II. Recuerdos de un árbol

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Las hojas de los tiernos jóvenes,
aún crecen con tu recuerdo.
El antaño roble conserva tus abrazos,
al igual que cuida los viejos nidos de los pájaros.
Las memorias de las sombras de los árboles,
continúan fijadas en tu rostro como cristaleras de cobre,
teñidas por el sol de los anaranjados atardeceres,
utilizando tu piel como lienzo silvestre.

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