El príncipe del Sol

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Existió alguna vez, un príncipe tan hermoso como el sol. Todo mundo lo amaba, todo mundo quería ser él. Nacido en un día de otoño y sus padres, afables reyes de las tierras del Remolino, fueron felices de por fin ser bendecidos con un hijo.

Pero, debido a su buen corazón, por la envidia de cierto hechicero que no fue invitado a su fiesta de nacimiento, provocó un terrible desenlace a su corta vida.

Hechizado en el tiempo con una terrible profecía entonada por el mal.

A los 16 años el príncipe caería víctima de una maldición.

Un sueño eterno del cual no despertaría, excepto solo por el beso del verdadero amor.

No cualquier beso mágico como el que podría otorgar alguien que promete y profesa amor eterno, tenía que ser un beso especifico dado por el alma gemela; aquel que encontraría y se reunirían por causa de la cuerda roja del destino.

Una marca clara para poder ser identificado.

El cruel hechicero más poderoso de los cinco reinos, reía mientras se desvanecía entre las llamas por su venganza.

Los reyes, devastados por la desgracia, recurrieron a un hada vieja, quien, dándole gracia y esperanzas, encerraron a su hijo en un ataúd de cristal mágico para que se mantuviera intacto mientras buscaban una solución.

El príncipe fue adornado en perlas y joyas, con tela fina de seda y olanes, entre flores y velas, entre recuerdos y cosas que amaba. 

Envuelto en un hermoso sueño criogénico, el amado príncipe fue colocado en una habitación oculta en una torre.

Los reyes esperaron y esperaron, pero no había forma de traer de vuelta a su príncipe.

Habían pasado siglos y aquella persona a la que le todos entregaron sus esperanzas no aparecía.

Con el paso de las generaciones, la gente olvidó a aquel príncipe maldito que esperaba volver a ver la luz del día.

Nadie sabía quién era Uzumaki Naruto, el príncipe dormido.


El imperio del Sol había caído hace mucho, mucho tiempo.

La montaña había hecho de la suyas y lleno los escombros con maleza y humedad, royendo toda belleza. Y a causa de ello, el príncipe dormido fue sepultado por la tierra y las piedras.

Y sobre lo que era antes un magnífico castillo, se erigió una enorme mansión.

Durante muchos años, sobre los cimientos de aquel sitio, varias generaciones se hospedaron hasta que no le vieron más utilidad.

Habían pasado más de 600 años y para compensar la falta de cuidado, decidieron convertirla en una hermosa escuela.

La escuela de La Hoja; construida en aquella isla, la más grande en medio del continente.

Una academia de magia.

Érase una vez un príncipe de cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora