La noche estaba fría y tenebrosa. El cielo estaba en total oscuridad, ni una sola estrella o la luna estaban para brindar algo de luz y claridad al oscuro poso que era. Ni un sólo ruido, ni un sólo animal, ni siquiera la brisa soplaba, era como si cada cosa que conformaba la naturaleza supiera lo que estaba apunto de suceder y sólo estuviera haciendo silencio para escucharlo todo.
De repente, el profundo silencio es interrumpido por unas pisadas y una chica sale de entre los árboles corriendo a toda velocidad. Los esquiva con torpeza mientras se sostiene el costado con fuerza. Su vestido de un blanco inmaculado, manchado de sangre carmesí, y las lágrimas cayendo a mares de sus ojos, mismo que reflejan impotencia, rabia, traición.
Una melodiosa voz resuena por todo el bosque como si de un altavoz se tratase.
—Corre, pequeño conejo blanco. Corre, pequeña y dulce hermanita. Corre con todas y cada una de tus fuerzas, que, al final de cuentas, de mí no podrás escapar.
La chica empieza a correr más rápido todavía, desesperada, pero una raíz se atraviesa en su camino y tropieza, cayendo con brusquedad en el suelo.
Trata de levantarse, pero el dolor de la caída más la herida que tiene le impide hacerlo, y cada vez que lo intenta un horrible dolor la obliga a cubrirse la boca con una mano para ahogar los gritos que se le escapan.
La melodiosa voz de la mujer vuelve a resonar, pero ésta vez más cerca.—Ay, hermanita, que patética te ves, intentando huir, como si tuvieras la posibilidad de hacerlo. Corres y corres para ver si lo logras, pero ¿Te he dado yo alguna esperanza de que podrás sobrevivir a esta situación? Si es así, perdóname por jugar con tus frágiles e inútiles sentimientos — suelta una risita baja, malvada —.Tanto tú como
yo sabemos que de aquí no saldrás.La chica en un intento desesperado para huir, empieza a retroceder en el suelo, pero un crujido la hace levantar la mirada hacia el frente, donde una mujer joven de vestido gris y cabello largo y tan oscuro como la mismísima noche, la mira con una sonrisa de triunfo y maldad en el rostro.
—Vaya, vaya, vaya, ¿Pero qué tenemos aquí? La amada, adorada y respetada Iris, diosa de la naturaleza, creadora y protectora de todos los seres vivos de este asqueroso mundo, creadora de la pequeña mariposa hasta el miserable ser humano — le sonríe de manera burlona —. ¿Crees que debería hacerte una reverencia o algo por el estilo, hermanita?
La chica la mira directamente a los ojos durante unos segundos antes de encontrar su voz, el odio impregnado en su tono, en su mirada.
—Claro que deberías, soy superior a ti, sin mi existencia, sin mi creación, no existieras, porque si no hay vida, no habría nada que destruir. No sería necesaria la existencia de la diosa de la destrucción.
Bela la mira y su sonrisa desaparece poco a poco hasta quedar reemplazada por una máscara de odio puro.
—¡¿Eres inferior a mí?! — exclama con los dientes apretados —. Guau, que increíblemente superior te ves en estos momentos, Iris, allí en el suelo, llena de tierra, desangrando poco a poco, esperando que yo termine con tú estúpida vida. O ¿Me entretendras con otra de tus desesperadas huidas?
Se acerca lentamente a Iris, le pone un pie en la herida y la pisa con fuerza, haciendo que Iris gritara del dolor.
—¿Todavía te crees superior a mí? ¿Todavía tienes la estúpida esperanza de que no te haré daño? ¿Que no te lastimaría sólo por ser mi hermana? Porque créeme, Iris, no dudaré ni un maldito segundo en acabar con tu asquerosa vida. Ni la tuya ni la de nuestros hermanos.
Ante la mención de sus hermanos, Iris perdió todo el color del rostro y abrió los ojos como platos.
—N-no te atreverías a hacerles daño a los demás, Bela, sabes que es peligroso que no existamos, todo se volvería un completo caos, todo lo que hemos creado quedaría reducido a cenizas si no hay un orden — dijo con voz temblorosa.
Bela le sonríe con maliciosa arrogancia.
—Tú misma lo acabas de decir, Iris, soy la diosa de la destrucción, para eso nací. Primero acabaré contigo y así tarde mil años, acabaré con todos los demás. Lo haré y no dudaré ni un sólo segundo, ten eso muy presente.
Entonces, Bela sacó una daga, tomó a Iris del nacimiento del cabello y le alzó la cabeza para poner la daga en su cuello
—Como te alaban esos miserables humanos diciendo que eres muy poderosa, ojalá te pudieran ver en este momento, demasiado débil para usar tus poderes, sangrando y apunto de morir, se les acabaría esa imagen de ti ¿No crees?
Presionó más la daga y una línea sangrante apareció. Iris tragó saliva y aunque si voz salió temblorosa, sus palabras eran firmes.
—Aunque acabes conmigo y con los demás, sabes que te detendrán, te harán el camino difícil.
Bela soltó una risa.
—¿Quién me detendrá? ¿Tú? ¿Los idiotas de nuestros hermanos? Cuando termine mi plan, ustedes no serán más que un montón de carne podrida y gusanos — movió la daga y la presionó en el pecho de Iris, justo encima de su corazón.
—¿Últimas palabras, hermanita?
—Vete al infierno, Bela
Bela sonrió con malicia.
—Con gusto, querida Iris.
Y con eso, clavó la daga en su pecho.
♥♥♥♥
¡Holaaaaa!
¡Bienvenido/a a mi nueva historia!Le he dedicado mucho tiempo a esta historia, me ha llevado muchísimo tener lista la trama, pero aquí estamos ☺️
Esta es mi historia favorita y espero de corazón que les guste tanto como a mí, y lleguen a querer a todos los personajes que van a conocer muy pronto.
Y sin más que decir.... ¡Nos vemos pronto para el primer capítulo!

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Sucesores
FantasyGaia es muy diferente a los demás, dentro de ella hay algo que la vuelve única, especial, indispensable para la humanidad. El mundo se encuentra en peligro. Un mal que desde hace años lleva acechando, quiere ver el mundo envuelto en la oscuridad, y...