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—¿que hace esto aquí?— preguntaste bastante sorprendida. Al abrir tu closet la mitad del espacio estaba llena de ropa de tu novio. Quien se encontraba saliendo de lo más contento del baño.
Llevaban dos años desde que se graduaron de la academia. Ahora eran hechiceros o bueno, la mayoría de ustedes; Nanami y tú habían dejado aquel trabajo, pero los otros tres idiotas siguieron siendo hechiceros. Desde antes que se graduaran tu comenzaste a buscar un departamento para poder vivir, pues al dejar aquel mundo también deberías dejar las instalaciones.
Recuerdas que fueron tus compañeros de clase, Shoko Satoru y sobre todo Suguru quienes te ayudaron a escoger un buen lugar y a decorarlo todo. Pero desde hace unos meses habías notado la presencia de objetos personales que no eran tuyos, sabías perfectamente de quien eran pero no imaginaste que en tan poco tiempo tu casa se llenaría de sus objetos.
—buenos días—Suguru se acercó a darte un beso en el cuello—tienes el día libre, ¿a donde quieres que te lleve?— te abrazo y te llevo a sentarte con él en el colchón.
—primero quisiera saber desde cuando tengo tanta ropa tuya— algunos cambios no eran extraños, Suguru se quedaba en tu casa a menudo. Pero tenías casi toda su ropa ahí.
—¿desde cuando?— repitió la pregunta confundido — pues no sé — te sonrió inocente —siempre ha estado ahí, ¿no?— escondió su rostro en tu cuello, dejando besos.
No pudiste hacer otra cosa que suspirar derrotada. Ni si quiera te habías dado cuenta de su mudanza silenciosa a tu casa.
—yo creo que ya me había tardado mucho en traer mis cosas, lamento haberte hecho esperar — siguió abrazandote como si fueras su oso de peluche favorito.
—que gracioso eres, Suguru— te quejaste dejándote abrazar.
—¿lo soy? —te observo con sus oscuros ojos— entonces supongo que es un punto para mi— sonrió aún contra la piel de tu cuello — soy la mejor opción, ¿no lo crees?— te apretó juguetón.
—más bien deberías dejar de juntarte con Satoru —te reíste de su rostro disconforme — claro que eres la mejor opción— sonreíste apenada cuando sus ojos brillaron.
El hombre que te atrapaba entre sus brazos con tanta facilidad se rió orgulloso. Feliz. —no respondiste mi pregunta, ¿a donde quieres que te lleve hoy?— te recargarse en su pecho pensando.
—no sé, tal vez podríamos quedarnos dentro por hoy— le sonreíste con algo de cansancio.
—es una buena idea. Sinceramente no quería que te quitaras mi camisa— te dio un beso y luego te quito de encima —iré a comprar bocadillos, ¿quieres algo?— se levantó poniéndose cualquier camisa que encontro dentro de su closet.
—no gracias — solo lo viste salir después de asentir.
—te traeré algo muy picoso entonces — lo escuchaste burlarse de ti.
Suguru Geto había dejado de ser un adolescente cariñoso, ahora era un hombre demasiado coqueto. Tal vez demasiado para ti. No creías que tu corazón pudiera soportar los coqueteos de Suguru, menos ahora que ya se había ido a vivir contigo sin que te dieras cuenta.
