21

54 10 0
                                    


La agenda de Sandra nos ha conducido hasta una nave vacía, ubicada en un polígono industrial a las afueras de la ciudad. Hoseok y yo estamos totalmente desconcertados porque no entendemos qué vino a hacer ella a un sitio como este.

Como era de esperar, la puerta estaba cerrada con llave, así que ahora nos encontramos dando vueltas alrededor la tosca construcción, buscando otra forma de entrar para poder echar un vistazo en su interior, pero aquí no hay ventanas, ni puertas traseras por las que colarse, solamente metros y metros de sólido e impenetrable hormigón armado.

—Esto es una pérdida de tiempo. —afirma Hoseok frustrado.— No hay forma de entrar y, además, ni siquiera sabemos si este lugar guarda alguna relación con lo que le pasó a Sandra y a Migyung. Deberíamos irnos.

—Tienes razón. —respondo resignado. Emprendemos el camino de vuelta hacia el coche.— Aunque creo que no estaría de más investigar un poco para averiguar quién es propietario de...

Ni siquiera termino la frase porque, al doblar la esquina, me encuentro con algo totalmente inesperado que me deja congelado en mi sitio. El hombre con el que Hoseok y yo nos tropezamos en el portal de su edificio está junto a la entrada. Desde nuestra posición en el lateral derecho de la nave, no logro ver bien lo que hace, pero parece como si tratase de forzar la cerradura.

Mis ojos y los de Hoseok se cruzan por unos segundos y no necesitamos palabras para saber lo que ambos estamos pensando: ese individuo irrumpió en su piso y, ahora, trata de hacer lo mismo aquí, no puede ser una mera casualidad.

Supongo que tiene mucho sentido que Sandra escondiese las pruebas de mi asesinato dentro de esta nave, debió pensar que el culpable nunca las encontraría en un lugar como este, pero, evidentemente, ella se equivocaba porque ese individuo también ha llegado hasta aquí. Aunque ahora que lo pienso, quizá vino siguiéndonos a nosotros, no nos dimos cuenta de nada, pero la triste realidad es que solo somos dos aficionados tratando de hacer un trabajo que, obviamente, nos viene demasiado grande. En cualquier caso, lo que tengo muy claro es que no puedo permitir que se lleve las respuestas que necesitamos delante de nuestras narices. Debo detenerlo.

—Quédate aquí.

—¿Qué? ¿Estás loco? —Me increpa, sujetándome bruscamente del brazo para impedirme que siga avanzando—. Podría ir armado, incluso podría ser el mismo que mató a Sandra... ¡Ni de coña voy a dejar que te acerques a él!

Nunca había visto a ese hombre hasta ayer, pero, a juzgar por su aspecto vulgar y desaliñado, parece un vagabundo o un ratero de poca monta y no sé muy bien por qué, pero tengo el presentimiento de que no es peligroso.

Probablemente, el verdadero asesino le prometió dinero a cambio de recuperar las pruebas de Sandra y el pobre diablo ni siquiera sabe dónde se está metiendo realmente. No obstante, reconozco que todo eso solo son meras suposiciones sin más fundamento que mi propia intuición y esta podría estar totalmente equivocada, ya ha sucedido antes.

—Hoseok, no me va a pasar nada malo, confía en mí. —Le suplico, mientras trato de zafarme de su agarre, pero él no se muestra demasiado dispuesto a ceder.

—Pues voy contigo...

—¡No, tú te quedas aquí! —protesto, haciendo un esfuerzo casi sobrehumano para no levantar la voz.

—¡Entonces, tú también! —responde autoritario y yo resoplo irritado.

No sé en qué momento exacto se volvió Hoseok tan tozudo y cabezota, pero te aseguro

que antes no era así. Supongo que no soy el único que ha cambiado.

De repente, la inoportuna discusión parece alertar al desarrapado intruso que, tras lanzar una fugaz mirada en nuestra dirección, echa a correr como si no hubiese un mañana. Entonces, sin detenerme a meditarlo con la precisa calma, aprovecho que Hoseok acaba de soltarme para lanzarme a perseguir al fugitivo. Soy muy consciente de que ese individuo podría ir armado y ser peligroso, y ni siquiera sé qué haré exactamente cuándo lo coja porque todo en lo que logro pensar es que él tiene las respuestas que necesitamos y no debo dejar que se escape.

Inconcluso (YOONSEOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora