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Mi madre siempre fue una mujer muy alegre y parlanchina. Ahora, sigue hablando mucho, pero ya no le queda ni una gota de felicidad en el cuerpo.

Ella, Hoseok y yo estamos en una cafetería del centro, con nuestras respectivas consumiciones delante. Tila para ella y cafés para nosotros. Aunque, para serte sincero, creo que quizá debimos imitarla porque nuestro nivel de nerviosismo ya hace tiempo que alcanzó la troposfera y está a punto de entrar en la estratosfera. Tengo a mi madre sentada frente a mí y, ahora que la veo más de cerca, me doy cuenta de que su cara luce mucho más cansada y envejecida de lo que yo creía. Es evidente que necesita un descanso. Necesita saber cuanto antes que su hija no se quitó la vida, pero, para eso, tenemos que probar la culpabilidad de Tatiana, y algo me dice que no va a ser tan fácil como me gustaría.

—Tienes mejor aspecto que la última vez que te vi. —Le dice a Hoseok, mientras rasga el sobre de sacarina para vaciarlo dentro de su tila.— ¡Y no sabes lo que me alegro! Me tenías muy preocupada...

Hoseok le dedica una sonrisa genuina y, luego, me busca con la mirada. ¡Mierda! ¿Qué hace? Mi madre no es idiota, se va a dar cuenta.

—Oh, entiendo. —murmura sorprendida. ¡La hemos cagado!— Jovencito, si tú eres el responsable de que este buen hombre haya dejado de parecer un muerto en vida, quiero que sepas que cuentas con toda mi admiración y cariño... —afirma, con el amago de una

sonrisa en los labios.— Bueno, al final, esto no ha ido tan mal. Pero os ruego que esperéis algún tiempo más antes de contárselo a Roberto. Apenas lleva sobrio seis meses, no quiero correr el riesgo de alterarlo.

—No te preocupes responde Hoseok. Se lo presentaré como un amigo.

—¿Sabes? —inquiere mirándome fijamente.— Hubo un tiempo en el que pensé que mi primer nieto sería hijo de este hombre y me sentía muy orgullosa porque estaba segura de que iba a ser la mejor persona que nacería nunca en mi familia. Incluso me había imaginado sus futuras cualidades: trabajador e independiente como su madre, pero, a la vez, bondadoso y comprensivo como su padre. Pero la vida es muy cruel e injusta con las personas buenas, mientras que las malas siempre terminan saliéndose con la suya impunemente. Espero que tú seas de los buenos porque, como lo hagas sufrir, voy a dedicar todos y cada uno de los días de mi vida a amargar tu existencia y, créeme, no es una amenaza vacía, cuento con todos los medios necesarios a mi alcance para hacerlo... —Afirma muy seria. ¡Jodeeer! ¿Cuándo se ha convertido mi madre en El Padrino?

—¡Blanca, por favor! —exclama Hoseok indignado.— ¿Qué estás diciendo? ¡Ni siquiera lo conoces!

—Tranquilo, Hoseok. —Me la quedo mirando fijamente a los ojos.— Señora, estoy enamorado de su yerno y nunca le haría ningún daño a propósito.

—Pareces sincero. De momento, eso es suficiente para mí. —afirma satisfecha, aunque no sé por qué será, pero casi puedo imaginármela haciéndome el gesto de "te estoy vigilando" (que consiste en señalarte los ojos con el dedo índice y corazón de la mano derecha y, acto seguido, apuntar con ellos al amenazado en cuestión).

¡Hay que ver cómo se las gasta! Cualquier persona normal estaría aterrorizada por su advertencia, pero, en realidad, a mí me ha hecho muy feliz. Ahora, sé que Hoseok no se quedará solo cuando me vaya, tiene a toda una mamá leona a su lado para protegerlo y ayudarlo a levantarse.

—Llámame Blanca y no me trates de usted.

—Sí, Blanca. Gracias por el voto de confianza, te prometo que no voy a defraudarte.

—Por tu propio bien, más te vale.

—¡Jesús, Blanca! No puedes decirle esas cosas a una persona que acabas de conocer. —protesta Hoseok que, claramente, no se alegra tanto como yo de la siciliana reacción de mi madre.— Para mí era muy importante que tú lo conocieras... ¡No me puedo creer lo que acabas de hacer!

Inconcluso (YOONSEOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora