Arrodillada

Capítulo 29

♡CAPÍTULO 29♡

Miro nerviosamente a William esperando una respuesta. ¡¿Qué pasa con Savannah?!

–Estaremos ahí lo más pronto posible. Seré rápido, descuida –promete William a su primo antes de colgar el teléfono.

–Dime de una maldita vez qué está pasando.

–Tranquila. Savannah está bien. No sangra, su tensión es estable. Sin embargo...

Como cada vez que creo que algo malo va a ocurrir, o cuando estoy muy alterada, el corazón siento que se me para.

Pero entonces William empieza a explicarme la situación. Todo está relativamente bien, pero hay un pequeño riesgo por el que Savannah se tiene que someter a un reposo absoluto las próximas semanas.

Eso me preocupa, porque sé lo inquieta que es y que no va a ser fácil para ella darse cuenta de que no puede volver a Manhattan y, esencialmente, no va a ser fácil para ella convivir con el hecho de que la vida del bebé corre cualquier tipo de peligro, por pequeño que sea. Pero, por suerte, el padre de su bebé tiene una enorme mansión a pocos minutos en coche de distancia con el hospital en la que poder descansar lejos del caos y la contaminación de Manhattan.

O eso al menos es lo que me dice la voz de mi conciencia para tranquilizarme mientras trato de hacerme a la idea de que voy a tener que volver a casa sin ella tras este terrible episodio. Porque si al menos tuviese que volver sin ella estando bien las cosas serían diferentes, no serían tan desafortunadamente malas.

Y es que los médicos han sido claros y no recomiendan, bajo ninguna circunstancia, que teniendo un lugar aquí en el que quedarse se arriesgue a hacer el camino de vuelta a Manhattan.

Han dicho que todo debería salir bien si ella acata todas y cada una de las indicaciones.

Sin embargo, no puedo evitar preocuparme, y no quiero ni imaginar cómo estará ella.

Me toma por sorpresa cuando William me coge en brazos y me sienta sobre su regazo, besándome en los labios con extrema delicadeza en tanto sus dedos acarician mi espalda.

–Todo saldrá bien. Cuidarán de ella. Matt cuidará de ella.

–Odio que se hagan promesas que no se sabe si se podrán cumplir.

–Prometerte que cuidarán de ella, en especial mi primo, no es ninguna promesa que no se pueda cumplir. Sabes que será así. Lo contrario no va a pasar.

–Lo sé, pero...

–Sin peros –me corta, tomándome por la barbilla y volviendo a hacerse despacio con mis labios, derritiéndome de la misma forma inevitable de siempre –. Savannah y Matt solo necesitan positividad ¿vale?

Me concentro en el claro intento de sus magníficos ojos azules de esparcir la positividad dentro de mí, pero...

–Cuesta ser positiva después de tantas...

–Val –me interrumpe nuevamente, ladeando la cabeza y mirándome fijamente a los ojos con paciencia –, no perder la positividad es muy importante en este momento ¿sí? Ese bebé nacerá, y punto.

–¿Y punto? –río, nerviosa, a pesar del momento.

–Sí. Hazme caso. Nacerá y tú y yo, como padrinos que seremos de él o de ella, lo malcriaremos hasta que sus padres se tiren de los pelos.

Sus palabras me dejan atónita. No lo tenía por un tipo que estuviese dispuesto a lidiar con niños, mucho menos con bebés, pero lo que más me sorprende es oírle decir que va a ser el padrino.