Tomates para Ketchup

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— ¿Terry?¿Tomate?– preguntó María confundida.

— Eran apodos que nos pusimos en primaria...– dijo Zoe mientras sonreía nostálgica.

— Espera... ¡Cris!– Mary sonreía emocionada –¡Lo recuerdas!

— Recuerdos borrosos... Pero... Algo cambió cuando escuché esa canción...– dijo el chico mirando a Zoe con cariño.

— Una vez leí que la música ayudaba para recordar... Pero no sabía que era cier- –Zoe fue interrumpida por una notificación: era un mensaje de sus padres diciendo que volviera a casa–. Me debo ir... De verdad lo siento– dijo la chica guardando su celular mientras los miraba algo triste.

— Nos vemos Zoe, un gusto conocerte– Mary abrazó a Zoe con dulzura.

— El gusto fue mío Mary, nos vemos– Zoe se separó del abrazo y miró a Cris con cariño–. Mañana vendré a verte Tomate.

— Te estaré esperando Terry– dijo él sonriendo.

Zoe salió de la casa y se dirigió a la suya, la cual estaba a sólo unas pocas calles.

Su nivel de felicidad era inexplicable, sus ojos tenían un brillo singular, el cual se hacía más notorio y hermoso debido a la iluminación causada por el sol que se comenzaba a ocultar, tiñendo el cielo de bellos tonos pastel.

Al llegar a su casa sus padres la recibieron con gritos, había tardado demasiado. Zoe les contó todo, ellos escucharon atentos.

Una hora después, luego de comer, Zoe subió a su habitación. Al entrar cerró la puerta y buscó sus auriculares, se los puso y comenzó a reproducir en su celular "Until I Found You". La chica se acostó en la cama mirando al techo, sentía algo que nunca había sentido antes... ¿Qué era esa sensación? No lo sabía... Pero si algo era seguro era que él ocupaba todos sus pensamientos.

Sin darse cuenta se quedó dormida. Comenzó a soñar con el primer día de clases de segundo grado. Estaban en el salón a la hora del recreo, Max, el matón de clase, estaba molestando a Cris.

— ¡Vamos a leer esto!– decía Max mientras le arrebataba un papel a Cris– ¡Es una carta!

— Ya basta– el tono de voz de Cris sonaba firme, decidido–. No más Max... Por favor déjame en paz...

— Querido Santa...– comenzó a leer Max en tono burlón mientras todos los del salón los rodeaban– Para esta Navidad quiero una bici nueva, para pasear con Zoe... ¡Y tiene una bici dibujada!– Max comenzó a mostrar el dibujo, muy bien hecho para ser de un niño de siete años.

— ¡Ya basta!– gritó Zoe molesta, no le gustaba que trataran así a Cris.

— Zoe bonita... No te metas– decía uno de los niños que estaban con Max.

— ¡Si me meto!– gritó Zoe y se puso al lado de Cris– ¿Por qué lo hacen?

Cris la miraba preocupado, no quería que le hicieran nada a ella.

— Santa Claus no existe– Max ponía los ojos en blanco mientras encestaba el papel en la papelera– Todos lo saben...

— ¿Y?– la mirada de Zoe se tornó desafiante– ¿Te molesta en algo que él crea en Santa?

Cris la miraba, aún preocupado. Todos los demás alumnos miraban interesados, esperando que comenzara la pelea.

— No pero...

— ¿Qué tiene de malo?– interrumpió Zoe– ¡Tenemos siete años!¡Yo aún veo caricaturas!¡Aún juego con muñecas! Y sobre todo... ¡Aún tengo la esperanza de conocer a Santa Claus!

— Zoe...– susurró Cris.

— ¡Estás defendiendo a tu novio!– gritó uno de los niños, causando un pequeño rubor en Cris.

— ¡No es mi novio!– respondió Zoe– ¡Repito que tenemos siete años!

Zoe era muy madura... Más de lo normal para una niña de su edad. Eso se reflejaba en su actitud ante las situaciones.

— De seguro sí es tu novio– decía Max, preocupado por perder la discusión.

— ¡Estás celoso!– le gritó Zoe–. Prometí no decirlo pero... ¡Estás celoso porque me gusta Cris!

El salón quedó en total silencio. Las mejillas de Cris habían pasado del rosado pálido al rojo oscuro.

— N-no es cierto– decía Max para luego salir corriendo fuera del salón.

Un momento después todos habían salido excepto Cris y Zoe.

— ¿Estás enojado?– le preguntó ella sentándose a su lado, a lo que él negó con la cabeza.

— ¿Quieres que me valla?– volvió a preguntar y él negó nuevamente.

— L-lo que dijiste... ¿Era cierto?– preguntó Cris mirándola.

— No tenía opción... Debía ganar la pelea– dijo ella sonriendo–. Fuiste el primero que me llegó a la mente...

— Entonces soy el dueño de tus pensamientos– dijo Cris imitando la voz de los galanes de las telenovelas.

— Si, si, si, como digas– ella se rió.

En ese momento Zoe despertó.

Cuando bajó a desayunar sus padres no estaban, ya se habían ido a trabajar. Ella se preparó un tazón de cereal y cuando disponía a comer sonó el timbre.

Se dirigió a la puerta y la abrió:

Era Max.

PiromaníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora