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Sus gritos y golpes desenfrenados contra la puerta resonaban por toda la habitación. Llevaba haciendo lo mismo desde hace tres días, ni siquiera se había quitado el vestido manchado de sangre, su maquillaje estaba corrido y su cabello enredado.

—¡Déjenme salir, mierda! —volvió a gritar mientras pateaba la puerta. Pero, de nuevo sus gritos habían sido ignorados—van a matarlas sino vuelvo, por favor—susurró a la puerta antes de separarse.

Se acercó a la cama que tenía la habitación y la usó como apoyo mientras se sentaba en el suelo, recostó su espalda en uno de los costados.

La habitación era un desastre, todo estaba destruido debido a los ataques de ira e irritabilidad que le daban debido a la abstinencia.

Jérémie la controlaba a base de sedantes y otras drogas combinadas, por eso nunca pudo escapar. Ahora solo sufría las consecuencias de que su sistema no recibiera dichas sustancias; la sudoración excesiva la hacía sentir pegajosa, las náuseas y la ansiedad solo había incrementado desde el segundo día.

Tenía ligeros cortes en las manos debido a que rompió las cosas de cristal que había en la habitación, el insomnio y los dolores musculares y articulares la tenían cansada, solo deseaba que todo acabara.

—Van a matarlas—volvió a susurrar, mirando sus manos casi al borde del colapso. A pesar de su estado, seguía pensando en las mujeres que todavía estaban atrapadas en ese lugar.

Las matarían cual ganado para borrar toda evidencia, si ella estaba viva a las otras las matarían.

Su energía se estaba agotando, tal vez, y solo tal vez, podría dormir sin sentir las manos del francés sobre su cuerpo, podría descansar un momento, aunque sea.

—Ese vestido se te ve de la verga—estaba tan metida en sus pensamientos que no escuchó la puerta abrirse, ni que alguien hubiera entrado.

—¿Valeria? —su vista cansada se posó en su persona; la mujer de cabello negro y corto tenía sangre salpicada en su rostro, al igual que en sus manos.

Valeria le dio una mirada en general a la habitación antes de mirarla.

—El desastre me saldrá caro—pensó que se iba a acercar a ella, pero pasó de largo hacia el baño. Escuchó que habría una llave, seguramente iba a lavarse la sangre. —Pero, es algo insignificante realmente. —salió del baño con la cara y las manos limpias. Se acercó y se arrodilló frente a ella. —tengo que quitarte toda la porquería que llevas encima—con cuidado tocó su cara, teniendo cuidado con su labio partido. —el encaje no va contigo ni a palo, Laurie.

Valeria odió la apariencia de la fémina desde el primer momento en el que la vio en esa iglesia, esa no era su Laurie.

Pero ella se encargaría de arreglar todo lo que el francés hijo de puta había cambiado.

—¿qué está pasando? —la contraria a penas y pregunta— estabas desaparecida, ¿cómo es que...?

—Las preguntas vendrán después, Dulce—la interrumpe mientras le acaricia las mejillas—Vamos a darte un baño.

Valeria la ayuda a levantarse con cuidado, pasando una mano por su cintura para tener un mejor agarre mientras la ayuda a caminar.

La sienta en el inodoro y la cierra la llave que había dejado abierta para llenar la bañera.

Laurie se deja desvestir por las manos delicadas de Valeria, hacía tiempo que extrañaba su toque.

Sintió cómo se detenía; muy seguramente al ver los morados y cicatrices de agujas en su cuerpo, escuchó como maldecía por lo bajo mientras retomaba la acción.

No la miró por vergüenza, y ella tampoco preguntó nada al respecto, lo cual agradecía, no era necesario saber que había pasado para que tuviera dichas marcas en su piel.

Con cuidado fue metida en la bañera, y por primera vez en 5 años, se relajó al sentir agua tibia y no fría como la habían hecho acostumbrarse.

Las manos de Valeria eran suaves y ligeras mientras la bañaba y le quitaba el maquillaje corrido con una toalla.

—Lo haces bien, Dulce—la de cabello corto le desenredaba su cabello con cuidado ya que tenía nudos, y ella sabía cuánto dolía quitar dichos nudos, más si era en cabello rizado.

—Las matarán, Valeria—dice Laurie después de mucho tiempo, Valeria se detiene momentáneamente antes de seguir— van a matarlas por mí—la culpa se escapa en el tono de voz, su conciencia la culpa de lo que les va a pasar a esas pobres mujeres. —tengo que volver, si lo hago no les harán nada.

—No vas a volver, Laurie—la voz de Valeria se volvió fría, autoritaria. Contraria a la de hace un momento.

Laurie la miró al borde del llanto.

—No puedo dejarlas, no puedo abandonarlas. —su mano temblorosa agarró una de las muñecas de la mexicana, —por favor.

Valeria la miró fijamente antes de suspirar, la mujer tenía planes de destruir todo lo que le pertenecía al francés, el hombre se había atrevido a tocar algo que era suyo por derecho, y ella nunca dejaba pasar las cosas.

No le respondió, pero Laurie sabía que lo pensaría, la conocía muy bien.

Estuvieron cuarenta y cinco minutos en el baño, Laurie fue sacada y cambiada por ropa nueva y cómoda, ropa que habían traído mientras las dos estaban en el baño.

La cama incluso había sido arreglada y Valeria no había dudado en ponerla en el medio mientras la acurrucaba en su pecho, no sin antes haberse quitado el chaleco.

Laurie, al borde de quedarse dormida le dijo algo que inconscientemente le haría crecer el negocio que tenía Valeria ilegalmente.

—En el portátil tengo información de ese lugar—Valeria frunce el ceño mientras la ve dormirse.

¿Lugar? ¿había guardado información, y de que tipo?

Valeria apenas la tenía entre sus brazos luego de varios años y ya tenía más trabajo por hacer, incluyendo al idiota que por horas estuvo torturando.

Con cuidado de no despertar a la fémina, Valeria sacó su celular del bolsillo trasero de su pantalón y marcó en el primer número que tenía registrado; solo bastó con que timbrara una vez para que le contestaran.

—No voy a repetir lo que voy a decir, más vale que oigas bien; busquen el portátil que está en la habitación 503 de los dormitorios de residencia en cirugía en el ala sur de la universidad Sorbona. No quiero errores, mas les vale no estar chingando.

Colgó la llamada y se acomodó mejor en la cama, su cabeza estaba maquinando nuevos planes para que todo saliera sin inconvenientes, además de que debían tener un perfil bajo después de la masacre que había cometido hace unos días, las autoridades ya estaban metiéndose, tenía que acabar con todo rápidamente y volver a México.

Tenía asuntos por terminar en cuanto a su territorio, y los constantes problemas con los Vaqueros era un cabo que no podía dejar suelto, al menos no por mucho tiempo. Eran una plaga que mínimo debía tener controlada.

Sería una semana muy larga; llena de estrés y tensión, además de que habría un derramamiento de sangre... tal vez era bueno que se hiciera conocer ante los franceses.

Podría alborotar al avispero.  

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Sino hay voto o comentario no hay capítulo :3

𝐇𝐎𝐍𝐄𝐘━━━ 𝐕𝐀𝐋𝐄𝐑𝐈𝐀 𝐆𝐀𝐑𝐙𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora