¡ tres !

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satisfacción; esa palabra describiría lo que Jiwoong siente cuando Matthew lo besa.




La monótona vida de Kim se estaba volviendo pesada para él, y por si fuera poco, ir de regreso a casa le daba un tremendo miedo; por esa razón, esperaba a Hao, amigo de su amado, para seguirlo y así llegar a casa. Si pasaba algo, estarían para el otro, ya que Zhang se veía amigable y solidario. 

Después de todo, vivían por el mismo lugar, y al parecer el otro chico ni se percataba de su existencia. 

Pero ese día era muy diferente, si no era porque Hao estaba tardando de más para salir y emprender su camino, Hanbin venía con él para saber donde vivía su chico. Últimamente, Sung mostraba más indicios de querer acercarse al chino.  

—Por dios, Jiwoong, ¿y si Hao esta en problemas?— a la tardada salida, el de baja estatura comenzaba a sacar conclusiones. 

—No seas idiota, Bin.— dio un golpe en la nuca de su amigo. 

Siguieron esperando afuera de la escuela, sentados en una banca mientras bebían un jugo de cartón sabor manzana. Pero su paciencia estaba agotándose, así que decidieron ir adentro y buscar al menor; después de todo, si puede estar en problemas.   
Llegaron hasta el salón de segundo grado, intentando no ser tan obvios con su visita a esa área, llevando una idea de que si le preguntaban a qué iban era porque buscaban al profesor para unas dudas. 

 —No está, Jiwoong— el otro chico susurraba. —, mi pequeño niño no está.

Los chicos entraron en duda al no poder descifrar un lugar donde estuviera el extranjero, pero su salvación vino cuando una chica de apariencia tierna, y muy bien conocida por ambos, les sonrió y preguntó a quién buscaban. 

Por un momento, no querían hablar con ella porque ambos la odiaban severamente, y más Jiwoong al estar celoso de la femenina, pero sabían que debían preguntar. 

 —Buscamos a Zhang Hao, el chiquillo extranjero. — Sung fue quien comenzó a hablar, sonando demasiado enamorado. 

—Oh, sí, el amigo de mi novio.— Mai mordió su labio inferior mientras esbozo una sonrisa pícara, lo que hizo celoso al de barbilla afilada.  —Hoy vino su amigo por él y dijeron que irían a la biblioteca. 

La información recibida fue muy útil, y por más que ellos la odiaban de cierto modo, agradecieron y salieron de los grados de segundo. 

Emprendieron su camino al lugar, con bromas y risas entre la caminata, hasta que llegaron y buscaron por todas partes al chico; más no podían hallarlo y parecía difícil al ser una biblioteca demasiado grande la que brindaba el instituto.  

Decidieron ir por caminos distinto para encontrarlo, pues lo vieron como una manera más rápida y dinámica. 

En realidad, no pensaban en hablarle, sólo buscaban averiguar si se encontraba bien y así poder tranquilizar a Hanbin, quien se encontraba algo paranoico al pensar sobre posibles accidentes que el menor pudo haber sufrido. 

Sung fue por las mesas, mirando atentamente a cada chico que se encontrara sentado y tuvieran la apariencia a su chico angelical, no teniendo resultados y frustrándose un poco por la situación. 

Pero por su torpeza, y al querer retroceder, choco con un cuerpo. Así que volteó para pelear, aunque el haya tenido la culpa, pero se sintió morir tan sólo lo vio. 

 —Lo siento.— Hao se disculpó, haciendo una reverencia para él. 

Hanbin asintió algo temeroso, pero ahora si morirse en realidad estaba en juego porque el contrario le sonrió tan hermosamente que no podía recordar cómo era que se respiraba. 

Su cara se empezó a tornar roja, y por si fuera poco, su nariz comenzó a derramar sangre. 

—¿Se encuentra bien?— preguntó con miedo buscando ayuda con la mirada. 

—S-si, lo estoy, tranquilo.— limpió el liquido con las mangas de su suéter, ensuciándolo y obteniendo un olor a metal en su atuendo. —Es sólo sangre. 

Hao se encontraba preocupado, y su mano izquierda estaba en el hombro del contrario; tal ves se iría hasta que el otro se encontrara mejor, pero no captaba que en realidad estaba haciendo un pequeño daño en el corazón de su mayor. 

Por otro lado, Jiwoong aun buscaba a Hao sin saber lo que pasaba en las mesas y en el momento apretado que estaba viviendo su amigo. 

Estaba por acabar cada sección de las estanterías y el chino no aparecía, así que se rindió y buscó una historieta que leer. Se sentó en el piso y tranquilo comenzó a leer, riendo bajito por las situaciones donde se encontraba el protagonista. 

Pero se vio interrumpido al ver como un adolescente, parecido a Seok, no alcanzaba una obra que parecía ser aquella que se titulaba "el amor en tiempos del cólera"; una obra basada en el verdadero amor que perdura y supera situaciones con adversidad. 

Dudó en acercarse, pero al ver como el chico comenzaba a fastidiarse porque no alcanzaba el libro, decidió pararse del piso e ir con un poco de ayuda; tal ves su altura seria de apoyo y podría obtener lo que el contrario buscaba. 

—Deja que te ayude.— se puso detrás del delgado cuerpo, y alcanzó su objetivo. Pero el perfume que el joven usaba le parecía atractivo, y conocido, así que dedujo que sabía de quién se trataba. 

—Gracias, son un poco alt— cuando se dio vuelta, descubrió quien lo había ayudado y comenzó a temblar, aunque le gustaba un poco el sentimiento que se plantó en él.

Kim sonrió de oreja a oreja y sus ojos se hicieron más pequeños que antes. Y si bien, podría describirse como un loco enamorado, el coreano sostenía no estarlo.

El alto puso ambas manos en el estante, atrapando el indefenso cuerpo entre el espacio, comenzó a acercarse al cuello del menor y respiraba lentamente; sólo quería un nuevo beso. 

Matthew temía en moverse, temía en ser visto, temía incluso por la posibilidad de no haber un beso. 

 —Tú decides, cariño, tú tienes el poder en mi.— susurró, con ese tono de voz tan jodidamente sexy para el de hoyuelos. 

Seok jadeo en bajo, pero es que este chico lo hacía loco en todos los sentidos; todas las noches duerme hasta tarde queriendo descifrar por qué había sido satisfactorio haberse besado, sus sueños húmedos son acerca de lo que pasó en los baños con otro final donde no fueron interrumpidos y dudaba de si mismo acerca de su orientación sexual. 

Estaba siendo un martirio, y aun deseaba besarlo de nueva cuenta que no aguantó ni un segundo más.

El menor fue quien lo beso tan desenfrenadamente, tanto que sus manos estaban en el cuello del alto para profundizar el beso, su boca soltaba pequeños gemidos y su cuerpo buscaba fricción. 

El de labios gruesos sólo sonrió y sus manos fueron directo a la cintura tan chica del de hoyuelos; esa cintura se había convertido en su lugar favorito. 
Sentía satisfacción al no haber sido él quien comenzó el beso y al sentir ese sabor a cereza de su boca; tal vez antes había comido un dulce. 

—Es un secreto, hyung.— dijo Seok después de haber acabado, mientras un rubor notorio estaba en él y sus labios estaban completamente hinchados. 

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⏰ Última actualización: Oct 15, 2023 ⏰

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