Día 3: Caza

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Dentro de las manadas de híbridos había una tradición, la primera luna llena de otoño es la más importante de todas ya que inicia la época de cortejo. Cada manada la realiza de forma diferente pero la del clan Gojo era la más divertida de todas.

Primero era el baño de luna apenas iniciaba el anochecer, esto les permitía a los híbridos, que ya contaban con la edad suficiente para participar, conectar con su lado animal. Entonces cuando la luna llena llegaba al punto más alto en el cielo, empezaba la caza. Los pretendientes tenían que llevar sus ofrendas a su potencial pareja antes del alba para recibir la bendición del dios Tsukuyomi, y dar inicio al cortejo.

Yuuji, estaba emocionado, por primera vez podría participar en la tradición del cazador. Por fin, podría hacerle llegar al hijo del jefe sus sentimientos. Y aún si no lo lograba estaba seguro que en los siguientes años tendría su oportunidad, después de todo Satoru era reconocido por siempre estar presente en el ritual de cortejo y nunca llevaba ofrenda a nadie, muchos decían que participaba por el simple hecho de corretear a los animales indefensos y salir de su rutina como el siguiente heredero de la manada.

Y ahí estaba, esperando en el centro del pueblo tomando su baño de luna conectando con su lobo para dar lo mejor de él esa noche, entonces cuando la luna llegó a su punto más alto, la señal del jefe se hizo escuchar.

—¡Que dé inicio la luna del cazador!

En cuanto terminó, todos salieron disparados para empezar con la caza. Debía admitir que no era de sus puntos más fuertes, es decir, no se le dificultaba el atrapar y retener a los animales, después de todo poseía una fuerza y agilidad descomunal, la parte difícil era el asesinar, Yuuji podía hacer todo menos despojar de la vida a un animal con sus propias manos. Esperaba que Satoru no le disgustara que le llevará el animal aún vivo.

En realidad, ese podría no ser su año, llevaba horas buscando y aún no había encontrado a la presa perfecta, cuando creía que la había encontrado otro integrante de su manada ya la estaba atrapado. Estaba exhausto, hambriento y sucio, tenía tantas ganas de hacerle llegar sus sentimientos al ojiazul y al final no había podido. Totalmente derrotado, regreso al punto de reunión, esperando, que como otro año Satoru haya salido solo a distraerse y no a cazar para iniciar un cortejo.

Grande fue su sorpresa al encontrar a toda la manada reunida, totalmente sorprendidos mirando al heredero. Incluso Yuuji dejo salir un jadeo, al ver qué en las manos de Satoru se encontraba su mayor temor, una presa. Gojo había salido a cazar para iniciar un cortejo. Quería derramar lágrimas de impotencia, había estado tan cerca.

—Mi familia, en esta noche tan gloriosa y ante los ojos de Tsukuyomi, mi hijo hará entrega de su ofrenda de caza— Murmullos se escucharon por todos lados, unos festejando que por fin el próximo líder sentaría cabeza y otros suspirando en derrota al saber que alguien se había ganado el corazón del peliblanco. — Adelante Satoru. — El líder cedió la palabra a su primogénito. Expectantes, todos dieron paso a Satoru cuando esté empezó a adentrarse a la multitud en busca de la persona a quien cortejaría.

El corazón de Yuuji dio un vuelco al ver a Satoru acercarse a él, ¿Podía ser posible? Cuando el mayor se postro frente a él, se arrodilló y coloco al siervo sin vida a sus pies no tenida duda alguna, le estaba pidiendo cortejarlo. —Yuuji Itadori, desde el momento que te vi has sido la luz que trae alegría a mi vida, así que te ofrezco está presa como muestras de mi devoción. ¿aceptarías mi cortejo?

Por primera vez Satoru alzó la mirada y conectó con la de Yuuji, un sonrojo azotó su rostro. Hacer esa confesión había sido la cosa más vergonzosa que hubiera hecho, pero estaba dispuesto a la humillación si con ello podía hacerle llegar a Itadori sus sentimientos. Aún arrodillado, espero pacientemente a que el menor asimilara su propuesta, no se esperó que el pelirosado se lanzará a sus brazos besándolo apasionadamente, gritando un enorme si como respuesta.

—Lo siento Gojo-san, no pude encontrar una presa perfecta para dártela. —Aun abrazado al mayor Yuuji se separó lo suficiente y miro el rostro de su ahora pareja. — Prometo el siguiente año traer la más grande de todas.

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