28

56 9 1
                                    


Piensa en la cosa más absurda que se te ocurra y, luego, elévala al cubo y multiplícala por mil, así es mi vida ahora. Estoy escondido detrás de un contenedor de residuos, junto a un vagabundo malherido que, en realidad, es mi mejor amiga reencarnada, quien ha vuelto a la tierra para salvarme la vida, mientras algún sádico (probablemente un policía corrupto) nos dispara. Y por si todo esto fuera poco, ella quiere que salga descubierto y eche a correr hacia el parque en plan kamikaze... ¿Señor de los cielos infinitos, cuándo me darás un respiro?

—No lo entiendo. ¿Por qué registraste la casa de Hoseok? —Trato de normalizar mi respiración para que no me dé un soponcio antes de que me maten las balas.

—No fui yo. Cuando llegué, la puerta ya estaba forzada y el piso revuelto. Solamente entré a coger algunas cosas que necesitaba... ¡Como ves, no me han dado un cuerpo con muchos recursos! Este pobre hombre vivía en su coche... —responde, tras efectuar otro disparo.

—Nos dejaste la llave de la nave a propósito, ¿no?

—¡Claro!

—¿Entonces por qué huiste?

—Se suponía que no debía interferir con tus asuntos inconclusos porque solo tú puedes resolverlos para ganarte la entrada al cielo. Solamente podía quedarme cerca de vosotros e intervenir cuando surgiese algún problema como este. —Me explica, mientras recarga la pistola.— Sin embargo, nadie me dijo explícitamente que no estaba permitido dejarte pequeñas pistas, así que hice un poco de trampa... ¡Mentalidad de abogada, ya sabes! Y todavía queda una en la nave que no encontraste la otra vez... —añade, antes volver a apretar el gatillo.

—Sandra... yo... necesito disculparme contigo por todas las cosas horribles que te dije...

—¡Olvídalo, Gyu! Ya hace dos años que te perdoné. Lo único que lamentaba era haberte dejado sola esa noche, y hoy tengo la oportunidad de redimirme. ¡Ahora, debes irte! Si mueres antes de concluir tus asuntos, todo lo que has hecho no habrá servido de nada.

—No puedo dejarte aquí sola, estás herida.

—¡Cariño, yo he vuelto para esto! —contesta, dedicándome una sonrisa afectuosa que deja entrever los dientes ennegrecidos de su anfitrión. ¡Qué asco y yo me quejaba de Yoongi!— Prepárate porque, a la de tres, quiero que corras tan rápido como puedas hacia esos árboles, no te detengas, ni siquiera mires atrás, solo corre... —afirma decidida. Entonces, asiento y le doy un fuerte abrazo, antes de ponerme en posición.— Uno, dos... ¡TRES! —grita, al tiempo que sale de detrás del contenedor y dispara su arma sin parar hacia nuestro atacante, y yo galopo a toda velocidad como ella me dijo.

Voy tan rápido que mis pies apenas tocan el suelo, tengo el corazón en la garganta, escucho los disparos de ambos lados y siento las balas aterrizando cerca de mí y, por un momento, estoy completamente seguro de que una de ellas acabará con mi vida. Pienso en Hoseok que hace tan solo unas horas se encontraba entre mis brazos, en Carmen que perderá a su único punto de apoyo en el mundo, en Gordi, Laura y Ruth que llorarán mi muerte, y en Sandra que se sacrificará para nada. Por todos ellos, apuro incluso más el paso, me pierdo entre la arboleda del parque y sigo corriendo hasta que lo cruzo de

lado a lado.

Tengo la horrible sensación de que hay alguien acechándome en cada rincón oscuro y que, en cuanto doble una esquina, la furia de un sanguinario asesino caerá sobre mí para enviarme al otro mundo. Me he alejado tanto que ya ni siquiera escucho los disparos. Probablemente, a estas alturas, Sandra ya esté muerta y el asesino me vendrá siguiendo los pasos, decidido a terminar su trabajo de una vez por todas. Debo llegar a casa, a la seguridad de mi hogar, al calor de los brazos de Hoseok.

Inconcluso (YOONSEOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora