.Separación de Caminos.

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Tras el raro caso de James Williams, el detective Thompson se volvió una persona completamente diferente, comenzaba a pelear por cualquier cosa, me maltrataba e insultaba.
Ya no era el hombre que yo había conocido, se había transformado en un completo imbécil.

Él creía que yo era quien tenía la culpa de todo, y claramente no había momento en el que no lo mencionara.

- Si no fuera por tu culpa hubiera descubierto todo, pero gracias a ti ahora la Fiscalía y todo el departamento de policía me ve como un estúpido.
¿Cómo carajo me convenciste de seguir tu maldito juego?

- ¿Enserio eres tan egocéntrico como para echarme la culpa a mí?

Nadie tiene la culpa de nada, no había suficiente información como para llegar más allá de lo que llegamos, y en todo caso eres tú quién desde un principio se centró en un pobre chico que nada tenía que ver.

- No sabes con quién te estás metiendo, puedo hacerte caer en lo más bajo.

- "No, de hecho si se con quién me estoy metiendo.
Me estoy metiendo con un hipócrita detective de cuarta, que cree que por tener unos años más de experiencia que yo puede puede hacer lo que quiera conmigo.
Pero no es así, sólo te estás haciendo creer a ti mismo que los demás siempre tienen la responsabilidad de las mierdas que haces, pero sabes muy bien que no es así.

Basta de tanta estupidez, debí irme hace rato, pero solo estoy aquí discutiendo con alguien que está mentalmente mal".

Respondí muy enojado mientras abría la puerta.

Salí rápidamente y abrí mi auto para poder escapar de ese infierno.

Sentía como él me miraba fijamente desde la puerta, pero continúe mi camino sin siquiera mirarlo, en lo único en lo que podía pensar en ese momento era en llegar a mi casa, cambiarme rápido e ir a la fiesta sorpresa que le habíamos organizado con mi famila a mi madre hace ya varios meses.

Pasé todo el camino de vuelta a casa sin despegar la mirada del parabrisas, no quería atrasarme más, era muy importante para mí estar con mi mamá el día de su cumpleaños.

Pero mis planes se arruinaron cuando estacioné mi auto y ví que la camioneta de mi madre estaba estacionada en frente de mi casa.

De repente salió de adentro, me miró a los ojos momentáneamente como un ciervo paralizado y entró corriendo a  su vehículo.

Pronto aceleré mi auto y la perseguí mientras gritaba

- ¡¡Mamá, que sucede!!

Al escuchar mi voz procedió a mirar hacia atrás y a acelerar aún más su camioneta, como si yo fuera alguien peligroso o algo así.

Seguí en esa persecución durante tres calles, hasta que ella perdió el control de su vehículo e impactó con un poste.

Confundido y muy asustado estacioné rápidamente mi auto y corrí hacia el lugar, pero ya era tarde, ya no estaba ahí.
Miré hacia enfrente y ahí estaba ella, corriendo nuevamente, y claro, yo la perseguía.

De un momento a otro desapareció en la inmensidad de aquella calle, se esfumó, como si fuese niebla.

Quedé desconcertado por un rato, pero decidí volver a mi auto, lo encendí y me fui lo más rápido que las leyes de tránsito me permitían.

Llegué a la casa de mi madre, bajé del vehículo y cuando llegué a la puerta casi la derribo de la desesperación.
Apenas puse un pie en la casa se oyeron gritos de bienvenida

- ¡Sorpresa!,¡Feliz cumpleaños! Dijeron todos al mismo tiempo.

Se notó que habían estado practicando mucho tiempo para estar todos coordinados.

Al verme, todos pusieron una cara de disgusto tremenda, les había prometido que si entraba iba a golpear de una manera distinta que teníamos de tocar mis hermanos y yo para que supieran que era yo y no mi mamá.

- Ah...eras tú. Dijo cambiando la cara mi hermana.

Enseguida procedí a caer de rodillas al suelo, sentía que el mundo se había derrumbado ese día, primero la pelea en el trabajo y luego esta extraña situación que me carcomía por dentro.

Después de explicar toda la situación a mi familia me senté en el viejo sillón que todavía permanecía intacto después de décadas. Quedé mirando la moquet del piso, buscando respuestas.
Mientras tanto, escuchaba las llamadas que hacía mi familia, a los vecinos, a la familia, a la policía, a hospitales, hasta a las morgues, pero no aparecía por ningún lado.

Rendido ante el cansancio tomé mi auto y volví a casa.
Entré y me fui hacia mi cuarto, pero al darme cuenta de que todavía llevaba la ropa del trabajo, con disgusto, me dirigí hacia el baño para darme una ducha.

Cuando pasé por la sala para llegar a mi destino frené repentinamente al ver algo sobre la mesa, era un sobre, en el que hasta la distancia en la que yo estaba podía llegar a leerse
"De mamá para Mich".
No lo podía creer, ¿Esa era la razón de su llegada a mi casa hace unas cuantas horas?

Entre lágrimas lo abrí, pero me tomé mi tiempo para empezar a leer.

" Hola Mich, para cuando estés leyendo esto ya será tarde, ya me habré ido, lejos, muy lejos, no pretendo que te preocupes por mí, tampoco que me busques,

Solo necesito irme de esta ciudad y alejarme de los problemas,
p

ero quiero que sepas que te quiero, ahora y hasta el fin, nunca lo dudes".

"PD: Mamá quizás no vuelva, pero los ama♡"

No podía entender.
¿Cómo no lo pensé antes?, ¿Cómo no recordé mirar que era lo que hacía dentro de mi casa?
Mi impulsividad me había llevado a perseguirla sin siquiera pensarlo, nunca razoné que quizás había dejado algo en mi casa.
Me dió mucho coraje el no haber pensado en nada de eso antes, pues todo había pasado tan rápido.

Más tarde, luego de leer la carta, moví lentamente la cabeza hacia un lado, para descubrir que ya marcaban las doce de la noche en mi reloj.
Ya era tarde para mí, sólo quería descansar.

Así que todavía con lágrimas en los ojos y mejillas caminé hacia el baño.
Me saqué las prendas una por una, mientras recopilaba en mi mente todo lo que habia sucedido ese día.
Con cada movimiento, con cada ropa, iba y venía una y otra vez en mi mente la imagen de mi madre mirándome aterrorizada en medio de la noche.

Terminé de desvestirme y entré a la ducha, abrí la llave del agua y dejé que  aquellas gotas pesadas y transparentes corrieran sobre mi espalda, mientras divagaba en mis pensamientos más oscuros.

No podía parar de llorar, y más aún sabiendo que si hubiera llegado antes a mi casa, en vez de seguir metido en una tonta discusión hubiera podido detenerla, al menos preguntar, preguntarle sobre esto, el porqué de la historia.
Pero bueno, ya no había nada que hacer, solo podía salir de ahí, secarme, colocarme el pijama y meterme entre las suaves y cálidas cobijas de mi cama.

Normalmente me costaba un tiempo dormirme, pero esa vez estaba tan cansado que ni siquiera llegué a poner las dos piernas sobre la cama, porque apenas sentí la suavidad de aquel edredón caí desmayado.

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⏰ Última actualización: Aug 06 ⏰

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