Prefacio.

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Vuela... Pequeña ave.
Hasta tus alas no poder mas.
Que aquellas flores se marchitan.
Junto a tus alas quebrantar.

Oh, mirame, pequeño Angel.
Reconoce mi voz.
Que tus latidos sean melodías.
Que me impregnen con tu olor.

Se que tus Alas están manchadas.
Con la sangre de tu amor.
El cual entregas con el alma.
Y lo despides con pasión.

Se que es poco, lo que te pido.
Solo un minuto, esta vez.
Que se deshace con cada paso.
Que das, al querer volver.

No me juzgues, pequeña ave.
Cuando no te vuelva a escuchar.
Y el aire se vuelva frio.
Hasta que no haya flores que contar.

HASTA QUE NO HAYA FLORES QUE CONTAR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora