Secreto de Dioses [Zormuan]

Viaje

Zorman no podía conciliar el sueño, aún tenía en mente lo que había sucedido en esa cueva, en el momento no pensó mucho sobre la razón por la que su mano había brillado, pero estaba comenzando a preocuparse.

Spreen aún no confiaba en Juan, por lo que dormía en el primer piso.

Escucho pasos sobre su cabeza y el leve sonido de la puerta principal abriéndose, parecía ser que él no era el único con problemas para dormir.

Se levantó con cuidado para no levantar a sus amigos, al asomar su cabeza por la puerta principal ya no había rastro del castaño, pero si había dejado huellas.

— Por muy fuerte que seas no deberías ir solo —

Zorman susurró para si mismo y se dispuso a seguir el rastro de Juan.

Las huellas lo guiaban hacia el río en el que se limpió la sangre hace varias horas, asomó un poco su cabeza detrás de un árbol para verlo mejor, podía ver su perfil gracias a la poca luz que producía la luna.

— ¿Qué está haciendo? —

Volvió a murmurar viendo como veía al cielo pero no precisamente a la luna, parecía estar buscando algo.

Lo vio abrir su boca y hacer gestos ¿estaba intentando hablar? Eso era lo que parecía.

— Sabía que era alguien extraño —

Ese susurró fue de Spreen, que si no le hubiese tapado la boca a Zorman, ya habría delatado su ubicación.

— Te seguí apenas saliste del sótano, sigue mirando —

Juan miro los trazos de su escritura en el fango, las aplastó borrando su rastro volviendo su cabeza al cielo se veía profundamente triste, no miraba a la luna, solo un punto distante del cielo nocturno.

— Creo que deberíamos irnos —

Zorman susurró a su líder, quién solo murmuró un "sí" en respuesta. El camino de regreso fue callado, Spreen parecía tener aún cosas por decir pero no dijo nada.

A la mañana siguiente todos se levantaron temprano y desayunaron del caldo que había sobrado, ya debían empezar la discusión sobre el dinero que habían perdido.

— Entonces, si no es un dragón lo que causa lo de las cosechas ¿qué puede ser? —

Ari había estado teniendo la duda desde que se enteró que no pelearían con un dragón, no es como si estuvieran cortos de dinero pero, siempre era mejor tener algo de sobra por si se atraviesa una tienda de armas o un casino.

— Debe haber algo más en la cueva o los alrededores que lo causen, la vez que fuimos al pueblo comprobé la tierra y sigue fértil —

Flis dio su breve opinión y sus observaciones.

— De acuerdo, iremos a investigar. Ya que no hay un dragón no tendremos que ir totalmente alerta, preparen sus cosas; saldremos en 15 minutos —

Spreen tomo la decisión final y todos se prepararon, Zorman le dio una vieja mochila a Juan para que cargará alimento, objetos de primeros auxilios y un cuchillo por si acaso.

Zorman se aseguró de que Juan tuviera sus zapatos puestos antes de irse del la base, pero por algún motivo a la mitad del camino ya no estaban en sus pies, decidió no preocuparse ya que el chico no mostraba signos de dolor.

— Al fin llegamos —

Marius apreciaba la vista de la enorme cueva, todos seguían la guía de Spreen dentro.

— De acuerdo, hay que dividirse en grupos y buscar cualquier cosa anormal —

Todos acordaron que Juan debería ir con Zorman, Cristinini con Ari y Spreen con Marius, Flis siempre fue un lobo solitario en momentos de exploración, después de todo como una nigromante era quien estaba más atenta.

Los ojos naranjos de Juan se enfocaron en la dirección a la que se fue la peli azul, miro a Zorman y tocó su muñeca.

— ¿Qué sucede Juan? —

Juan señaló el interior de la cueva por dónde se había ido la chica.

— Bien, pero no molestes a Flis —

Con esa respuesta soltó al alquimista y camino rápido hacia su anterior celda.

A lo lejos podía ver a la chica observando los huesos del dragón, mordió su labio y camino despacio hacia ella.

— Viniste, pensé que no querrías acercarte a él, ya que te tenía prisionero —

Juan negó con su cabeza y la invitó a agacharse con él.

— ¿Hm? —

Juan removió lo que parecían ser los huesos gigantes de las patas del dragón, dejando ver el cráneo, con ese tamaño lo más seguro era que solía medir 20 metros, el castaño abrazo el cráneo.

— ¿Será qué...? ¿Era tu amigo? —

Juan asintió acariciando la superficie rugosa del hueso, tenía una mirada llena de melancolía mientras lo hacía.

— Pensaba en tomar los huesos para una batalla futura, pero creo que sería mejor enterrarlos, faltan algunos sin embargo aún podemos darle sepultura —

Juan negó con su cabeza y la tomo de la mano, sus ojos eran firmes.

— ¿Esta bien si me los llevo? —

Juan sonrió, dándole la respuesta final.

— Prometo usarlos de buena forma —

Flis sacó su bolsa mágica y en cuestión de segundos la cueva quedó vacía, ambos se quedaron en silencio admirando el lugar, la peli azul pensaba en como había llegado Juan ahí.

— ¡Lo encontré! —

La voz de Marius los saco del silencio y fueron hacia el grito, estaban detrás de algunas estalactitas de la cueva.

— Sospecho que está gran mancha negra es la causante y no los huesos del dragón —

Marius junto con Spreen señalaron la pared de la cueva, se veía seca y con grietas, lo que la hacía ver aterradora además de ser una mancha negra que parecía haber progresado era el tinte naranja en las grietas.

— Esto solo significa una cosa —

Ari sonó muy sería con esa línea, sostuvo su báculo con fuerza mientras miraba fijamente la pared.

— Sí ¡que no podremos cobrar la recompensa! —

Spreen grito enojado mientras se tapaba la cara con sus manos.

— Deberíamos avisarle a la iglesia, si esa oscuridad se esparce podría dejar infértiles todas las tierras del continente —

Zorman se miraba preocupado.

— No quiero tener que pedirle ayuda a esos pedantes de la iglesia —

Ari se quejo disgustada, la mamá gallina tenía razón, pero aún así no quería ir.

— A mí tampoco me gusta la idea de ir, pero sería un problema si se vuelve peor —

Flis, como una nigromante tenía miedo de los poderes de purificación de la iglesia, básicamente ser tocada por alguno de ellos podría matarla, que bueno que siempre tenía un collar mágico para emergencias.

Los quejidos grupales continuaron hasta solo ser sonidos de molestia, Juan no comprendía el disgusto, pero era divertido ver cómo esos grandes guerreros se quejaban igual que niños.

Parecía ser que su próximo destino era una iglesia, hace mucho que no ve una de esas.

Me desaparecí, lo se, pero acá estoy con toda la actitud y ya tengo planeados los siguientes capítulos, está historia no planea ser muy larga so espero que quienes la lean la disfruten.
Besis💛