Disculpa

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Ambos Reyes caminaron hasta dar con una pequeña pero limpia posada, en donde la gente los recibió con una gran cortesía, llevándoles tragos y algo de comida.

Una vez solos, Deidara decidió romper el silencio.

-¿De qué querías hablarme?, hm-

El pelirrojo dejó de lado su bebida para mirar fijamente al rubio.

-Sabes, mientras estuve merodeando en tus dominios pude escuchar muchas cosas de tu gente, se nota que te aman, pero a la vez te tienen un miedo irracional, ¿se puede saber a que viene toda esa crueldad?-

El menor frunció el ceño claramente molesto, pero aún así, decidió responder aquella pregunta.

-Cuando mis padres murieron, el reino tuvo un gran descontrol, por lo que los grandes sabios y consejeros, ordenaron que yo debía tomar el trono de inmediato, incluso mi abuelo insistió con esa decisión, a pesar de que yo solo era un chico de 16 años, hm-

Deidara hizo una breve pausa para darle un gran sorbo a su vino, pues los recuerdos de esa época todavía lo atormentaban.

-Los aldeanos no estuvieron de acuerdo con que yo fuera su líder, así que decidí que daría lo mejor de mí para demostrarles que era más que digno de asumir el trono, me di cuenta de que si no era alguien rígido, cruel y firme, nadie me respetaría como Rey, incluso si eso significaba quedarme completamente solo, hm- confesó el rubio haciendo una mueca amarga.

Sasori le dedicó una pequeña sonrisa, ahora que conocía el contexto de la situación, le era imposible no sentir algo de afecto por ese gobernante.

-Dices eso, pero no estás solo, al parecer tienes a dos jóvenes que harían lo que fuera por ti, y no importa cuanto lo disimules, se nota que los amas- dijo el mayor, notando como su anfitrión se sonrojaba avergonzado, pues había descubierto el gran cariño que sentía por Hidan y Tobi.

El ambiente que habían creado ambos, fue tan cálido que provocó una gran honestidad en el mayor.

-La verdad, es que te cité aquí para disculparme, mi comportamiento de la otra noche fue muy inapropiado, supongo que decidí molestarte a ti y a tu gente porque, sentí celos-

-¿Estaba celoso de mí?, hm- Deidara no podía creer eso.

-Verás, yo también perdí a mis padres, pero a diferencia de ti, yo era tan solo un mocoso, y no tuve amigos o familiares que me ayudarán a superar ese duelo, era un niño al que todos olvidaron por el bien de su nación- dijo el pelirrojo recordando a su pequeño yo, en esa enorme habitación, acurrucado entre las sábanas, soñando con un mejor mañana.

Deidara inclinó su cabeza, sintiéndose un verdadero idiota.

-Majestad, de verdad lamento su pérdida, no tenía idea de todo el dolor que sentía, también me disculpo por el alborotado que cause, hm-

-No seas tan formal conmigo, somos del mismo estatus, pero debo decir, que has manejado tu reino de forma excepcional en estos últimos años, los ríos son limpios, la comida es cálida, el trabajo es abundante, pero lo que más me sorprende es el almacenamiento de "pólvora sin humo", es evidente que esta armado hasta los dientes- y justo cuando terminó de hablar, un afilado cuchillo se clavó en la mesa, sobresaltando al pelirrojo.

El chico de larga cabellera rubia mostraba una mirada feroz, como la de un lobo a punto de arrancarle la cabeza a su víctima.

-¿Cómo demonios se enteró de eso?, las únicas personas que saben de ese almacén son mis amigos y mis mejores guerreros, hm-

El mago soltó una risita por su descuido, ahora le debía al menor una gran explicación.

-La respuesta es muy sencilla mi señor, tengo espías en todas las naciones, gracias mi magia soy capaz de manejar a cualquier individuo como si fuera una de mis marionetistas, ese lavado de cerebro hace que me proporcionen los mayores secretos de cada país-

Sasodei / Tobidei "De rodillas ante el rey" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora