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La vida era una mierda, lo sabía desde pequeño, al igual tampoco era justa. Las personas que tenían dinero, podían caminar sobre personas como él. Que no tenían nada en este mundo.

No tenía palabra, no tenía sentido de vida, no tenía valor alguno. Eso era lo que siempre se le fue recordado. Alguien sin expectativas, era alguien que estaba libre de cualquier responsabilidad. Él mismo era libre de hacer lo que quiera en la vida, ser lo que quiere.

No tenía límite impuesto por nadie. Pero tampoco era feliz, no tenía a nadie de igual forma, ¿Entonces qué hizo? Sobrevivir. Como cualquier otro en su situación, debido al gobierno. Tuvo que ir obligatoriamente a la escuela.

Fue marginado, era alguien sin hogar. Su situación fue hecha pública, siendo apartado como una peste. No le importo, no socializaba con nadie de todas formas. Pero detestaba ver como los demás intimidaban a los débiles. Quien sabe, ver tantas películas de superhéroes en las televisiones le dieron un sentido de justicia falsa. ¿Y a donde lo llevó esa justicia? A ser alguien problemático para sus profesores, siendo regañado por los padres de los chicos que golpeaba. ¿Y quien lo defendió? No había nadie para defenderlo, él se tenía a sí mismo.

Finalmente creció, tenía catorce, iría a la escuela secundaria. Un nuevo reinicio...Esperaba...

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"Naruto-Kun, la escuela ya terminó"-Alguien le estaba pellizcando la mejillas. Solo había alguien con el suficiente valor o desinterés de hacerlo.

"Cinco minutos más"-Pidió mientras se acomodaba mejor en la camilla, le dolía el cuerpo. Era normal, casi todos los días tenía que golpear a algunos idiotas engreídos. Terminaba agotado o maltratado, cualquiera de los dos.

La mujer hizo un puchero al ver como su rubia favorita parecía volver a dormir. Finalmente puso una sonrisa y lo dejó descansar. Aún podía recordar la primera vez que lo miro.

Un chico más bajo con marcas en las mejillas, las cuales se habían oscurecido por los golpes que recibió, parecía intimidante a primera vista, pero después de semanas de venir casi todos los días, lo conoció. Era alguien simple de tratar, también bastante delgado y descuidado. Sabía de la condición del chico, pero no sabía a qué punto. Tuvo que prepararle comida en alta de calorías para que ganase algo de masa muscular.

Fue divertido pasar tiempo con él, escuchó atentamente todas sus historias. Hasta el segundo año pudo decir que era amiga de la rubia problemática. Entonces lo miraba más seguido luciendo más agotado y maltratado. Además de que no parecía ganar masa muscular.

Finalmente lo llevó a su departamente, parecía tan curioso y avergonzado. Lo habría abrazado sino fuera por el hecho de que estaba preocupada. Analizó su cuerpo lo mejor que pudo, Naruto era alguien que quemaba calorías mucho más rápido, eso entorpece su desarrollo. Así que finalmente le preparo algo mucho más alto en calorías que un ser humano, Aconsejo al rubio a unirse a un club, así tenía excusas para retirarse de algunas clases. Lo pensó realmente, pero no había ninguno que le llamase la atención, puede ser donde estaba la chica rara con la espada.

Así que finalmente abrió los ojos. Tenía diecisiete, este año cumplía la mayoría de edad. Dio un largo bostezo mientras anunciaba su despertar, llamando la atención de la enfermera de la escuela, la cual le sonrió.

"¿Dormiste bien?"-Preguntó mientras dejaba su portapapeles, no había mucho trabajo a excepción del rubio.

"Algo, lamentablemente tengo que ir al club o sino Saeko me molería a golpes"-Sonrió con diversión, se paró a toda su altura, era un poco más alto que la enfermera ahora, gracias a su comida. Pudo desarrollarse con normalidad y no ser un camarón el resto de su vida.

Caminando entre MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora