𝑳𝒍𝒂𝒎𝒂𝒓 𝒆𝒓𝒂 𝒎𝒂𝒔 𝒇𝒂𝒄𝒊𝒍

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Eran cerca de las cuatro de la mañana, una noche de insomnio que hubiera sido casi normal si no fuera por el fuerte ruido de un cristal romperse en la cocina.
Nayla estaba sola en su casa y era imposible que el cristal se haya roto solo.
La joven quitó las sábanas sobre ella y tomó el arma escondida bajo el colchón en total silencio para poder sorprender a quien sea que había roto el vidrio.

Se dirigió a la cocina por la parte trasera de esta y pudo ver desde atrás la forma humana de, al parecer, un hombre alto de pelo medio largo, apoyado en la encimera.
Tomó su arma cargada y en cuestión de segundos estaba junto al hombre apuntando su cabeza.

—Si te mueves, mueres.

El hombre estaba comiendo unas papitas y al escuchar las palabras de la joven de ojos marrones quedó inmóvil aunque con una leve sonrisa, una sonrisa que ella conocía a la perfección

—¿Han? —Pregunto la muchacha sorprendida al ver mejor la cara del hombre al que apuntaba.

—¿Si hablo también muero? —Solto burlon antes de levantar las manos como en un arresto.

Nayla sorprendida bajo su arma y quedó en shock al ver a su antiguo amigo Han Lue

—Por dios Han, casi te disparo. ¿Qué haces aquí?

—Necesito que me ayudes Nayla —El hombre la miro fijo y dio una pequeña sonrisa.

—Era más fácil llamar que meterte en mi casa por la madrugada y hacer que casi te dispare... —La joven iba a dejar de hablar hasta que de reojo vio un vaso roto en el piso, lo que antes había escuchado supuso ella. —Y más encima romperme un vaso de whisky.

—Para tener 17 años tu número es casi imposible de conseguir y lo único que recordaba era tu dirección —Han se encogió de hombros y volvió a comer de sus papas.

—¿Que necesitas?

—Quiero que vuelvas a correr —Contesto casi rogando y con nervios en su forma de hablar.

—Lo siento, pero no —Automáticamente la mirada de Nayla se volvió sería.

—Porfavor Nayla, necesito que le enseñes a alguien y corras una carrera en mi nombre, eres la única que puede hacer esto...

—Han, tu sabes muy bien porque deje esto.

—Correr es el motor de tu existencia y decidiste dejarlo solo porque un idiota como D.K tenía celos? —Han se escuchaba enojado, pero no con ella, ni con el mismo, pero el enojo estaba ahí, la impotencia impregnada en sus palabras también.

—No puedo volver Han, enserio lo siento, yo ya no soy una corredora —La tristeza de la chica era notable, correr para ella significaba la vida entera, pero tiempo atrás debió dejarlo todo obligada por su ex novio D.K que la tenía amenazada y que incluso ahora estaba obsesionada con ella.

—La Nayla que necesito robo un auto con 15 años y gano sus primeras 3 carreras esa misma noche y estoy totalmente seguro que ella sigue ahí dentro —Han estaba seguro de que ella quería volver a su mundo y él la necesitaba para que lo ayude a enseñar drift a un inexperto, tal vez incluso, extrañaba a su amiga.

—Porfavor Nayla, necesito que le enseñes lo que solo tu sabes, que le enseñes a hacer ver a D.K las luces traseras. —El tomó una de sus manos y en ella depósito las llaves del Nissan 350z verde oscuro de la chica que antes estaban sobre la mesa.

—Elige Nayla, libertad o miedo —Solto la mano de la joven y poco a poco caminaba hacia la gran salida.

—Jamás he tenido miedo Han, sabes porque deje de correr... —Susurro nayla.
Su cabeza estaba totalmente confundida, casi que hechaba humo de tanto pensar.

 ̶I̶ ̶w̶i̶l̶l̶ ̶d̶i̶e̶ ̶w̶i̶t̶h̶ ̶y̶o̶u̶ 𝐻𝑎𝑛 𝐿𝑢𝑒 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora