ESPECIAL

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—Bell, te vas a acabar toda la escarcha, dámela—

—Me la puedo acabar, es mía, además mi tarjeta tiene que ser la más brillante—

—Pero, tú no tienes mami—

—Pero tengo un papi muy hermoso, el más bonito del mundo y su tarjeta será más linda que la de tu mamá—

La pequeña Bell ponía pegamento, letras de colores y brillitos por todo el exterior del papel doblado.

Era dia de las madres, y todos sus compañeras hacían sus tarjetas, algunos intentaban molestarla por tener dos papás, no cómo la mayoría en el salón, pero a Bell no le importaba, ella haría la mejor, más bonita y brillante para su papi.

—Niños, ya casi es hora de ir a casa, apresúrense—

Tras ese llamado, la niña de cinco años dió los últimos detalles a su obra de arte y tras un último vistazo fue a buscar su mochila para guardarla junto a sus materiales. Sin embargo, la sonrisa de corazoncito de la menor desapareció al volver a su lugar y ver su tarjeta con letras despegadas y algo arrugada, sus ojos se llenaron de lágrimas y simplemente comenzó a llorar dando pequeños saltos histéricos.

—Hey, Bellie, ¿qué pasó?— La maestra al escuchar su llanto se acercó rápidamente acariciando sus cabellos castaños.

—A-arruinaron la... la tarjeta de m-mi papi— alargó la última vocal cubriendo su carita triste con sus manitas.

La maestra miró la mesa y entendió, vio las letras faltantes y las arrugas, se encargaría de encontrar al responsable en la siguiente clase, ahora no tenían tiempo y debía prestarle su atención al pequeño sol que se había nublado.

—No llores, ¿sí? No está tan mal, podemos arreglarla, pero tenemos que hacerlo juntas, ¿está bien?— Secó con cuidado las lágrimas de Bell que sorbía su nariz y asentía, eligiendo confiar en su maestra.

—Está bien— aun respirando irregular mientras ayudaba a pegar las letras. Se sentaron en el suelo e hicieron lo mejor que pudieron en los pocos minutos que tenían. En otras circunstancias, la maestra solo se quedaría un poco más para ayudar a la pequeña, pero el padre de este era muy puntual a la hora de recogerla, así que debían hacerlo rápido.

Justo con el sonido de la campana, terminaron. Alisaron y pegaron, no quedó tan bien como en principio, pero la niña estaba conforme con el resultado. La maestra lo sabía porque no la tiró a la basura...

Los niños hicieron la fila para salir del salón, llegando a la entrada principal donde los esperaban.

La pequeña se apresuró a correr a los brazos de su padre para ser cariñosamente cargada y recibir su beso en la mejilla.

—¿Cómo te ha ido hoy, princesa?— Preguntó Bright, dándole unos pequeños saltos a su hija.

—Bien, papá— el mayor le sonrió y dejó de vuelta sobre sus pies para que se despidiera de su maestra.

—Gracias por ayudarme, maestra— le dio un besito cuando ésta se puso a su altura.

—Siempre, cariño—

—¿Cómo se portó Bell hoy, Love?—

—Bien, en muy activa...— los dos adultos hablaban y ella solo dejó de prestar atención y se deslizó lentamente hasta llegar junto a uno de sus compañeros, deteniéndose a su lado y empezando a hablarle bajito sin mirarlo.

—Se que fuiste tú— un pequeño Chimon lo volteo a ver con ojos estrechos.

—No sabes ni comer sin ensuciarte— le devolvió el otro que esperaba que su papá Off llegará por él.

C E L O  ლ  [Adapt. BrightWin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora