Diamante

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El gran día de la invitación de Pascal había llegado, y una fina lluvia caía sobre Flower Valley. En una fría mañana, Ren, con su contextura media, se coló en la habitación de Thais. La humedad del aire acentuaba la sensación de anticipación en el ambiente.

Elle había concebido la idea de ponerse la ropa de Thais, y esa mañana, decidió llevarlo a cabo. Se movió con cuidado por el cuarto, abriendo el ropero con discreción. Sacó un vestido de tirantes color verde y se lo puso con cuidado, admirándose en el espejo. La tela fluía a su alrededor, y los tacones abiertos que eligió aportaban un toque de elegancia.

Pero su plan de sigilo se vio interrumpido cuando Thais abrió bruscamente la puerta de su habitación. La expresión de Thais pasó de la sorpresa a la furia en cuestión de segundos.

—¿Qué estás haciendo? —exclamó Thais con enojo, sus ojos brillando con frustración—. ¡Idiota, ¿por qué te pusiste mi ropa y los zapatos de mi mamá?

Elle, con su contextura media y pinta única, se sonrojó intensamente, sintiéndose atrapado en una situación embarazosa.

—Yo solo me estaba alistando para ir a Bossa Goldya —respondió apenado—. Además, me gusta mucho este vestido.

Antes de que pudiera decir más, un sonoro *PAM* resonó en la habitación cuando Thais le conectó una cachetada.

—¡PERVERTIDA! —añadió Thais con un tono enfadado que no dejaba lugar a discusión.

Justo en ese momento, una voz conocida resonó, rompiendo la tensión en el aire.

—*Ejem, ejem* —carraspeó la voz—. ¡Por si ya lo olvidaron, aquí vengo a refrescar sus mentes!

Ren, quien en realidad era Beatrice en ese momento, y Beatrice intercambiaron miradas, sorprendidos por la intervención inesperada.

—Solo digo esto para que nadie vaya a pensar mal —continuó la voz, retomando su tono narrativo—. ¿Quién soy yo? ¡Soy su narrador de confianza!

Con una pausa dramática, la voz continuó:

—Comencemos con la historia

En ese momento, la madre de Thais y tía de Ren gritó desde la puerta de abajo.

—¡Niños, apúrense de una vez! —exclamó con un toque de nerviosismo—. No quiero atascarme con el tráfico.

Acto seguido, Ren y Thais bajaron emocionados. La madre, al ver a Ren con vestido y tacones, enrojeció de vergüenza y se sorprendió notablemente. Una tos leve escapó de sus labios, como si tratara de disimular su sorpresa.

—¡Están listos! —dijo la madre con seriedad—. Llevan todo lo necesario para estos cuatro días.

—¡Yo sí estoy lista! Pero no sabía que una niña más iría en lugar de Ren —respondió Thais en tono bromista.

*Jajaja-jajaja*

—Muy graciosa, nena —replicó la madre, sonriendo—. Además, así me siento más cómoda.

Por cierto, mientras esté usando vestido, quiero que se refieran a mí como "Rena" —argumentó Ren, colocando su mano en la cintura.

La madre se quedó mirándola sorprendida.

—¡Perfecto! —dijo, aceptando la decisión de Ren—. Por mí, está bien. ¿Nos vamos? —añadió, ligeramente apurada.

*Jajaja-jajaja*

En ese momento, Thais se rió a carcajadas, abrió la puerta del coche y se subió. Al instante, la lluvia dejó de caer.

Inmediatamente después, se dirigieron al aeropuerto. El entusiasmo por la aventura que les esperaba era palpable en el aire.
Cuando llegaron al aeropuerto, salieron del vehículo y tomaron sus maletas. Después de despedirse de su madre, se apresuraron hacia el avión. La madre, con lágrimas en los ojos, expresó: "Los echaré de menos. ¡Cuídense mucho!" En respuesta, ambos levantaron sus manos para despedirse.

TsukyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora