CAPÍTULO 32.

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"El sonido de las teclas es diferente cuando se entremezcla con los latidos"


Era uno de esos días donde Donghae se volvía travieso.

Un día lluvioso. El reloj marcaban las 05:00 pm de un Lunes, dando por hoy finalizado su horario de trabajo. Entre sonidos de cansancio y sonrisas silenciosas habían llegado a su habitación. Donghae se dejo caer en el colchón abriendo los brazos hasta quedar tumbado en forma de estrella y ladeo la cabeza un poco para poder mirar al mayor moviéndose perezosamente por la habitación. Se relamió los labios, pensando en todo el tiempo que había pasado ya de no poder estar juntos. De su agenda como grupo, subunidad y solitaria que parecía nunca acabar. Suspiro al parpadear. Era verdad lo cansado que se sentía, lo mucho que anhelaba dormir, pero también era verdad las ganas infinitas que tenía de sentir a Hyukjae.

Por ello salto del colchón hasta quedar sentado en la orilla de este y espero, con una sonrisa traviesa a que el mayor se acercara. No dudo en tomarlo de la cintura y jalarlo hasta tenerlo entre sus piernas cuando Hyukjae pasó delante de él. No dudo en responder su sonrisa confusa y en enganchar sus dedos en los resortes donde hace menos de un minuto estaba el cinturón para jalarlo hasta sentarlo en su regazo.

--Hola--saludo un sonriente Hyukjae.

--Hola--devolvió, sonriéndole ladinamente.

Sin necesidad de palabras, con una mirada basto para saber que dormir no era necesario. entre un suspiro lleno de añoranza Hyukjae fue acortando la distancia. Sus labios estirados en una sonrisa cuando se pegaron a los delgados labios de Donghae. Sus manos suaves y calientes empuñando su largo cabello castaño, despeinándolo. Separándose con un chasquido y un hilo de saliva. La respiración agitada. Hyukjae se aparto un poco, lo suficiente para mirarlo fija y tiernamente. Donghae lo empujo un poco más de su cadera para pegarlo a él mientras que el mayor acomodaba un par de mechones de su cabello detrás de su oreja.

Lo amaba, lo amaba tanto en este momento, así como lo amaba en cada maldito segundo de su vida. Donde y como fuera. Había tantas veces que quería gritarlo al publico, de aceptar lo que la mayoría rumoraba. De reclamar a Hyukjae como suyo. De besarlo frente a las camarás. Y decir lo mucho que Hyukjae lo hacía feliz. Y que todos murieran de envidia al ver como Hyukjae lo miraba, lo mimaba, lo cuidaba, lo protegía, lo amaba.

Sin poderse resistir más lo tomo de la cadera y subiendo su mano libre a su mejilla, se inclino hasta sus regordetes labios. Como un desesperado que lleva años sin tomar agua o probar alimento. Hyukjae respondió de la misma manera, con sus labios demandantes, necesitados y sus manos en una caricia tierna bajando por su nuca hasta su cuello, erizando su piel, estremeciéndolo cuando cruzo los brazos por su cuello y se levanto un poco para empujar más profundo el beso que compartían. Sin dejar de besarse y luchar por respirar al mismo tiempo, sonrieron entre mordiscos. Donghae aprovecho para suave y desesperadamente ir desabrochando botón por botón de la camisa de Hyukjae. Rozando su piel suave y caliente, su pecho agitado. Hyukjae mordió su labio inferior, chupándolo cuando se echo para atrás llevando consigo el rostro jadeante y sonrojado de Donghae.

La piel nívea de Hyukjae era tan suave y ¡Le encantaba! sentirla estremecerse ante sus toques. Con la camisa abierta del mayor, coló una mano en su estrella cintura y sus labios húmedos recorrieron un camino de besos húmedos y mordidas traviesas por sus mejillas, su mentón, su mandíbula marcada, chupándola pasando su lengua muy lentamente. Hyukjae gimió echando la cabeza hacía atrás, sus manos empuñando su cabello para empujarlo más, lo más cerca y profundo de su piel. Cuando Donghae llegó a su manzana de Adán, Hyukjae perdió el control. Deshaciéndose en gemidos, sus caderas impacientes a mecerse suavemente sobre la erección de Donghae que chupaba, mordía y suspiraba contra su piel. Que martirizaba sus pezones con pequeños pellizcos.

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