Capítulo 1: Mi trato con los dioses

89 6 0
                                    

Era hora de volver a la vida, de volver a un mundo que mi espíritu ya conocía, sin embargo, mi alma se sentía nerviosa y con un poco de miedo, aunque parecía que tendría una vida entera, no importaba cuanto duraría, lo que me importaba en ese momento era el saber que no quedaba mucho tiempo para mí; mi esencia era frágil, sabía que al nacer lo olvidaría todo, el tiempo se me estaba acabando y solo pensaba en que hay algo más que esto, más que olvidar, más que nacer, más que solamente vivir...

Estaba a punto de atravesar la puerta para comenzar mi siguiente vida cuando una voz en la lejanía gritó mi nombre, no quise darle importancia al hecho, pues era algo que ya había vivido anteriormente, sin embargo, esta vez la voz tenía un tono más desesperado. Me di vuelta y detuve mi camino, solo lograba ver la silueta de un hombre que se acercaba a mí, ¿acaso es uno de los dioses? ¿O es solo un viejo amigo de antiguas vidas que viene a desearme suerte en este último viaje?...

-¡Joven Lombardi! ¡Espere, por favor!- dijo la voz con un tono fuerte y desesperado mientras se acercaba a mí.

El dueño de esa voz después de unos segundos por fin estaba frente a mis ojos, su aspecto era lo más parecido al dios de la última vida, para ser sincero creía que su existencia era solo una leyenda entre almas, era el famoso "Dios del último recuerdo" el cual se había convertido en un ser místico al que no se podía tener acceso al menos que estuvieras a punto de vivir tu última vida. No lo podía creer, él era real, más real que mi existencia y estaba ahí... justo frente a mí.

- ¡S-señor! - exclamé con una voz temblorosa ante tal sorpresa -. ¿Qué lo trae por aquí?

- Joven Lombardi... Parece que lleva mucha prisa por irse, estuve a punto de no alcanzarlo - el dios suspiró y después exclamó -. Solo vine a conversar con usted antes de que comience a vivir su última vida, sabe a lo que me refiero, ¿verdad? - su mirada estaba fija en mí.

- No mi señor, disculpe mi ignorancia, pero no se a que se refiere - bajé la mirada un poco avergonzado ante el dios.

- No hay por qué preocuparse - esbozó una cálida sonrisa en su rostro -. Es una simple conversación, quiero prepararte para este nuevo viaje Harry. Has sido un alma bondadosa, y por lo que han comentado los demás dioses sobre ti es que tienes un espíritu apasionado, ¿eso es cierto?

- No puedo mentir ante los dioses, tiene toda la razón mi señor - sonreí ante dicho comentario.

- Se nota que eres un ser honesto; pero bueno a lo que venía ... - el dios quitó la sonrisa y me miró nuevamente -. Harry debes saber que cuando un alma está por experimentar su última vida, los dioses le damos un regalo, un deseo, algo que anhele, ahora que es tu turno, como todas las almas firmaras un trato, donde aceptes nuestro regalo y te hagas responsable de las posibles consecuencias, piensa bien qué es lo que quieres Harry.

- Me quedé pensando por unos cuantos segundos antes de decir algo -. ¿Puedo pedir lo que sea? - mi alma sabía claramente lo que quería.

- Digamos que tienes una gran cantidad de opciones que puedes pedir, la mayoría de las almas piden riquezas, si no es que el 90% de ellas; sin embargo, todo depende de lo que pides y de lo que nosotros los dioses decidimos. Al ser yo el encargado por esta vez, yo decidiré si darte lo que pides - dijo esperando mi respuesta.

La certeza de lo que quería era total en mi alma, no existía ni un mínimo de duda de que era lo que yo deseaba; sin embargo la mirada del dios era tan penetrante que parecía poder leer mis pensamientos y temblaba ante la idea de que lo que pidiera fuera imposible de cumplir. Estaba seguro, pero mi mente estaba llena de dudas, ¿existiría la posibilidad de que el dios pudiera darme lo que tanto ansiaba? No lo sabía, pero ya estaba ahí y tenía que responderle, así que me armé de valor y le planteé mi deseo.

El espíritu del recuerdo: Hacia el descubrimiento de la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora