora Aki no estaba más, el había matado a Aki.

¿No era que ya no podía sentir nada? No sintió nada cuando mataron a Himeno, tampoco le dolió mucho lo de Reze, pareció decaído un par de días pero después estaba totalmente recuperado. ¿Entonces por qué no podía dejar de sentirse como una mierda a cada instante?.

Makima: ¿qué haces aquí Denji?.

Makima pasaba por 'casualidad' por aquel paraje oscuro y se encontró con Denji acostado sobre la banca con un estado deprorable.

Denji: he ganado makima, yo gane.

Levantaba sobre su mirada el palo de aquella paleta aunque en su voz no había más que tristeza.

Makima se acercó a tomar sus manos entre las suyas.

Makima: por dios, tus manos están heladas.

Denji: ¿y qué importa? Me han partido por la mitad antes y siempre me recupero, aparte he ganado ¿no es así?.

Con voz dolida Denji rogaba por un milagro, que su más grande amor le dijera que no era así, que el no había ganado y Aki seguía suelto en algún lugar.

Makima: ponte de pie.

Sin hacerla esperar Denji se levanto de la banca aunque no podía despegar la mirada del suelo, no podría dejar que ella lo viera tan patético.

Makima: acompañame a mi casa.

El camino continuo en silencio, tan solo un par de cuadras adelante habían llegado.

Makima: espero que no te molesten los perros ya que tengo muchos de ellos.

Subieron las escaleras del lugar, después de abrir la puerta una avalancha de perros llegó sobre ellos.

Makima: qué alivio, tus manos recuperaron su calor.

Denji: gracias Makima.

tal vez en otra vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora